El Nuevo Día

Una máquina para enseñar a reír

El laff box se convirtió en un ingredient­e imprescind­ible de las comedias televisada­s desde los años cincuenta

- POR JORGE L. PÉREZ Jorge.perez@elnuevodia.com

AÚN HOY en día, uno ve un episodio del Chavo del Ocho, y es probable que lo que más le intrigue, aparte de la genialidad de la comedia de López Bolaños, alias Chespirito, sea ese sonido recurrente que sigue a cada chiste y que suena, dijo alguien una vez, como “inodoro de aeropuerto”.

Pues se supone que sea la risa del público. Claro está, todos sabemos que se trata de lo que los americanos llaman el laugh track y que en español ha pasado a conocerse como las ‘risas enlatadas’.

Los programas del Chavo datan de los años setenta, por lo que es lógico que las ‘risas enlatadas’ que se escuchan en ellos suenen demasiado... pues ‘enlatadas’. Es decir, falsas.

Pero incluso para entonces ya era un arte bastante antiguo en la televisión; un arte que luego ha seguido evoluciona­ndo hasta llegar a nuestros días. ¿Su origen? En Estados Unidos, para la temporada de 1950-51 –tres años después de que naciera la televisión comercial en ese país– la telecadena NBC comenzó a transmitir el 9 de septiembre, y todos los viernes de 7:00 a 7:30 p.m., la comedia The Hank McCune Show.

Es posible que no haya sido un programa muy exitoso –fue cancelado en diciembre de ese mismo año– y tal vez por esa razón, a uno de sus técnicos se le ocurrió la idea de emplear ‘risa enlatada’ para mover un poco la cosa.

Se trataba de un técnico de sonido llamado Charles Douglass, a quien no tan solo se le ocurrió la idea, sino que, para cristaliza­rla eventualme­nte construyó un artefacto que se conocería como como the laff box (la caja de risas).

Esta era una caja de dos pies de alto que contenía unas teclas que producían todo tipo de risas: de mucha gente, de mujeres solamente, risotadas solitarias, así como gritos, chiflidos, y otras linduras.

Douglass dio con la idea cuando se percató de que incluso en comedias filmadas en vivo el público a veces no se reía de los chistes, o no se reía lo suficiente, por lo que se hacía falta de una risa ficticia que le diera la impresión al televident­e de que el programa era todo un éxito y lo invitara a reírse también.

Había dos variantes: la técnica del sweeten (endulzar), que consistía en agregar algunas risas enlatadas a las risas naturales, o ir exclusivam­ente con las enlatadas.

Aunque se trataba de un recurso que ya se usaba en la radio, el formato de la radio era distinto: allí se usaba en las transmisio­nes para darle al oyente la impresión de que había público en el estudio.

En fin, Douglass se convirtió en el gran gurú de las risas enlatadas, hasta el punto de que fundó una compañía es- pecializad­a en ellas, la cual heredaría su hijo después de su muerte en 2003.

La evolución fue paulatina: no fue sino hasta cuando los programas comenzaron a filmarse en videotape que los retoques con el sonido se hicieron más fáciles, siendo ésta la época dorada de comedias de los años sesenta como Bewitched (Hechizada), The Beverly Hillbillie­s, The Munsters, Mi Bella Genio y tantas más.

Muchas de estas, por supuesto, se valían de efectos especiales y, por consiguien­te, no eran programas que pudieran filmarse ante un público.

En total, cientos de comedias televisada­s se han valido de sus servicios.

Desde un principio, sin embargo, un sector de la industria consideró las risas enlatadas como un atentado contra la inteligenc­ia: era como si el público tuviera tan pocas luces que necesitaba que se le dijera cuándo debía reírse.

“LA RISA ES CONTAGIOSA”

Pero, según decían sus defensores, esa no era realmente la intención: “No es que la gente no entienda los chistes”, explicó en 2005 Robin Cartwright, de Thestraigh­tdope.com, “es que se sabe que la risa es contagiosa”.

Aún así, muchos en la industria se rebelaron, especialme­nte cuando surgieron comedias más sofisticad­as..

Después de una primera temporada con laugh track, por ejemplo, los protagonis­tas de “The Odd Couple” –Tony Randall y Jack Klugman– se opusieron vehemente y de la segunda temporada en adelante la serie empezó a filmarse frente a un público ‘en vivo’.

Mash, otra comedia clásica, llegó a un punto medio: usaba el laugh track pero lo abandonaba en las escenas filmadas dentro de la sala de operacione­s.

Otra serie clásica – Frasier – usaba los laugh track viejos, incluso de décadas antes, de modo que se decía que mucha de la gente que reía los chistes había muerto hacía años.

En un artículo publicado por TVParty.com, el historiado­r Ben Glenn asegura que la industria comenzó a cansarse de las risas enlatadas para fines de los setenta, época en que muchas comedias –incluyendo la trascenden­tal All in the Family – volvían a ser realistas y a filmarse frente a un público en vivo.

Esto, a su vez, provocaba que las ‘risas enlatadas’ sonaran más enlatadas que nunca. Y, a la misma vez, esto condujo a que se diseñaran unas risas enlatadas más naturales y variadas: no parecía ya que cada chiste, por mediocre que fuera, provocaba ataques de histeria en la teleaudien­cia.

Aún así, sus días estaban contados, al cambiar el tono de la comedia y filmarse cada vez más ‘en vivo’. El dato que se menciona siempre es que, en 2000, de los cinco programas nominados para Comedia del Año en los Emmy, solo Sex in the City” no tenía laugh track, mientras que, en 2009, solo lo tenía How I Met Your Mother, de entre los siete nominados.

Es una historia triste, pues, de una risa que se apaga. Pero, ¿por qué no terminar el año con una sonrisa?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico