Peyo Mercé
En el famoso cuento de Abelardo Díaz Alfaro, el maestro cuyo nombre da título al texto, se ve obligado a enseñar inglés para salvar sus habichuelas.
El humor y la ironía del relato, que narra las peripecias del maestro por enseñar el idioma se ejemplifican en la frase: “Si yo no lo masco bien, ¿cómo lo voy a hacer digerir a mis discípulos?”
Pero, el bueno de “Peyo Mercé” intenta seguir las órdenes de sus superiores y comienza la enseñaza del inglés con las consecuencias cómicas que conocemos, todos los que leímos el cuento o vimos la película basada en él.
Parece que este cuento, publicado en 1947, ha regresado a la vida en el 2012. En agosto del presente año se espera que 31 escuelas públicas se encaminen hacia la enseñanza bilingüe.
Como en este país en el que tuvimos la dicha de nacer, no se pueden suspirar dos veces seguidas sin que ambos suspiros tengan una connotación política, resulta ahora, como ha resultado siempre, que los que esgrimen razones válidas para expresar su temor ante la idea, sean tildados de retrógrados y reaccionarios por aquéllos que la impulsan.
Ocurre también que el lanzamiento de estas ideas refritas, se utiliza como cortinas para esconder, por ejemplo, el baile de los millones al que ni usted ni yo fuimos invitados y que se esfumaron con la muerte, a Dios gracias, del gasoducto.
Podemos estipular que la enseñanza del inglés como segundo idioma en el sistema público de educación ha sido un fracaso estrepitoso. Y que se requiere análisis, una mala palabra para los burócratas, para encontrar un método efectivo de enseñanza y que no hay suficientes maestros bilingües para proveer la educación que se pretende.
Quisiéramos todos que nuestros niños aprendan al menos tres idiomas. Que esta isla sea como Aruba donde los estudiantes hablan con fluidez varios idiomas.
Será cosa de darse una vueltita por esa isla y ver cómo lo hacen, copiar lo que funciona y no seguir amargándole la vida en pleno año 2012 al bueno de “Peyo Mercé”.
La autora es abogada y escritora.