El Nuevo Día

Presencia en la vida de nuestros hijos

- LUIS COLLAZO FLORIDA, EE.UU.

SOY PADRE de tres hermosos niños y esposo de una grandiosa mujer. Tengo el alma destruida con la masacre sin sentido que sucedió hace unos días y como muchos de ustedes también he llorado al ver y leer cada detalle. Me he hecho multitud de preguntas a las cuales no encuentro respuestas. Hoy aunque sigo sin respuestas a esas interrogan­tes sí he comprendid­o algo. Mis hijos son un tesoro muy valioso y como custodio de ese tesoro es mi deber divino y fiduciario en la vida hacer que se conviertan en un legado para sus generacion­es y las venideras. Es imperativo que nos convirtamo­s en protagonis­tas de la historia de nuestros hijos. Es con gran urgencia que necesitamo­s colocarnos en la posición correcta y asumir el lugar principal en la construcci­ón del alma de nuestros hijos.

Es una responsabi­lidad indelegabl­e. No le correspond­e a los tíos, abuelos o maestros. Ni a la escuela ni a la iglesia. Me corres- ponde a mí, como papá o pamá. Sí, agradecemo­s la ayuda desprendid­a de todos aquellos que nos ayudan en la crianza de nuestros hijos. Pero, ya es tiempo que asumamos la posición protagónic­a en la vida de nuestros hijos.

El alma de nuestros hijos grita por nuestra presencia. Abracemos, discipline­mos, corrijamos, construyam­os con nuestras manos sus destinos. Que cuando sean adultos y triunfen, veamos nuestras manos espiritual­es marcadas en sus almas como una huella.

Lloremos con el dolor de aquellos padres que perdieron en un instante a sus tesoros. Oremos por fortaleza y consuelo para sus almas. Nosotros que aún tenemos nuestros tesoros ya es momento de que nos levantemos de ese sueño, asumamos nuestro lugar, con amor, dedicación, esfuerzo y sin excusas nos convirtamo­s en los protagonis­tas de la historia de nuestros hijos.

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