Un castillo sin fantasmas
Esta casa privada se encuentra ubicada ubicada en Barranquitas y se conserva casi intacta. Al entrar, es como ir atrás en el tiempo a inicios del siglo pasado
Hay lugares con un aire misterioso que cuando se descubren intrigan por su magia, o por sus historias y leyendas. Ese es el caso de El Cortijo, una casa ubicada en Barranquitas y una de las últimas construidas al estilo revival español en Puerto Rico según describe Hiram Flores, actual propietario.
Era el 1939 en el montañoso municipio y la mayoría de las personas vivían en casas con techos en paja.
“Se podrían imaginar por qué le empezaron a llamar el castillo”, relata Flores.
Diez meses le bastó al conocido arquitecto puertorriqueño Rafael Carmoega levantar la estructura estilo morisco. Esto luego de que este completara el Capitolio. De hecho, se dice que pedazos de mármol que se encuentran en esta estructura fueron restos de lo que sobraron en la construcción del Capitolio.
A finales de la década del 30, los dueños, don Secundino Lozana Cepa y su esposa, Josefina Fabián, querían una casa de campo.
“Lozana era un empresario acaudalado que administraba tres ingenios azucareros”, dice Flores, quien con los años se ha encargado de conocer la historia del lugar declarado en el 2002 como un Patrimonio Histórico.
“En Andalucía, España, los cortijos son propiedades en los campos donde se tiene la ganadería y cultivos de uvas. Las solían construir empresarios agrícolas”, relata Flores.
Pero el caso de El Cortijo barranquiteño es que los dueños españoles querían un espacio campestre con influencias árabes donde reunirse con sus amistades. Eligieron el tope de una montaña en el barrio Pueblo.
CASI INTACTA
Aquí se mantiene perfectamente conservada la casa morisca de tres niveles.
Al llegar a la propie- dad, un camino de cipreses erguidos dan la bienvenida. Te topas con una de las varias plazas con jardines y de inmediato, se dibuja la panorámica del pueblo de Barranquitas.
De acuerdo con el actual propietario, la casa estuvo cerrada al público por siete décadas y casi siempre fue una casa de temporada por lo que casi nunca se vivió.
“Era muy poco conocida. Había una gran inquietud de qué hay dentro”, cuenta Flores, quien desde pequeño escuchó que habitaban fantasmas en el lugar.
“No es cierto”, dice ahora que ha dormido en ella.
Sin embargo, reconoce que todavía la gente rumora la historia de los fantasmas.
Flores lo niega y se enfoca en describir los detalles que parecen sacar este lugar de otra dimensión, otra época.
“Mantiene su estructura original. Tiene una veleta - un barco de la Santa María- en lo alto de las tejas.
En el interior destacan cuadros y lámparas antiguas y hasta una armadura.
Al entrar, los zócalos tienen una inscripción en árabe.
“Significa: No hay Dios más grande que Dios”, describe el propietario.
Según explicó, un visitante árabe le tradujo el texto y le comentó que son los mismos zócalos que tiene un palacio árabe en La Alhambra en Granada, España.
La estructura tiene
tres niveles. En el primero destaca una majestuosa sala con muebles antiguos del siglo XIX.
“Recreo el periodo de muebles de Puerto Rico desde los 1860 hasta 1944”, dice Flores.
Los de la sala principal son muebles de medallón, dice el también coleccionista. Allí también hay una chimenea con el escudo de Puerto Rico.
En la sala de tomar el sol hay muebles isabelinos. Esta queda en el ala izquierda de la propiedad. Aquí también hay un altar.
Subiendo al segundo nivel, hay una imagen del arquitecto Carmoega. La escalera tiene lozetas artesanales pintadas con estampas que representan la obra El Quijote de la Mancha. En el segundo nivel están las habitaciones principales, una con amplios balcones que utilizaba el señor de la casa. El tercer nivel consiste de un mirador.
EL POZO DE LOS DESEOS
Otro dato curioso de este lugar es el pozo frente a la propiedad. Flores dice que tiene fama de conceder deseos. Este cuenta que Josefina, la dueña original, quería un pozo como los cortijos de España, con un brocal. Y resulta que lo halló en un anticuario en Estados Unidos.
Pero la historia de esta pieza se dice, según Flores, que guía a Galicia donde fue a parar el último apóstol de Jesús.
“Según cuentan era la piedra donde oraba el apóstol Santiago. Luego se hizo un convento alrededor de la piedra, y se usó para hacer el brocal del pozo”, relata Flores. Ese convento se quemó y el lugar quedó olvidado. Pero en el siglo XX un anticuario norteamericano la saca y así facilita el camino a Barranquitas.
POR CITA
El Cortijo es una propiedad privada. Pero abre al público el tercer domingo de cada mes a las 3:00 p.m. para una actividad religiosa católica dedicada a la Divina Misericordia.
Está ubicado en la carretera 162 km 9.9 en Barranquitas. Abre por cita. Se recomienda escribir un correo electrónico a josehiram@castilloelcortijo.com para confirmar su visita. Para más detalles visita en internet www.castilloelcortijo.com.