El Nuevo Día

Barcelonet­a demanda más atención

Censo del municipio revela daños de $60 millones por el paso del huracán María

- MILDRED RIVERA MARRERO mildred.rivera@gfrmedia.com Twitter: @mildreddri­vera

BARCELONET­A. - “Soy colombiano y después que me retiré, hace cinco meses, vine a Puerto Rico a disfutar de este lindo país y vino María y, ¡zás! me tumbó la casa”. Así se lamentaba ayer Luis Velázquez mientras su esposa Myriam Morales Cruz, sollozaba al recordar la casa de madera y zinc que fue destruida por el ciclón. “Este es el pueblo de mi papá”, había susurrado minutos antes la mujer.

Estaban, él, sentado en una silla y ella, en un colchón, en el espacio que han ocupado desde hace 15 días en la escuela Vicente Acevedo Ballester, que se habilitó como refugio.

La pareja vive allí junto a otras 57 personas. El único alberge de ese municipio llegó a tener cerca de 100 personas y ahora espera el traslado de otras personas refugiadas de Florida.

En ese refugio, las primeras comidas que se sirvieron, las confeccion­aron empleados del municipio porque el comedor de la escuela estaba cerrado con candado y no tenían acceso, denunció la alcaldesa Wanda Soler Rosario.

“Nos hemos encargado del refugio desde el primer día porque dejaron a esa gente ahí como si no fueran humanos”, sostuvo sobre el servicio que le tocaba dar al Departamen­to de la Vivienda.

La primera ejecutiva de este municipio, igual que algunos de sus pares, se queja de la falta de atención por parte del gobierno central y las agencias federales.

“Aquí no ha llegado un representa­nte de Energía Eléctrica. Sabemos que tenemos que hacer turno, pero aquí hay un hospital (Atlantic Medical Center), que opera con planta. Y los primeros alimentos llegaron el sábado (pasado). El domingo, enviaron un cargamento de comida. Pero, aquí la gente no tiene qué comer, no me engañen”, dijo Soler.

Se refirió al cargamento enviado por la Agencia Federal para el Manejo de Emergencia­s (FEMA), en el que destacan envases gigantes de pepinillos en vinagre, vino para cocinar, vinagre, ketchup, vasos para café y termómetro­s para medir el nivel de cocción de la carne, entre otros productos que la alcaldesa no se atrevía casi a repartir a los afectados.

Respecto al agua, Soler explicó que cerca del 50% de la población recibe agua de ocho pozos, pero que no se han podido suplir por falta de plantas. La otra parte de la población se sirve del Superacued­ucto, que no está operando.

Para darle servicio, al menos a las personas que reciben agua de pozos, Glorimar Villamil, directora de programas federales ha ido seis veces al Centro de Operacione­s de Emergencia (COE) ha- bilitado en el Centro de Convencion­es. Desde la primera vez, solicitó ocho plantas para operar los pozos, pero cada vez que va le piden algún requisito nuevo.

“Me pidieron hasta las coordenada­s donde iban a estar las plantas. Ayer (martes) fui y me dijeron que los papeles que llené la otra vez no estaban”, se quejó la funcionari­a, quien volvió a llenar la solicitud.

Las funcionari­as habían celebrado que, por lo menos, la comunidad Tiburones tenía agua porque antes del huracán Irma habían pedido una planta. Sin embargo, antes de terminar nuestro recorrido por el pueblo, la planta se averió. Eso volvió a dejar a esos residentes sin agua, con lo que se unieron a todos los demás. En el pueblo tampoco hay luz eléctrica.

PÉRDIDAS MILLONARIA­S

El paso del huracán María dejó cerca de $60 millones en pérdidas, según Soler, quien explicó que 2,850 viviendas sufrieron pérdidas parciales y otras 3,000 fueron pérdida total, según el censo municipal.

Como en otros municipios, en Barcelonet­a se inundaron áreas que no veían la crecida del río históricam­ente. Mientras, en el barrio Maguelles, muchas familias perdieron parte de sus viviendas por la particular­idad de que muchas estructura­s son de cemento pero tienen techo de zinc.

“Hubo mucha gente mayor afectada”, declaró Villamil quien mostró preocupaci­ón por la falta de alimentos en el municipio.

Dijo que la alcaldesa ha solicitado que se abran los comedores escolares para poder alimentar a la ciudadanía, pero el gobierno central se ha hecho oídos sordos y la gente sigue padeciendo.

“Nos hemos encargado del refugio desde el primer día porque dejaron a esa gente ahí como si no fueran humanos”

WANDA SOLER ALCALDESA

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El huracán María destruyó la casa de madera y zinc de Luis Velázquez y Myriam Morales Cruz en Barcelonet­a.

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