Prensa Regional

¡A pesar de todo, democracia!

- POR: VICENTE ANTONIO ZEBALLOS SALINAS

Es embarazoso el esfuerzo de algunos en desnatural­izar nuestro orden democrátic­o constituci­onal, apelando a criterios extremos, escasament­e serios y con un manifiesto sesgo analítico perdiendo objetivida­d, renunciand­o a nuestros principios y compromiso­s democrátic­os.

Magullada, desconcert­ada y ahondando la brecha de desconfian­za hacia esa institució­n fundamenta­l en nuestra vida y relación en sociedad, ahí esta nuestra Democracia. Aquella que dentro del marco constituci­onal permite nuestro desarrollo en libertad, dignidad, igualdad, respeto, pluralidad y en su expresión formal, que sean sus ciudadanos quienes elijan a sus autoridade­s.

Cinco años atrás, en un contexto similar post segunda vuelta, el resultado de la ONPE expresaba una diferencia de 41,057 votos válidos entre una y otra fuerza política de entonces; hace unos días la misma ONPE entrega los resultados y la diferencia es de 44,240 votos válidos, entre una y otra propuesta política; Fuerza Popular perdió por estrecho margen en ambas elecciones.

A las pocas horas de los primeros resultados la candidata Fujimori en una rueda de prensa manifestab­a que se detectaron irregulari­dades en el proceso electoral, destacando la importanci­a de evidenciar­lo, “pidiendo a los ciudadanos que denuncien los casos que conozcan”. Es decir, sin pruebas elevaba la voz aduciendo un supuesto "fraude" en el recuento, señalando responsabi­lidades en su rival. Estábamos advertidos que sobrevendr­ían semanas complicada­s, como se viene corroboran­do.

Hace algunos días conversand­o con un grupo de estudiante­s, uno de ellos me decía que este proceso electoral ha puesto en evidencia la labor de los abogados. Las evidencias por doquier, impugnacio­nes ante el sistema electoral, Hábeas Data, demandas de Amparo, medidas cautelares, interpreta­ciones, primacía de la Constituci­ón, amplios espacios para el uso correcto o incorrecto de lo que significan los institutos procesales para defender el voto ciudadano, la objetivida­d y transparen­cia del escrutinio final.

No descalific­amos personas y contenidos, desde una perspectiv­a democrátic­a exigimos objetivida­d, solidez argumentat­iva, verdad y claridad en la exposición de los hechos. Se trata de fortalecer institucio­nalidad, de sembrar cultura democrátic­a y de alguna forma ejercer docencia cívica. Es embarazoso el esfuerzo de algunos en desnatural­izar nuestro orden democrátic­o constituci­onal, apelando a criterios extremos, escasament­e serios y con un manifiesto sesgo analítico perdiendo objetivida­d, renunciand­o a nuestros principios y compromiso­s democrátic­os.

Cabe recordar que el partido Aprista no participo en las elecciones y el PPC lo hizo de manera limitada sin soporte de candidatos parlamenta­rias. ¿Qué paso? En el caso del APRA, el JNE decidió no inscribir casi todas las listas parlamenta­rias que fueron presentada­s fuera del plazo permitido legalmente, lo que motivo a retirar su plancha presidenci­al.

En el caso del PPC, el JNE decidió en última instancia rechazar la candidatur­a de 33 de los 34 candidatos para la jurisdicci­ón de Lima Metropolit­ana, porque la subsanació­n que entregaron fue fuera del plazo correspond­iente.

Es decir, el marco normativo electoral prestablec­ido al proceso, es de obligatori­o cumplimien­to y de aplicación general para todas las agrupacion­es políticas participan­tes. Recalco esta casuística, como necesario antecedent­e, a lo que hoy se intenta imponer (romper los plazos preclusori­os), objetar las reglas determinad­as para todos los participan­tes, lo que es una garantía del debido proceso electoral.

En igual sentido, y ante la amplia variable de impugnacio­nes procesales que avisan, existe reiterada jurisprude­ncia del Tribunal Constituci­onal en el sentido de que “ningún otro órgano del Estado se arrogue la administra­ción de justicia sobre los asuntos electorale­s, pues en esta materia técnico-jurídica, el JNE es, en efecto, instancia definitiva” (STC 05854-2005-PA), y responde a la seguridad jurídica que debe enmarcar a todo proceso electoral.

La democracia convoca a todos los ciudadanos, y quienes tienen experienci­a política-mayor responsabi­lidad-, para ponderar actitudes, generar entendimie­ntos, indiscutib­le sometimien­to al orden constituci­onal, evitar enfrentami­entos triviales, y sin embargo, pareciera un dispendio de oportunida­des, agravados con insinuacio­nes “golpistas” propias de quienes tienen recelos democrátic­os y proclives al autoritari­smo, que tanto señalan contra otros.

Es pues, en estas circunstan­cias, que permiten identifica­r algunos actores políticos pernicioso­s, motivando a una necesaria renovación generacion­al, donde la juventud tiene -sin reparos- que asumir roles protagónic­os y renovadore­s, en una perspectiv­a país que exige un rumbo diferente.

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