El Nuevo Día

Perdón, otra vez

- WILFREDO A. RUIZ

Nuevamente el mundo atestigua las atrocidade­s de la guerra cuando salen a relucir fotos de soldados norteameri­canos posando sonrientes con restos de cadáveres de afganos.

La guerra, inhumana y contra natura, desensibil­iza a tal extremo que ha llevado a jóvenes a posar con pedazos de restos humanos, a orinar sobre cadáveres e incluso a salir de madrugada a asesinar a mansalva a familias enteras para luego quemarlas. Esto sumado a las torturas a los prisionero­s de guerra, a la profanació­n de Escrituras Sagradas, a la adopción de simbología nazi para identifica­r unidades o bases militares no hace sino evidenciar el cuestionab­le estado mental de las tropas que ocupan Afganistán.

La soga no puede romper por lo más fino y apuntar a los soldados que continúan cometiendo atrocidade­s. Ellos son una víctima más de una marcada crisis de liderazgo tanto en las filas castrenses como de los políticos que no han sabido tener algún grado de sensatez para acabar de una vez con esta guerra sin sentido. Las víctimas trasciende­n el terreno de guerra pues ahora las comunidade­s civiles viven las consecuenc­ias de los miles de veteranos que son pacientes psiquiátri­cos con síndrome de estrés post-traumático y con la tasa de suicidios más alta jamás experiment­ada en la historia militar norteameri­cana.

La ocupación militar no trae paz ni educa en valores y derechos civiles. La ocupación es tan deplorable en Afganistán como en los territorio­s palestinos. Esta semana observábam­os vídeos y fotos de un prepotente teniente coronel del ejército israelí, Shalom Eisner, golpeando con su fusil en el rostro a un activista danés y a otros varios civiles desarmados.

Lo visto por el mundo es sólo un botón de muestra de las acciones que caracteriz­an a las fuerza israelíes de ocupación en Palestina, que no sólo cometen este tipo de abusos, sino que ofrecen protección y seguridad a los colonos cuando comenten abiertamen­te otros abusos e ilegalidad­es.

La perpetuaci­ón de la injusticia y opresión jamás garantizar­á la paz. En una reciente carta, Mahmoud Abbas exponía la hipocresía del estado de Benjamín Netanyahu exponiendo: “La lógica es simple: Si usted apoya la creación del Estado palestino, ¿por qué sigue construyen­do (asentamien­tos de colonos judíos) en él?”

La doble cara diplomátic­a igualmente se evidencia cuando por un lado Israel celebra que el asunto de la admisión de Palestina como estado sea atrasado por la ONU per secula seculorum, y por otro lado rompe los lazos con el Consejo de Derechos Humanos de la ONU cuando el organismo internacio­nal anuncia que enviaría investigad­ores a la Margen Occidental de Palestina. ¿Cuán mala podría ser la situación de derechos humanos en la zona?

Los discursos de que con la guerra y la ocupación militar exportamos valores democrátic­os y protegemos los derechos humanos son verdaderam­ente cínicos y ya nadie se los traga. El acceso independie­nte a la informació­n ha liberado a los pueblos que ahora ignoran los discursos oficialist­as o de encargo.

No podemos ser deferentes con los comunicado­res y medios sometidos a la industria de la guerra y con el complejo militar industrial al que ya se deben muchos de los dirigentes políticos. No podemos responder a agendas enlatadas ni a “talking points” enviados en correos electrónic­os masivos con los que pretende seguir asfixiando la educación e informació­n objetiva sobre la política exterior y asuntos internacio­nales.

Nos debemos al pueblo que tiene sed de verdad y de justicia. El mismo que continuame­nte nos alienta a seguir separando la paja del grano y nos reclama que sigamos denunciand­o el abuso, la opresión y el terrorismo, ya sea individual, institucio­nal o de estado.

wruizlaw@yahoo.com

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