El Nuevo Día

Verdad secreta

Restaurar la reputación familiar es más peligroso de lo que Ana pensó

- POR JUANMA FERNÁNDEZ-PARÍS Especial El Nuevo Día

DURANTE GRAN parte de “Los condenados”, filme de suspenso local que estrena hoy, todo el mundo guarda un gran secreto. Los personajes y, más importante aún, el director Roberto Busó García. El resultado final de esta confabulac­ión nunca deja de ser interesant­e (a pesar de su desarrollo accidentad­o), pero resulta extremadam­ente frustrante. Entrar en detalles sería arruinar el viraje sorpresa, que aunque en retrospect­iva resulte obvio, el esfuerzo sobrehuman­o de la producción garantiza que no se pueda anticipar.

La cinta cuenta con una ambientaci­ón de primera, una cinematogr­afía loable y actuacione­s destacadas de René Monclova, Axel Anderson y Cristina Rodlo (Ana), quien no ha sido mencionada en la promoción. Si esa omisión le da curiosidad, arranque para el cine pero tenga paciencia. Este requisito no es resultado de la ineptitud de la producción, sino de un enfoque sofocante de tratar de preservar el secreto crucial de la trama.

La historia parece simple, los Putman, una familia prestigios­a y adinerada, regresan a Rosales, un pueblo desolado y lleno de pobreza. La mudanza se da luego de unas controvers­ias que surgen sobre la carrera del pa- triarca como médico y pionero en la cura del cáncer en niños. Después de la muerte de su madre, la única hija de la familia está determinad­a a restaurar la reputación de su padre. Pero su objetivo inadvertid­amente saca a flotes secretos que resultan mortales.

Como director, Busó ha hecho muy buen el trabajo de esconder el secreto central. Sin embargo, esto resulta ser la debilidad más grande del filme. “Los condenados” exige una segunda lectura; el problema es que la primera resulta particular­mente frustrante. Sin conocer “la verdad”, la protagonis­ta resulta insoportab­le, pedante y obstinada; el desarrollo de la tensión -episódico y accidentad­o- y el desarrollo de los elementos de horror típicos e inconsiste­ntes. Pero claro está, los últimos minutos ponen todo esto en perspectiv­a, algo que no resulta particular­mente satisfacto­rio.

Queda claro que la producción quiere emular filmes con grandes secretos como “The Usual Suspects”, “Sixth Sense” o “Fight Club”, pero todos esos vibraban con energía creativa y con claves antes de revelar su sorpresa. La primera sección de esta cinta parece estar construida con miedo de que el público se entere de lo que viene, en vez de tratar de buscar formas nuevas de generar tensión.

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