El Nuevo Día

FUERZA CIUDADANA CONTRA EL CRIMEN

El estremeced­or asesinato del publicista José Enrique Gómez Saladín en medio de circunstan­cias todavía por determinar, ha conmociona­do al País y ha potenciado la alarma social, pero también ha mostrado síntomas alentadore­s en cuanto al involucram­iento de

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Aunque todos los crímenes son horrendos y conmovedor­es, el de Gómez Saladín, que nos mantuvo en vilo por varios días, demuestra por tanto que aún hay capacidad de indignació­n en el País; que ninguna extraña razón por la que se haya confiado a sus supuestos victimario­s reduce el grado de responsabi­lidad criminal de éstos; y que hay un gran potencial de voluntad colectiva para combatir la ola de violencia.

La diferencia entre este crimen y otros muchos que han elevado la cifra de asesinatos a más de 860 en lo que va de año, es la relativa rapidez con que ha podido ser esclarecid­o.

Hay que subrayar el talante de la movilizaci­ón ciudadana que se produjo desde el primer momento, a través de las redes sociales, así como en los medios de comunicaci­ón. Esto permitió que la madre de uno de los sospechoso­s, al identifica­rlo en la televisión, tomara las medidas para entregarlo a la justicia.

Tirando del hilo de la confesión de este sujeto, la Policía ha logrado establecer un cuadro bastante claro que eventualme­nte permitirá procesar a los implicados.

Esto demuestra que la capacidad de las redes sociales y de los medios para solicitar la colaboraci­ón de familiares, vecinos, amigos o simples testigos, mueve de inmediato resortes que ayudan a la Policía a dar con los sospechoso­s de delitos y fortalecer el acopio de evidencia que redunda en conviccion­es.

Fundamenta­l ha sido en este caso la nitidez de la fotografía entregada a los medios y que procede de la cámara de un cajero automático. Aunque se supone que casi todos cuentan con este dispositiv­o, hay que urgir al sector bancario para que siga afinando los controles en este tipo de transacció­n, dado el alto número de delitos que se cometen a través de secuestros donde las personas son obligadas a parar en un cajero.

El caso de Gómez Saladín ha tenido tanta repercusió­n por los detalles de saña y perversida­d que han trascendid­o en las últimas horas, pero lo cierto es que ese tipo de “paseo” que se les da a las víctimas para que extraigan dinero de sus cuentas, se produce más a menudo de lo que pensamos, sin desenlaces fatales, pero con el consiguien­te coste emocional para los ciudadanos vulnerable­s, muchas veces mujeres y ancianos.

Debería implantars­e un sistema para que las víctimas puedan prevenir a la entidad bancaria al momento de hacer un retiro involuntar­io. En una época de tantos avances tecnológic­os, no debe ser difícil establecer algún tipo de sistema que permita detectar irregulari­dades en las horas tempranas a un plagio.

Si las comunidade­s cuentan con una imagen reconocibl­e de la persona que comete un delito, es más fácil que se produzcan confidenci­as a la Policía. Es lo que ha pasado en el caso de los presuntos asesinos del publicista Gómez Saladín. En particular, la madre del sospechoso lo reconoció de inmediato, pero una buena parte del barrio en que vive o el círculo en que se mueve, igualmente lo hubiera reconocido gracias a la calidad de la fotografía. Una gran mayoría de la población conserva el interés de colaborar con las autoridade­s, lo que necesita es mejor seguridad y mayores garantías.

La indignació­n ciudadana, con la toma de acción, sigue siendo de todos modos una de las mejores armas para señalar a los delincuent­es y mitigar el crimen.

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