Verdad secreta
Restaurar la reputación familiar es más peligroso de lo que Ana pensó
DURANTE GRAN parte de “Los condenados”, filme de suspenso local que estrena hoy, todo el mundo guarda un gran secreto. Los personajes y, más importante aún, el director Roberto Busó García. El resultado final de esta confabulación nunca deja de ser interesante (a pesar de su desarrollo accidentado), pero resulta extremadamente frustrante. Entrar en detalles sería arruinar el viraje sorpresa, que aunque en retrospectiva resulte obvio, el esfuerzo sobrehumano de la producción garantiza que no se pueda anticipar.
La cinta cuenta con una ambientación de primera, una cinematografía loable y actuaciones destacadas de René Monclova, Axel Anderson y Cristina Rodlo (Ana), quien no ha sido mencionada en la promoción. Si esa omisión le da curiosidad, arranque para el cine pero tenga paciencia. Este requisito no es resultado de la ineptitud de la producción, sino de un enfoque sofocante de tratar de preservar el secreto crucial de la trama.
La historia parece simple, los Putman, una familia prestigiosa y adinerada, regresan a Rosales, un pueblo desolado y lleno de pobreza. La mudanza se da luego de unas controversias que surgen sobre la carrera del pa- triarca como médico y pionero en la cura del cáncer en niños. Después de la muerte de su madre, la única hija de la familia está determinada a restaurar la reputación de su padre. Pero su objetivo inadvertidamente saca a flotes secretos que resultan mortales.
Como director, Busó ha hecho muy buen el trabajo de esconder el secreto central. Sin embargo, esto resulta ser la debilidad más grande del filme. “Los condenados” exige una segunda lectura; el problema es que la primera resulta particularmente frustrante. Sin conocer “la verdad”, la protagonista resulta insoportable, pedante y obstinada; el desarrollo de la tensión -episódico y accidentado- y el desarrollo de los elementos de horror típicos e inconsistentes. Pero claro está, los últimos minutos ponen todo esto en perspectiva, algo que no resulta particularmente satisfactorio.
Queda claro que la producción quiere emular filmes con grandes secretos como “The Usual Suspects”, “Sixth Sense” o “Fight Club”, pero todos esos vibraban con energía creativa y con claves antes de revelar su sorpresa. La primera sección de esta cinta parece estar construida con miedo de que el público se entere de lo que viene, en vez de tratar de buscar formas nuevas de generar tensión.