El poder de la escritura
La palabra escrita es una fuerza poderosa. Crea, mediante la imaginación, universos literarios; comunica ideas y vivencias; transmite conocimientos, permitiéndonos acceder a pasados remotos, presentes lejanos y futuros soñados. Es capaz de fundamentar, organizar y cambiar las sociedades del mundo -ahí está la palabra de Cristo, transmitida por los Evangelios, y la de Pablo, el apóstol- también de derrocar a los poderosos y de visibilizar a los invisibles.
Este libro extraordinario trata sobre ese poder, sobre todo el de la escritura imaginativa. También trata de las sucesivas tecnologías que han permitido su difusión. El autor recorre los escritos que, en diversas épocas, han tenido un impacto transformador. Empezando con Alejandro Magno, que se pensaba el nuevo Aquileo y que difundió el griego por los confines de su amplio imperio por medio de los poemas homéricos transcritos a ese alfabeto y terminando con las nuevas tecnologías de la red cibernética que han universalizado la literatura, el autor concentra, por el camino, en textos épicos (“El poema de Gilgamesh”, el primero de la historia, escrito sobre tabletas de barro en la antigua Mesopotamia entre el 2500 y el 2000 a. de C. y recuperado solo en el siglo XIX); en textos sagrados (la hazaña del escriba Esdras que en el siglo V a. de C., durante el cautiverio judío en Babilonia, transcribió al hebreo los textos sagrados de su gente y al volver a Jerusalén los erigió como el centro -con el templo- del ju- daísmo); en textos didácticos (los que dieron a conocer las enseñanzas del Buda, de Confucio, de Sócrates y de Jesús); en textos de ficción (la primera novela conocida, “Genji Monogatari”, escrita por una japonesa del siglo XI a quien se conoce por el nombre de la protagonista, Murasaki Shikibu) y en otros sumamente controversiales como las famosas tesis de Lutero que en el siglo XVI, gracias a la naciente tecnología de la imprenta, se extendieron como la pólvora por toda Europa potenciando un cisma que dividió para siempre al cristianismo.
Puchner señala que, aparte de la tradición de escritura de Eurasia, también en América los mayas inventaron la escritura antes de la llegada de los españoles, produciendo el texto fundacional del Popol Vuh. Y enfoca sobre el problema que se le presentó a Miguel de Cervantes cuando en el 1614 se publicó una secuela apócrifa del primer volumen del Quijote. Al reclamar su autoría publicando la segunda parte de su famosa novela, Cervantes se convirtió en el primer escritor moderno, consciente de sus derechos de autor.
El libro examina los casos de Benjamin Franklin, de Goethe, de “El manifiesto comunista” y sus lectores, de los escritores prohibidos en la Unión Soviética -Anna Akhmatova y Alexander Solzhenitsyn-, de la “Epopeya de Sundiata” que narra la fundación del reino de Mali en el África Occidental y del poema épico de Derek Walcott, “Omeros”, que contribuyó a que Santa Lucía, una isla del Caribe que no tenía literatura, fuera la primera de la región en tener un premio Nobel.
Hay mucha información interesante en este libro narrado de manera amena. Lo central, sin embargo, es que leyéndolo comprendemos cuán pobre y limitado sería nuestro mundo si no hubiera escritura imaginativa. Esta nos provee un horizonte referencial tan determinante como el natural. La imaginación literaria nos ayuda a entender el mundo y a vivirlo en dimensiones que hacen tolerables las limitaciones de la existencia humana.