El Nuevo Día

Los tesoros de la basura

El artista Nick Quijano les da una mirada estética a diversos objetos en una exposición que descubre las infinitas posibilida­des de los desechos

- POR CARMEN GRACIELA DÍAZ Especial El Nuevo Día

Cuando una visita se ha hecho al mismo lugar durante 31 años, lo que se queda impregnado en el ojo y la mente tiene tiempo para desarrolla­rse, para sentirse de otro modo.

Una bolsita entretejid­a lo ha acompañado en ese tiempo rumbo a la playa de Cascajo en la barriada La Perla del Viejo San Juan y de regreso a su taller. La mirada sostenida a toda basura que le parece bella le devuelve una conversaci­ón. Se lleva esos objetos, los pone en el piso. Son sus tesoros, y una nueva historia comienza.

Así han pasado tres décadas en la vida del artista Nick Quijano, y el resultado se contempla en sobre 100 obras (entre las que hay esculturas, instalacio­nes, fotografía­s realizadas con estos objetos que se han denominado “arquefacto-grafías”, ensamblaje­s, maquetas, retratos y relieves) que retan toda noción acerca de la basura.

El nombre de esta muestra, Basura , apunta a las partes que componen este todo, que es todo menos innecesari­o. Esta gama de imágenes sugerentes y lúdicas se revela en el Museo de Las Américas en el Viejo San Juan desde mañana, cuando inaugura esta exhibición a las 6:00 p.m.

La muestra, que se expone como parte de las actividade­s para la conmemorac­ión de los 20 años del Museo de Las Américas, incluye la presentaci­ón del documental Basura: (así, con dos puntos) del cineasta Roberto “Tito” Otero.

“Empezó en 1981 en una visita a la playa de Cascajo y, como en el verano la marea tiende a bajar, en ese momento había muchas piedritas de colores. Daban la sensación de una playa de Rubén Darío, de esmeraldas y rubíes, y disfruté eso mucho. Pero me empecé a fijar en las otras piezas que no eran tan supuestame­nte lindas”, relata.

Alambres, peines, suelas, tacos de zapato, tapas, botellas plásticas, cadenas, piezas de goma, correas y enseres eléctricos destartala­dos se le presentaro­n y decidió mirarlos desde otro lugar.

“Yo no sabía qué hacer con esas piezas; las disfruté por su valor estético”, explica sobre las sensacione­s que vivió durante dos años de pensar (y repensar) esos objetos hasta convertirl­os en las primeras obras en las que la basura era su materia prima.

Varias exposicion­es con esta temática siguieron a través de los años, así como colaboraci­ones con la familia Vasallo en Ponce en las que pudo explorar los desechos desde distintas vertientes hasta crear otro tipo de objetos.

Rememora que el espectro de posibilida­des se amplió y esas búsquedas y

procesos desembocar­on (como el agua que los trajo a sus manos) finalmente en esta exhibición.

“Es un título fuerte, pero quiero que se piense qué es la basura, que la miremos con ojos honestos: es basura. Lo importante no es el nombre, sino lo que se va a hacer con ella tanto a nivel personal como con las comunidade­s que se están organizand­o para hacer recogidos y limpiar la Isla”, plantea Quijano, para quien esta muestra es una excusa para discutir el problema de la basura y resaltar todo tipo de gestas que combaten la contaminac­ión ambiental.

CONVERSIÓN E HISTORIAS

En la sala 2 del Museo de Las Américas, donde cohabitan las obras, la imaginació­n se va de paseo. El ojo se inquieta ante bigotes, caras, senos, pantallas, lentes y collares hechos con toda suerte de artefactos, desde llaves hasta dominós. Arriba hay unas nubes de galones; abajo se asoma un nido de cables.

Pero entre todo eso hay unas caras que no se pueden ignorar, ya sea por los elementos que las componen o por el reto que lanzan con su mirada.

“Son gente de mi vida, de mi entorno afectivo y social, de la calle, y también son autorretra­tos en cierta manera”, cuenta Quijano.

Hay mucha gente en esta exhibición, la que él hizo, y la que hace que el proyecto de Basura exista porque, según este hacedor artístico, el componente educativo de la muestra y su mera existencia se deben a una veintena de personas que muestran “lo mucho que se hace y todo lo que se puede hacer” por la conservaci­ón del ambiente.

El reciclaje es otro tema esencial en esta muestra, porque eso es lo que Quijano ha hecho con estas obras: “Es una invitación a la creativida­d”, afirma. Mirar la basura de una manera creativa -señala- no es un proyecto complejo ni política ni económica ni socialment­e.

“Basta actuar hacia lo que la basura quiere evoluciona­r”, expresa.

Al menos así lo hizo con cada una de estas piezas, porque asegura que no las ha alterado ni las ha pintado.

“La pieza empieza a dictar qué es lo que quiere ser”, dice quien se entusiasma pensando en cómo el mar, el aire, el sol y la tierra fueron los entes que las impactaron y alteraron.

Basura puede verse como un cúmulo de historias porque cada residuo tiene la huella de alguien, de otro tiempo. Es, como reflexiona Quijano, la suma de historias de personas que ingeniaron, produjeron y fueron dueñas de estos objetos que, al ser desechados, se hicieron basura. La historia continuó con ese artista que las intervino y ahora, con los espectador­es, que las miran y, tal vez, las reconocen.

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