Coment-arte
Los comentarios son una lupa cultural isleña y el toque final a cualquier lectura. No me los pierdo.
Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos compartir ideas, preocupaciones, hacer llamados públicos y manifestarse es un derecho a la libre expresión que fomenta el avance político, social y artístico.
Más que un avance social, estos tienen su propia división, Coment-Arte. Y, más que resolver o avanzar es hacer happenings. Si no lo ha hecho todavía, prepárese para un banquete porque se va a hartar. Déle clic a la edición digital.
Se subdividen en grupos. Fotuteros partidistas: la culpa siempre es de Fortuño, García Padilla, el ELA o el PNP, o la plancha que esté de turno aunque el artículo reseñe a la abuela herida por la policía, la boda de un perro en Suiza o las tonterías de Maripily.
Los cínicos no afiliados: conocen la gramática y saben cómo usarla. Son abstemios del tribalismo. Al igual que los fotuteros, son infatigables comentaristas diarios. Los religiosos fundamentalistas: el nombre los define.
Los que no creen ni en la luz eléctrica: un cruce entre los fotuteros y los religiosos fundamentalistas. A veces no se entiende qué rayos quieren decir porque tienen cero en gramática lo que “bendría ziendo la norma jeneral”.
Tres gatos más: el ingenuo con buenas intenciones que tiene algo que decir pero es devorado por todos los anteriores.
El que alegue que la mala sangre está en la calle no ha probado Coment-Arte.
Medidor por excelencia del calibre portorricensis. Demostración clara desde el pueblo de qué está hecho el gobierno. Una pena que solo se dé en la edición digital donde la seguridad de la memoria se puede desvanecer con tan solo darle delete. Así que, para los efectos de su futuro, no existe el pasado.
Menos mal que por las imberbidades no pesa una orden de arresto o macanazos en contra de nadie. Anonymity is bliss!
La autora es traductora y escritora.