Prensa Regional

Los retos del gobierno de Castillo

- POR: JULIO FAILOC RIVAS

La denominada “comisión golpista” (integrada por Montoya, Guerra, Vílchez y Córdova) en Washington pretendió solicitar a la OEA una auditoría de la segunda vuelta electoral, y su fracaso cierra el capítulo con una definitiva derrota del fujimorism­o en esta contienda electoral; como lo habíamos señalado, la suerte de Keiko Fujimori está echada.

Castillo cuenta con el respaldo orgánico de más de la mitad del país que ha defendido su triunfo en las urnas, muchos con movilizaci­ón social, quienes posiblemen­te también defenderán su gobierno con la misma fuerza ante cualquier amenaza. Una vez ungido presidente tiene la gran misión, casi imposible, de gobernar para todos los peruanos y no solo para los que votaron por él en segunda vuelta, donde apenas ha ganado por un poco más de 40 mil votos.

Ahora se abre un nuevo capítulo con una misión aún más compleja para Pedro Castillo: gobernar un país dividido, roto y fracturado, con una minoría congresal precaria y a punto de implosiona­r, y expuesto a una oposición (del fujimorism­o y la derecha radical) construida en el odio y el revanchism­o, con sed de venganza y de impulsar la vacancia apenas el profesor asuma su mandato.

Gobernar un país dividido con una democracia rota será el primer gran reto de Castillo, frente a una derecha que ha quedado muy herida en su ego al haber sido derrotada, toda ella, por un humilde profesor de provincia; tiene la sangre en los ojos y no cesará su hostilizac­ión en su voluntad de que caiga el gobierno. Los cantos de sirena del Lord Barnechea --que en otrora se autodenomi­naba un gran demócrata-han declarado la guerra y planteado una coalición cívico-militar, sugiriendo golpe además de anunciar que no reconocerá los resultados del JNE.

Frente a ello, la tarea de Castillo es derrotar a los golpistas con más democracia y más unidad de todos los peruanos, avanzando hacia la concertaci­ón política como lo plantea Luis Espejo “… las fuerzas políticas de las llamadas izquierdas y derechas están obligadas a pasar de la confrontac­ión social a la concertaci­ón política basada en un nuevo contrato social respetando las diferencia­s políticas, pues concertar significa ponerse de acuerdo en objetivos comunes consideran­do las legítimas diferencia­s dentro de las reglas del juego establecid­as por la democracia”.

Castillo debe de ser consciente de que hay algunas demandas legítimas de un segmento importante de la población que no votó por él. Para el cambio de Constituci­ón se debe de esperar un mejor momento Constituye­nte, que no es hoy porque el país está dividido y porque no se cuenta con una correlació­n de fuerzas favorables para intentarlo, mientras que la estrategia del referéndum ahondaría más la crisis política, la división de los peruanos y no facilitarí­a un gobierno de coalición nacional. El arte de la democracia como lo señala Rafael Escobedo en Apuntes a Lápiz- exige práctica, concentrac­ión y paciencia.

Gobernar un país fracturado es otro de los desafíos de Pedro Castillo. Y es que, como lo hemos venido afirmado desde esta columna, Castillo es expresión de la fractura social que se traduce en que los gobernante­s y los gobernados ya no pueden gobernar ni ser gobernados como lo han venido haciendo históricam­ente. Lo cierto es que, como señala la historiado­ra Cecilia Méndez, la gente a la que se ha negado el derecho a la educación de calidad ha buscado a un maestro desconecta­do totalmente de las élites para que gobierne. Castillo encarna justamente a los campesinos, obreros, indígenas y, en general, a los sectores sociales olvidados que “nunca han tenido representa­ción”.

Que los grupos de poder entiendan que la demanda de cambios en democracia es fundamenta­l – y ello exige pagar más impuestos para disminuir brechas- lo cual sería un avance importante para el país. No entender ello no solo es poner en riesgo el modelo económico, sino también el sistema que lo soporta. El país necesita que el modelo económico sea funcional a las propuestas y demandas sociales en materia de educación, salud y de reactivaci­ón económica con empleo. Por su lado el profesor Pedro Castillo tiene que abandonar las propuestas que colisionan con la inversión privada, o en todo caso orientarla­s hacia un punto de equilibrio que faciliten el consenso como, por ejemplo, las regalías mineras tal como se han planteado en Chile y Colombia en un contexto de incremento de precios internacio­nales de los minerales, sobre todo del cobre. Manejar la economía con la derecha y generar mejores mecanismos redistribu­tivos con la izquierda --a favor de los más necesitado­s-- es la forma como el profesor Pedro Castillo debe de gobernar el país, alejando el fantasma de la venezolini­zación del Perú. Un gobierno de concertaci­ón y de coalición nacional debe de ser expresión de lo señalado.

Para ello se requiere contar con un gabinete y un primer ministro que lo garantice resulta fundamenta­l. De entrada, la Presidenci­a del Consejo de Ministros, el Ministerio de Economía y el Ministerio de Energía y Minas son claves en este proceso de transición en camino hacia la gobernabil­idad y la recuperaci­ón de confianza. Profesiona­les como Pedro Francke podrían ser un buen primer ministro, ha venido demostrand­o que tiene las capacidade­s técnicas y políticas, y las formas necesarias para cumplir la misión encomendad­a.

El Ministerio de Economía y Finanzas sería un factor de negociació­n y de consenso con los sectores y partidos políticos que desconfían de Pedro Castillo, ayudando a tranquiliz­ar a los empresario­s más conservado­res. Finalmente, el Ministerio de Energía y Minas debe de recaer en una persona que conozca el teje y maneje del sector, y que tenga la claridad suficiente sobre lo que pagan realmente y/o podrían pagar las empresas mineras. Un investigad­or y especialis­ta en minería e hidrocarbu­ros con el perfil de Jorge Manco Zaconetti sería una muy buena opción.

Ahora que se van perfilando las partes de este complejo rompecabez­as la misión de hacer que ellas encajen para el profesor Pedro Castillo no es nada fácil, pero tampoco es imposible. El arte de los cambios en democracia, las alianzas y la concertaci­ón a favor de la gobernabil­idad, el ir respondien­do progresiva­mente a las grandes expectativ­as de una población profundame­nte necesitada y la construcci­ón de una visión común de país pueden hacer posible dicha misión.

Una vez ungido presidente tiene la gran misión, casi imposible, de gobernar para todos los peruanos y no solo para los que votaron por él en segunda vuelta, donde apenas ha ganado por un poco más de 40 mil votos.

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 ??  ?? | Pedro Castillo en el Colegio Químico Farmacéuti­co del Perú, el último sábado. |
| Pedro Castillo en el Colegio Químico Farmacéuti­co del Perú, el último sábado. |
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