“SOMOS ALMAS GEMELAS”
Después de siete años, culminan un proyecto musical que recoge sus sueños de vida
Si alquien conoce el significado absoluto de la palabra familia es Cheo Feliciano, quien así lo proclama a diario fuera de los lazos sanguíneos. De su boca siempre se escucha esa solidaria exclamación: “¡Familia!”.
Distinción que acompañado de su don de gente le ha permitido estrechar con fuerzas sus vínculos afectivos tanto con admiradores como con colegas salseros.
Este el caso de su homólogo Rubén Blades. Para Cheo, el cantautor panameño dejó de ser su colega para convertirse en su “alma gemela”.
Y es que la hermandad que ambos se profesan fue cimentada desde similitudes en el plano personal, vivencias en Fania All Stars, filosofía ideológica y social y el desarrollo de carreras longevas y de éxito en la salsa, entre otras. Del fruto de esta relación han sur- gido momentos memorables como lo ha sido la interpretación de “Juan Pachanga” a dueto. Así como las múltiples veces que los grandes soneros han compartido tarima.
“Rubén y yo tenemos una relación muy fuerte y poderosa. No nos parecemos físicamente, pero somos almas gemelas. Han sucedido cosas que son punto y parte. Rubén es esa persona que comparte tu misma vida sin aún conocerla”, reveló la voz de “Anacaona”.
Entre todas las vivencias que rememora Feliciano existe una que es ejemplo del vínculo espiritual que los une.
Según contó el cantante, Rubén le escribió un tema hace muchos años en Nueva York. El tema es sobre una mujer que hacía trabajos espirituales y que ayudaba a otras personas. La canción resultó ser una gran coincidencia con la persona que rescató a Feliciano cuando el cantante deambulaba por las calles en medio de su problema de adicción a drogas.
“Rubén desconocía la historia de esa mujer. Cuando empezó a cantarla me faltó hasta el aire y le dije: ‘Rubén, hablas de la estampa de mi vida’. En la canción, habla de una señora que fue muy especial para mí y ella murió. Me habló de una etapa de mi vida, de mis tiempos más amargos (adicción a drogas). En esos momentos conocí a esa señora que vivía en Villa Palmeras. Deambulaba en las calles y ella me dijo que cuando terminara mis andanzas tendría una cama