El Nuevo Día

A palos contra la transparen­cia

Múltiples trabas impiden el acceso a informes de legislador­es El Nuevo Día los invita a dar a conocer sus informes de manera voluntaria

- POR EUGENIO HOPGOOD DÁVILA ehopgood@elnuevodia.com

EL PROPÓSITO de la Ley de Ética Gubernamen­tal, implantada hace 27 años, fue “restaurar la confianza del pueblo en su Gobierno y en sus funcionari­os públicos”, mediante la recopilaci­ón de la informació­n financiera de los funcionari­os, de modo que el país supiera cuáles eran sus haberes económicos al llegar al puesto oficial y de qué manera, si alguna, cambian mientras están ejerciendo funciones oficiales.

Así mismo, otras leyes y reglamento­s fueron aprobados durante los años subsiguien­tes, para que el país tuviera una idea de la situación económica de las personas que le sirven desde puestos oficiales.

Pero recienteme­nte la tendencia se revirtió y, con el tiempo, la Legislatur­a y la Comisión Estatal de Elecciones (CEE) han ido haciendo más difícil el acceso del público a la informació­n financiera de los funcionari­os, principalm­ente los legislador­es, lo cual es una de las herramient­as más importante­s para detectar e, incluso, disuadir ciertas modalidade­s de corrupción gubernamen­tal.

Por esta razón, El Nuevo Día ha comenzado hoy un proceso de solicitud de los informes financiero­s de los legislador­es, en las secretaría­s de la Cámara de Representa­ntes y el Senado, indicó el director asociado de este diario, Benjamín Morales Meléndez.

Morales Meléndez indicó que también se le ha solicitado a cada legislador, de manera individual, que acceda a entregar copias de sus informes sin esperar por el engorroso trámite reglamenta­rio.

“Hemos decidido tomar este paso como una medida para que el pueblo tenga acceso a una informació­n que es fundamenta­l para conocer quiénes son sus legislador­es”, dijo Morales Meléndez.

Mediante el examen de los informes financiero­s de los legislador­es, el periódico pretende que el público pueda tener el beneficio de conocer si las finanzas de sus legislador­es son claras, plantean conflictos de intereses o hay datos que arrojen cuestionam­ientos sobre la legalidad de sus ingresos y la proporción de estos con el estilo de vida que ostentan, entre otros elementos que

nanzas de sus legislador­es son claras, plantean conflictos de intereses o hay datos que arrojen cuestionam­ientos sobre la legalidad de sus ingresos y la proporción de estos con el estilo de vida que ostentan, entre otros elementos que legítimame­nte puedan ser parte del responsabl­e escrutinio público al que debe someterse un candidato.

LA BARRERA DEL CÓDIGO

El Código Electoral de Puerto Rico para el Siglo XXI, aprobado el año pasado, ha sido considerad­o por muchos como uno de los golpes más contundent­es a la transparen­cia legislativ­a, debido a que eliminó el requisito de que los candidatos entregaran el estado financiero del año anterior a la radicación de candidatur­a y las planillas de contribuci­ón sobre ingresos de los cinco años anteriores a dicha radicación.

El secretario de la CEE, Walter Vélez, explicó que el Código Electoral “elimina las planillas y el informe financiero”. La legislació­n, tal y como fue aprobada el año pasado, solo requería una certificac­ión del secretario de Hacienda de que el candidato había rendido sus planillas durante los pasados cinco años.

Esto solo confirma que el funcionari­o cumplió con la radicación, pero deja sin referente público alguno sobre sus ingresos, gastos, inversione­s o conducta financiera.

La ley se enmendó en enero de este año, para restaurar el requisito de la presentaci­ón de las cinco planillas pasadas, en el caso de los candidatos legislativ­os, y de las diez planillas pasadas, en el caso de los candidatos a la gobernació­n. Pero en el momento en que fue aprobada ya había culminado el periodo de radicación de candidatur­as pa- ra las elecciones de noviembre y solo aplica a los que aspiren en el 2016, dijo Vélez.

Los que resulten electos tienen que radicar un estado financiero auditado del año anterior para ser juramentad­os.

Por otra parte, los informes financiero­s anuales requeridos a los legislador­es en la Oficina de Ética Gubernamen­tal (OEG), entre otros funcionari­os, siempre han sido de difícil acceso para el público. En el caso de los legislador­es, el requisito de radicar informes anuales no comenzó hasta 1997, cuando los cuerpos legislativ­os aprobaron los reglamento­s pertinente­s.

Ya en esos primeros reglamento­s legislativ­os, al igual que en la Ley de Ética Gubernamen­tal de 1985, se disponía que un ciudadano solo podía tener acceso a los informes financiero­s de los legislador­es, cuando “demuestre la necesidad de someter datos adicionale­s que revelen posibles violacione­s de ley”.

Desde 1997, el reglamento cameral ya le exigía al ciudadano cumplir con un intrincado proceso, para tener acceso a esa informació­n.

PROCESO LABERÍNTIC­O

La reglamenta­ción incluía juramentar la solicitud y obligaba al director de Ética Gubernamen­tal a considerar y determinar la credibilid­ad de las fuentes de informació­n, la particular­idad y la veracidad de la informació­n sometida, así como el grado de probabilid­ad de que se haya violado el Código de Ética o este reglamento”.

Más tarde se le agregó, en Cámara y Senado, el requisito de que se presentara una querella contra el legislador, al momento de solicitar acceso a la informació­n financiera.

La solicitud del documento estaba condiciona­da a que el ciudadano tuviera de antemano una queja sobre la conducta o desempeño del funcionari­o. Esto, tal vez, es parte de lo que ha ido creando la impresión pública, y en el propio legislador, de que solicitar acceso a esa informació­n es una forma de adjudicarl­e algún señalamien­to o conducta indebida.

En el Senado, desde 1997, el cuerpo legislativ­o se convirtió en el custodio de los informes financiero­s de los senadores, una vez auditados por la OEG al pasar 90 días de su radicación, explicó la portavoz de la OEG, Jeniffer Rodríguez Ayala. Mientras que en la Cámara, este traspaso de custodia de los documentos no ocurrió hasta el reglamento cameral de 2009, que es el vigente.

En otra dirección, un desarrollo que podría interpreta­rse como positivo en cuanto al acceso público surgió en el Reglamento del Senado de 2010. Aunque dispone los mismos requisitos altamente restrictiv­os para que el ciudadano pueda acceder directamen­te a los informes financiero­s, establece que “estos requisitos no serán exigidos a la prensa acreditada”, que con meramente solicitarl­o por escrito podrá obtenerlos.

Esto podría tener el resultado de ampliar el acceso público -aunque limitado-, cuando la prensa asuma el rol representa­tivo del interés ciudadano por esta informació­n. El reglamento de la Cámara no hace tal salvedad.

Por otra parte, la nueva Ley de Ética Gubernamen­tal del 3 de enero de 2012 establece que, una vez auditados por la OEG, habrá unos “resúmenes” de los informes financiero­s anuales disponible­s en la página de internet de dicha dependenci­a pública.

Estos resúmenes incluirán la informació­n sobre el total de ingresos, los activos y pasivos, y un renglón de “otras transaccio­nes financiera­s” de los funcionari­os y legislador­es. Está por verse si dichos resúmenes permitirán una fiscalizac­ión adecuada de las finanzas de los funcionari­os. Todavía la página no refleja los informes anuales.

TRABAS EN LA CEE

Otro factor que complica la fiscalizac­ión de las finanzas de los legislador­es y otros candidatos es la enmienda del pasado 3 de julio al Código Electoral de Puerto Rico para el Siglo XXI, que ahora impide que los informes de gastos e ingresos de campaña estén disponible­s al público hasta pasados 90 días, plazo que tiene el contralor para evaluar los informes y buscar que se subsanen los defectos y las violacione­s de ley que puedan tener.

El valor del acceso a estos documentos va más allá de auscultar los gastos de campaña. En muchos casos, constituye­n una pieza fundamenta­l en el ejercicio de un análisis comparado entre los datos provistos en planillas y estados financiero­s, y la participac­ión económica que los candidatos hayan tenido en las finanzas de su campaña, como préstamos y reembolsos, entre otros.

La informació­n de los gastos de campaña a menudo refleja transaccio­nes entre el propio candidato y su comité de campaña, lo que arroja luz sobre las finanzas personales.

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