Una constructora de paz juvenil
A sus 70 años, la argentina Elena Chautemps continúa trabajando con estudiantes de escuela pública
Hace 25 años, Elena Chautemps decidió crear la Fundación Síntesis para ofrecer servicios a estudiantes de escuelas públicas. Pero, en el camino, casi dos décadas atrás, los jóvenes le trazaron la próxima ruta a seguir: reflexionar y dialogar sobre lo que significa la paz.
En Argentina, un país que tiene en su historia cruentos periodos de dictaduras que lograron superar para pasar a los gobiernos democráticos, la búsqueda por el significado de la paz podría parecer lógico. Pero, la verdad es que la necesidad de reflexionar sobre qué es la paz, para “visibilizarla” y vivirla, es una necesidad que han expresado niños, adolescentes y jóvenes de otros países.
Esa ha sido la experiencia de Elena, una mujer que ha vivido mucho y que a partir de sus 60 años -ahora tiene 70es que ha tenido su mejor época.
Elena afirma que: “esta última década ha sido de una vida plena. Elegí desarrollar lo que venía haciendo de antes y se fue transformando en un servicio social cultural. Actualmente, tengo la Fundación Síntesis y me acompañan 25 profesionales. Estoy recogiendo los frutos una familia hermosa que hemos constituido con mis (dos) hijas, mi yernos y mis nietos, y este tiempo me lo he podido dedicar a mí con total libertad porque la familia está bien colocada”.
Natural de la provincia de Santa Fe, Elena estudió pedagogía, filosofía y sicología social, dirigió el Seminario de Educación Superior en la Universidad de Buenos Aires y, luego, fundó la organización Síntesis como una escuela de postgrado de sicología social para ofrecer pasantías de postgrado para los sicólogos sociales.
Su inquietud por los adolescentes y su interés de aportar a las escuelas públicas, donde se formó, la llevó a convertir Síntesis en una fundación en la que desarrolló la línea de pensamiento de la sicología social educacional aplicable a las escuelas y co- menzó a trabajar con los planteles.
Cuenta la educadora que, a petición de unas escuelas en las que trabajó en los 90, Síntesis comenzó a ofrecer un programa de prevención de violencia y en los diálogos con los alumnos surgió la interrogante ¿Qué es la paz?
Ese fue el origen de los diálogos, jornadas y la presentación de escritos por parte de estudiantes de todos los niveles, desde niños de escuela elemental hasta universitarios, que se han celebrado desde 1996. En el proceso, esas ac- tividades educativas salieron a otras provincias fuera de Buenos Aires y a otros países latinoamericanos. Para lograr esos encuentros fuera de la capital argentina, cuenta con pocos recursos económicos por lo cual depende de una red de colaboradores que le dan alojamiento. “A mí no me cuesta dormir en distintos lugares, en las escuelas suelo comer, almorzar”, sostiene. Todos los años organizan un encuentro y el de este año tuvo lugar aquí. Se llamó el 3er Encuentro de Comunidades Educativas Hacedoras de Puentes de Paz y fue organizado por el CeDIn, la Escuela Laboratorio de la Universidad Interamericana, con el liderato de la psicóloga Mercedes Rodríguez, quien conoció a Elena a través de la red social Facebook.
Sobre las posibles diferencias en la definición de paz entre jóvenes de distintos países, revela que “en los chicos hay algo universal, sean de Buenos Aires, sean de Bolivia o de acá. Para los chicos, la paz es (el) ahora y es una paz que tiene que tener en cuenta los obstáculos y los conflictos”. PONE SU GRANITO DE ARENA. En esta etapa de su vida, ¿qué le puede aportar a los estudiantes?, le pregunto a la educadora y sicóloga social.
“¿Qué aportamos? Los años son una distancia. Esa distancia es sabiduría y creo que un aporte es esa sabiduría, que implica una distancia y un cierto desapego porque uno sabe que inexorablemente se está yendo. Todos nos estamos yendo, pero hay una realidad. Hay que vivir con alegría y decir: ‘yo puedo aportar esto’ ”, afirma.
“Pero, además, con un montón de discapacidades adquiridas porque uno ve menos, escucha menos, uno recuerda menos, cada vez las mochilas y las anotaciones son más grandes, y hay que reírse de todo”, agrega con humor la diminuta mujer.
Sobre su intenso ritmo de trabajo, Elena asegura que “todo esto es terapéutico, yo descanso trabajando. Yo me canso si no tengo que trabajar”.
“Como tengo tiempo, ¿por qué no compartir mi conocimiento? Hay que darlo todo, ¿qué se va a llevar uno de esta vida? Trato de devolverle a los chicos de la escuela pública lo que he recibido”, señala.
Su conocimiento, también lo comparte a través de las dos cuentas de Facebook que maneja para la Fundación, resalta Rodríguez.
Y, en lo que es su particular manera de vivir la vida, Elena afirma que “lo que más lamento de tener que morirme, es no seguir viviendo, es dejar la vida”.