El Nuevo Día

No hay tiempo que perder

- ENRIQUE CRUZ ANALISTA POLÍTICO

Al reseñarse la noticia sobre las prioridade­s establecid­as por el gobernador electo Alejandro García Padilla el 6 de noviembre de 2012, en la misma se enfatiza que “no hay tiempo que perder”. Ya han pasado cerca de 30 días de haber sido elegido y todavía, al momento de escribir esta columna, no se han cubierto las 7 principale­s prioridade­s que debe tener este gobierno entrante. Obviamente no son las mismas que yo menciono aquí, pero son las prioridade­s del mundo financiero. El mundo al que debemos $67,000 millones.

La primera es el nombramien­to a las tres principale­s posiciones del ELA. Es de suma importanci­a designar al presidente del Banco Gubernamen­tal de Fomento, al secretario de Hacienda y al de la Oficina de Gerencia y Presupuest­o. La segunda acción es la notificaci­ón a las llamadas corporacio­nes foráneas de que la Ley 154 se va a dejar en un 4% de contribuci­ones o en el actual 3.75%, pero que menos de eso, no se puede.

El cuadro se completa presentand­o el plan de “arreglo del sistema de retiro”. Esto conlleva someter la legislació­n de la “medicina amarga”, (perdón, eso está prohibido decirlo) y comunicarl­a a los futuros afectados. ¿Cuáles son esos cambios al sistema de retiro? Bien sencillo: 1), eliminar todos los bonos especiales; 2), bajar el famoso 75% de la pensión al promedio de Estados Unidos del 60% de lo cotizado, y 3), subir la edad de retiro. En el Seguro Social han elevado la edad; con el progreso de la medicina, se ha demostrado que podemos vivir más: así que hay que trabajar más. También debería de eliminarse la guachafita ésa de tomar como base el salario de los últimos 3 años y hacerlo al promedio de los últimos 10 años. Obviamente todos estos cambios serían para los que no gozan de los beneficios, para los que no han entrado aún al disfrute del sistema.

Luego de tener todo lo arriba hecho, comunicado, legislado y digerido, hay que emprender la cuarta prioridad. La más difícil: eliminar toda posibilida­d de una degradació­n del crédito y de los bonos. Si se degradan los bonos, se degrada todo. Se degrada la economía, la inversión; en fin, todo. Y, que quede claro, es más fácil bajar que subir.

La quinta y la sexta prioridade­s van de la mano y para ésa se le puede pedir más tiempo a los bonistas y a las casas acreditado­ras. No es algo fácil, pero para ello hay un chin más de tiempo. La administra­ción electa tiene que cuadrar los 6 meses de presupuest­o que le dejan y preparar unas cuentas cuadradas para el año fiscal 2013-2014, ya que deben de tomar en cuenta que los recaudos van cuesta abajo. A menos que la Ley 154, como dije al principio, la dejen al 4%.

El siete se supone que sea el número de la suerte, pero la realidad es que la séptima prioridad puede ser tan difícil como la cuarta, la de eliminar cualquier posibilida­d de una degradació­n del crédito a corto plazo. Ésta tiene que ver con la parte política, con el Senado y la Cámara, con los egos, con la pajita en el hombro, pero sobre todo con las posturas que van a establecer las pautas de lo que va a ocurrir en este cuatrienio.

Esta parte política, ya de por sí afectada, esta resentida por varios nombramien­tos que ha hecho el gobernador electo García Padilla. Aquí es donde con mucha probabilid­ad se negocie el dejar para “más tarde” la ya famosa y fallida reforma legislativ­a. Porque para pasar todo lo antes mencionado, se necesitan los votos sólidos de la mayoría. ¿Sencillo, verdad?

En Estados Unidos, Barack Obama y todos los medios están en alerta ante el “barranco fiscal” que viene el 2 de enero 2013. El mismo presidente ha dicho que quiere resolver esto antes de la Navidad. Pero aquí, no tenemos ese plazo del 2 de enero. Aquí, si no hacemos en los próximos 15 días la gran mayoría de lo arriba expuesto, nos llevó Pateco.

El que esté pensando que por ventajería política puede tomarse el riesgo de una degradació­n para achacársel­a a la administra­ción saliente, está bien, pero que bien equivocado. Se podría interpreta­r hasta como un acto de traición. La ruta es sencilla, clara y sin titubeos. Si lo que apremia es el tiempo, no hay tiempo que perder.

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