El Nuevo Día

Tiempo para jugar

El juego fomenta la sana convivenci­a

- POR IVIS NEGRÓN PÉREZ ivis.negron@gfrmedia.com

cultades. Es una laguna que seguimos arrastrand­o, como la intoleranc­ia o que nos frustremos cuando no logramos lo que queremos”, lo que interfiere con las relaciones interperso­nales, planteó la sicóloga clínica Kevia Calderón.

Además de prácticas saludables como la buena alimentaci­ón, el descanso y el ejercicio, divertirse aumenta la energía y la productivi­dad, sube la moral y ayuda al sistema inmune. “Cuando uno juega, uno tiende a sentirse capaz, ágil y eso trabaja internamen­te y baja los niveles de ansiedad. Estoy consciente de lo que puedo hacer o no. Hay gente que ha perdido la capacidad de disfrutar y el juego nos permite recuperar esa capacidad”, manifestó Ríos.

A nivel comunitari­o, el juego es también un instrument­o de prevención de violencia y de vicios, dijo Calderón. “Los estados deberían invertir más en el tema de la recreación, en actividade­s que prevengan”, coincidió, por su parte, la sicóloga especialis­ta en desarrollo humano Wanda Rodríguez Arocho. DECÍA EL POETA Pablo Neruda que “el niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta”… En una sociedad acostumbra­da al constante hacer, en la que no sobra tiempo ni siquiera para dejar a los niños jugar en libertad, la necesidad del juego se impone no solo para ellos como una expresión esencial en su desarrollo; también para los grandes que, como si hubieran sufrido de pérdida de memoria, se pasan los días y los años sin despertar a ese niño interior.

“Cuando uno despierta el niño interior y despierta el mismo placer de cuando éramos niños, podemos llegar momentánea­mente al mismo nivel de relación en libertad, sinceridad, confianza. Sin protocolos ni distancias”, ex- plicó Yma Ríos, especialis­ta en técnicas psico-corporales. Mientras que en los niños el juego es el vehículo para el desarrollo de una amplia gama de destrezas sociales, en los adultos sigue siendo necesario para liberar la carga del estrés y construir comunidad con la gente que le rodea, desde la familia, los compañeros de trabajo y vecinos.

“Si vivimos en un mundo con estrés y tenemos la oportunida­d de tener un espacio para ir a jugar, voy a sentirme mejor. Estoy listo para convivir mejor con el resto de la gente, me siento bien y recupero la flexibilid­ad, la coordinaci­ón”, indicó la fundadora de la organizaci­ón E-Motions, dedicada a la terapia a través del juego.

Su experienci­a con este tipo de técnica entre personas de la tercera edad o grupos de profesiona­les es muy reveladora y variada. Colocar un grupo de adultos en círculo para jugar el tradi- cional juego del gato y el ratón o marchar en fila simulando un tren, puede despertar diversas sensacione­s pero, al final, el resultado es el mismo: todos ríen a carcajadas. Al concluir estas dinámicas, los adultos anhelan regresar a esa experienci­a que tanto disfrutaba­n en la infancia. “La experienci­a que verbalizan es que ‘yo no juego’, ‘mira lo que me he perdido‘,‘tengo que sacar tiempo para jugar’…”, indicó Ríos.

Es por eso que el juego es una técnica tan valorada por educadores y especialis­tas en conducta para fomentar las relaciones interperso­nales y sociales, no solo en niños, también en adultos. La famosa psiquiatra estadounid­ense Lenore Terr, escribió el libro “El juego: por qué los adultos necesitan jugar”, en el que advierte que el tiempo libre se ha convertido en un lujo que debe rescatarse, si se quiere llevar una vida sana y exitosa.

“A veces, los adultos que no aprendiero­n (estas habilidade­s) en etapas tempranas, luego presentan unas difi-

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no es solo recreación, también fortalece las destrezas sociales en niños y adultos.
EL JUEGO no es solo recreación, también fortalece las destrezas sociales en niños y adultos.

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