El Nuevo Día

Pesquera dice que hay que disparar “a matar”

Superinten­dente da polémico consejo

- POR JAVIER COLÓN DÁVILA jcolon@elnuevodia.com

EN MEDIO de una de las peores rachas de asesinatos del 2012 y mientras los robos domiciliar­ios se convierten en una amenaza más real cada día, el superinten­dente Héctor Pesquera instó ayer a la ciudadanía que tiene un arma de fuego a que, si un intruso entra a su residencia, la use y dispare “a matar”.

En la tarde, sin embargo, el coronel Reinaldo Bermúdez, jefe de la Superinten­dencia Auxiliar de Operacione­s Estratégic­as, suavizó un poco el lenguaje al manifestar que la meta de cualquier persona que se defienda de un ataque debe ser “neutraliza­r” a su asaltante.

Incluso indicó que hay que ver cada caso “en sus méritos”.

La chispa la encendió ayer Pesquera en un programa radial (WKAQ), cuando indicó inicialmen­te que una víctima de robo domiciliar­io no debe enfrentar a su atacante y que debe cooperar en todo momento, pero que si el residente tiene un arma de fuego, debe disparar, no para herir, sino “para matar”.

“El problema de esto es que, cuando hay una confrontac­ión de esta naturaleza y hay dos personas con armas de fuego, es muy difícil uno, dentro del estado de ánimo que uno está, hacer alarde de su puntería y decir: voy a darle en el brazo izquierdo. Eso no existe”, dijo Pesquera.

“En el momento donde hay esa confrontac­ión, lo que hay que hacer y lo que se recomienda es que si uno tiene que dispararle, ojalá no, pero si tiene que disparar, dispare a la masa, al cen- tro”, agregó.

Los incidentes en que un asaltante muere a manos de un civil en medio de un intento de robo a mano armada son relativame­nte pocos.

El año pasado, un asaltante y una de sus víctimas murieron durante un robo domiciliar­io en la urbanizaci­ón Las Cumbres II, en San Juan. Según la investigac­ión, Guillermo Picó Muñoz disparó contra Christian Tanco Villegas cuando este último entró a su casa para asaltarlo. Ambos murieron.

Al responder a las expresione­s de su supervisor, quien no estuvo disponible para la prensa, Bermúdez indicó el objetivo es neutraliza­r al atacante para evitar que cause daño a los residentes.

“Y la única forma en que puede hacerlo, si tiene un arma legal, es disparándo­le”, dijo Bermúdez.

El oficial dijo que, en un eventual proceso criminal, la presunción siempre va a obrar a favor del residente. “Se expone (el asaltante) a lo que el residente haga. No podemos estar dentro de cada persona para saber cómo piensa, pero aquí se entra en un estado de pánico. Si el sujeto entra con la mano en el bolsillo, con un cuchillo, la persona entra en pánico y si tiene un arma la va a utilizar”, insistió Bermúdez.

DEBE SER PROPORCION­AL

No obstante, destacó que existe el elemento de “proporcion­alidad”, algo en lo que coincidió -en entrevista por separado- el comandante Carlos Miranda, jefe de la región de Carolina.

Por ejemplo -coincidió Miranda- un ataque con un palo de escoba no se repele con un arma de fuego, pero el escenario cambia si el arma del atacante puede causar grave daño corporal como un rotén, un cuchillo o un arma de fuego.

Igualmente, dijo Miranda, el hecho de que un autor de un robo domiciliar­io le dé la espalda a la víctima no significa que el residente no pueda utilizar un arma, ya que se entiende que el ladrón pudiera hacer un disparo mientras va en retirada.

En cuanto a la defensa que pueda esgrimir el residente, todo comienza con la admisión de que hirió o le quitó la vida a un intruso. Luego, la Policía y la fiscalía evalúan si procede la alegación de legítima defensa.

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EL coronel Reinaldo Bermúdez suavizó las expresione­s de su jefe.

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