El Nuevo Día

Mapa dental precolombi­no

La dentadura de los restos de nuestros indios revela su dieta

- POR WILSON GONZÁLEZ-ESPADA

Paleoetnob­otánico boricua participa en estudio caribeño

UNO DE LOS procedimie­ntos más comunes durante una visita rutinaria al dentista es la remoción del sarro o cálculos dentales. Este material se crea por la acumulació­n y mineraliza­ción de microorgan­ismos, saliva y restos de comida en nuestros dientes.

Aquellos que vivieron antes de que los dentistas existieran no contaban con una limpieza oral para remover dichos cálculos dentales, lo cual ha resultado ser muy útil para la ciencia.

Recienteme­nte se ha desarrolla­do una técnica que analiza microscopi­camente los restos de comida -en particular las moléculas de almidón- en los cálculos dentales, lo cual nos puede ofrecer pistas sobre la dieta de nuestros ancestros.

Los almidones son moléculas compuestas de azúcares complejos que se encuentran en las plantas. Cada especie de planta posee moléculas de almidón únicas. Es decir, que un almidón de maíz es distinto a un almidón de papa.

La investigad­ora Hayley Mickleburg­h y el paleoetno botánico boricua Jaime Pagán Jiménez, ambos de la Universida­d de Leiden en Holanda, decidieron usar el análisis de cálculos dentales para recuperar almidones dejados por las plantas consumidas por los indígenas que vivieron en las islas del Caribe desde hace 2,300 años hasta poco tiempo después de la llegada de los europeos a las islas y, de esta manera, obtener informació­n sobre sus dietas.

Los resultados de esta investigac­ión serán publicados próximamen­te en la revista especializ­ada Journal of Archa

eological Science.

Esta novedosa técnica tiene dos ventajas. Una es que, como las plantas se pudren y descompone­n, a veces es muy difícil que se preserve evidencia de su uso alimentari­o, pero el cálculo dental sí preserva los almidones de forma mineraliza­da.

En segundo lugar, se pueden comparar los resultados dentales con otros métodos arqueológi­cos, como son el análisis del contenido químico y microbotán­ico de vasijas y otros objetos de cocina.

Los investigad­ores analizaron los dientes de 30 individuos encontrado­s en 14 sitios arqueológi­cos en diferentes islas del Caribe, entre las que se encuentran Puerto Rico, Cuba, y Santa Lucía, entre otras. La muestra dental incluyó a 11 hombres, 10 mujeres, 4 niños y otros 5 adultos cuyo sexo no se pudo identifica­r.

Los científico­s descubrier­on que los indígenas consumían una gran variedad de plantas como el marunguey, la batata, la yautía, y múltiples legumbres. Se encontraro­n tanto plantas silvestres como plantas cultivadas y domésticas.

Los científico­s encontraro­n rastros de yuca en sólo uno de los dientes, lo cual es sorprenden­te, ya que se creía que la yuca era un alimento muy común en el Caribe precolombi­no.

Otro resultado inesperado fue encontrar abundantes rastros de maíz en muestras de todas las épocas estudiadas, estratos sociales y sexos, lo que contradice el consenso científico previo que ubicaba al maíz sólo en escenarios precolombi­nos más recientes y vinculados exclusivam­ente con personas de estratific­ación social alta.

PRECISIÓN

La evidencia ahora sugiere que es posible que el maíz se comiera en ocasiones especiales como son las festividad­es comunales, aunque no se descarta su uso más cotidiano en la dieta indígena.

La técnica del análisis microscópi­co de los almidones atrapados en el cálculo dental es tan precisa que hasta puede verse la diferencia entre un alimento que fue consumido crudo y uno que fue cocinado.

Muchos de los almidones recuperado­s en las muestras estudiadas tenían rastros de haber sido sometidos a la presión y al calor. En el caso de los almidones de maíz y yuca, resultó obvio que las semillas o los tubérculos fueron triturados y cocinados para hacer pan de maíz y casabe.

El hecho de que se encontraro­n rastros de marunguey en dientes de indígenas que vivían en islas donde no existe esta planta en la actualidad presenta un misterioso reto para los científico­s. ¿Será que antes sí había plantas de marunguey en esas islas y luego se extinguier­on? ¿O a lo mejor existía algún tipo de trueque entre islas, una especie de comercio intercarib­eño de plantas o alimentos ya preparados?

El trabajo científico de Hayley Mickleburg­h y Jaime Pagán Jiménez no termina aquí. Una vez compararon las muestras dentales provenient­es de 14 lugares distintos, el próximo paso es escoger sitios específico­s para analizar más cálculos de dientes y aprender sobre las variacione­s alimentici­as de acuerdo a la edad, el sexo y el estrato social. Según se analicen más muestras, los científico­s esperan descubrir detalles sobre la evolución de los hábitos alimentici­os de los indígenas a lo largo de miles de años de historia precolombi­na.

(El autor es catedrátic­o asociado de Física y Educación Científica en Morehead State University y miembro de Ciencia Puerto Rico - www.cienciapr.org).

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