Reos amarran a los políticos
Documento revela que chantajearon con su voto al PNP y al PPD a cambio de beneficios
LOS MILES de confinados recluidos en las cárceles boricuas, más sus familiares, se han convertido en un botín electoral tan codiciado que líderes del Partido Nuevo Progresista (PNP), encabezados por el presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, negociaron acuerdos políticos con las bandas de reos y luego aprobaron leyes y flexibilizaron normas internas para beneficiarlos a ellos y a sus organizaciones, a cambio de sus votos, según diversas fuentes, documentos y declaraciones públicas.
Una de las concesiones mayores a los confinados fue la Ley 208 del 29 de diciembre de 2009, de la autoría de Rivera Schatz, que reduce mediante bonificaciones el tiempo de las penas en 25% a todo confinado que estudie, trabaje o se le reconozcan “servicios valiosos”, incluidos los sentenciados por asesinatos premeditados.
Además, según consta en una minuta de una reunión que sostuvieron el entonces nuevo secretario de Corrección, Carlos Molina, Rivera Schatz, el alcalde de Yauco, Abel Nazario, y el hoy convicto exsenador Héctor Martínez con el entonces líder de la Asociación Ñeta, Bonifacio López Rivera, y su directiva, se les prometió volver a segregar las instituciones para que los distintos bandos no estuvieran mezclados, pero lo harían gradualmente para cuidarse “de la opinión pública”.
“Nos van a separar pero poco a poco porque se van a cuidar de la opinión pública, del (exsecretario) Miguel Pereira, y de la alta jerarquía que todavía queda en Corrección y que no está de acuerdo con la política pública de la administración. Se notará el cambio a largo plazo”, dice el punto tres (“mezclaera”) de la minuta de los Ñeta, copia de la cual fue suministrada a El Nuevo Día por fuentes del Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR).
Según la minuta, la reunión tuvo lugar el 28 de febrero de 2009 en la sección de máxima seguridad del Complejo Correccional Las Cucharas, en Ponce.
Evitar la “mezclaera” de los Ñeta con otros bandos carcelarios ha sido un reclamo de estos, aludiendo a razones de seguridad y convivencia.
Pero un capitán correccional -que no se identifica porque se les prohíbe hablar con la prensa sin permiso- indica que cuando en una cárcel todos son del mismo bando se facilita el contrabando de drogas y teléfonos, “porque cuando estaban más mezclados era más difícil ponerse en contubernio entre ellos y el traqueteo se aguantaba”.
En las cárceles boricuas hay en la actualidad cerca de 11,800 reos, de los cuales aproximadamente el 75% son Ñetas. No es posible precisar cuántos confinados votaron por el PNP en las elecciones de 2008 porque la Comisión Estatal de Elecciones (CEE) no segrega los votos emitidos en las cárceles de los emitidos por la población general.
Pero en la primarias del pasado 18 de marzo cerca del 80% de los votos emitidos en las cárceles fueron en los even- tos del PNP, confirmaron el comisionado electoral de ese partido, Edwin Mundo, y la subcomisionada popular, Liza García.
Rivera Schatz no contestó ayer una petición de entrevista sobre este tema.
El acercamiento a los grupos carcelarios, particularmente a la Ñeta, fue iniciado en 2007 por Rivera Schatz en busca de votos para el exgobernador Pedro Rosselló, quien enfrentaba en primarias a Luis Fortuño.
ARREGLO TEMPRANO
Días antes de las primarias, el 28 de febrero de 2008, Rivera Schatz y el entonces abogado de la Ñeta, Damián Planas, anunciaron en una conferencia de prensa el respaldo a Rosselló de los Ñeta y los otros dos bandos principales de confinados, Los 27 y Los 25.
También endosaron al hoy convicto exsenador Héctor Martínez, a Lornna Soto y a Roger Iglesias, entre otros.
Documentación en poder de este diario incluye las propuestas hechas por los confinados a Rosselló el 4 de septiembre de 2007 y la respuesta de Ri- vera Schatz el 30 de septiembre de ese año. “Debe revisarse y en algunos casos eliminarse por completo la legislación y reglamentación aprobada por la presente administración PPD”, escribió Rivera Schatz a los tres líderes de confinados, pasando a enumerar siete puntos a los que se daría seguimiento después de las primarias.
En sobres sellados por el correo el 28 de febrero de 2008, tres de los cuales obtuvo ese diario, llegaron a confinados en diversos penales papeletas modelo de la CEE con cruces debajo de los candidatos de la plancha de Rosselló.
Un exmiembro del liderato Ñeta, que ya cumplió su pena y que pidió permanecer anónimo, dijo que Rivera Schatz llegó “bendecido” ante los confinados por su relación con el exsenador Martínez, quien logró “prestigio” en el bajo mundo cuando inspeccionaba penales con el fenecido narcotraficante José “Coquito” López como “asesor”.
Luego de que el ahora gobernador Luis Fortuño ganara la primaria, Rivera Schatz lo apoyó y le aportó su alianza con los confinados. El alcalde Nazario se sumó a las reuniones con líderes de los presos. “Antes de las elecciones, aquí estuvieron Rivera Schatz y Abel Nazario con su plataforma política”, dijo, por su parte, un líder intermedio de los Ñeta que está en el Complejo Correccional de Ponce.
El licenciado Planas confirmó que a través de esos intermediarios “se hizo un compromiso” con Fortuño.
Durante todo este período de negociaciones ya había quedado establecido el carácter criminal de la alta estructura Ñeta. En el 2003, la Fiscalía federal acusó al entonces vicepresidente Saturnino Rivera Adorno y otros líderes de utilizar las estructuras de mando de la organización para traficar drogas y armas. Los acusados
se declararon culpables.
En la actualidad, el Negociado Federal de Investigaciones (FBI) conduce otra pesquisa sobre la actividad de narcotráfico en las cárceles a cargo de los Ñeta y sobre la posibilidad de que parte del dinero que genera esa actividad sea usado para costear campañas políticas, según fuentes de El Nuevo Día.
El nombramiento de Carlos Molina como jefe de Corrección fue anunciado a la prensa por Planas un día antes de que el gobernador electo Fortuño lo anunciara, el 10 de diciembre de 2008.
Ayer, Planas criticó a Molina, actual candidato del PNP a la alcaldía de Arecibo, y dijo que este “no tenía capacidad para administrar” la agencia. Pero, señaló que lo apoyaron porque “se entendía que él tendría que cumplir con los acuerdos que se hicieron con Fortuño”.
‘CONTENTO’ BONIFACIO
Nueve días después de haber tomado posesión el nuevo gobierno, Rivera Schatz, Molina y Abel Nazario fueron al Complejo Correccional de Bayamón y se reunieron con el entonces “líder máximo” de la Ñeta, Bonifacio López Rivera, según ellos mismos explicaron en una rueda de prensa en la institución. “El secretario tiene varios proyectos que le parecieron extraordinarios a Bonifacio”, dijo allí Rivera Schatz.
Según la minuta de la Asociación Ñeta, esa reunión tuvo seguimiento el 28 de febrero siguiente. En esa fecha, Rivera Schatz, Nazario y Martínez se reunieron con López Rivera y su plana mayor.
Allí discutieron desde cambios al reglamento de disciplina de los presos, “una propuesta para que las sentencias de 99 años puedan bonificar”, buscar una solución a la Ley 49 que impide a asesinos y pederastas beneficiarse de desvíos, hasta el que vendan cigarrillos, tenis de marca y ropa en la comisaría y se buscaran espacios para fumar.
Al aprobar la Ley 208 para bonificar por estudio y trabajo sin excluir a los convictos por asesinato, Rivera Schatz y Fortuño atendieron el compromiso plasmado en la minuta del 28 de febrero de 2009 de que “las sentencias de 99 años pudieran bonificar”.
El tema de las bonificaciones que reducen las sentencias es vital para los confinados y sus líderes. Tanto así que el exlegislador y actual comisionado electoral del PNP, Edwin Mundo, indicó que haber radicado un proyecto para eliminar la bonificación por buena conducta le costó ser derrotado en las primarias de 2004.
“Iba ganando y la perdí cuando contaron los votos de los confinados”, recordó Mundo. “Cuando te ponen el sello no te lo quitan”, sostuvo al testimoniar sobre el poder político de las organizaciones de confinados.
Un capitán de la guardia penal sostuvo que la separación de los bandos ha creado problemas en el manejo de los presos de custodia máxima. “En una sección de 34 presos en una cárcel o módulo de los Ñeta hay cinco celdas vacías y, si no son Ñetas, no puedes ponerlos ahí. Entonces se quedan ataponados en los centros de ingreso”, agregó.