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LOS VILLANCICOS PINTAN LA ÉPOCA NAVIDEÑA DE ILUSIÓN, POESÍA Y ESPIRITUALIDAD; AQUÍ NOS ASOMAMOS A SU ESENCIA
El vocabulario ofrece palabras que son pura imagen. Con los villancicos da esa sensación porque pronunciar esa palabra dibuja en la mente y en el alma gente que canta y toca instrumentos con esperanza, reuniones que se añoran durante el año e instantáneas de felicidad, paz y fe.
El repertorio de villancicos es amplio y tiene un bagaje histórico que niega a disolverse en tiempos en los que mucha de la producción musical se inclina hacia lo burdo, alejándose de la reflexión que trae la Navidad.
Cada persona puede tener una concepción diferente de este tipo de canción y lo que ha representado en su vida; desde recuerdos de la niñez hasta escenas que se atesoran. Al cantante Danny Rivera le sucede eso al pensar en temas como el
Villancico yaucano, de Amaury Veray que han estado tan vinculados a su prolífica carrera musical.
“Cuando pienso en los villancicos me remonto a una madre embarazada de un hijo que viene lleno de ilusiones, esperanza, fe y regocijo porque va a nacer un nuevo ser en su vientre. De ese hecho tan natural que es el nacimiento, la imaginación de otro ser, en este caso, un compositor escribe sobre ese hecho milagroso”, expone Rivera.
La directora de agrupaciones como el Coro de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y Coralia, su versión más reducida, la profesora Carmen Acevedo Lucío, detalla que en su aspecto formal, el villancico es una tradición que se remonta al Renacimiento.
“Se desarrolló bastante por tres siglos, cae un poco en desuso y hoy día se ha transformado en una canción navideña que es relativamente simple en su estructura y tiene un mensaje navideño sobre el na- cimiento del Niño Jesús, el 25 de diciembre, la Virgen María y los Reyes Magos”, subraya Acevedo.
Distinto a la temática variada del aguinaldo o el seis, el etnomusicólogo Emmanuel Dufrasne González sostiene que el villancico es, en esencia, una canción religiosa, de tema sacro. Pero Dufrasne menciona que eso no siempre fue así porque hace 500 años, en la España renacentista, la definición del villancico incluía canciones seculares.
Así las cosas, dice que estos temas se cantan usualmente en las iglesias, en la Misa de Gallo y la Misa de Aguinaldo, “pero se pueden dar en parrandas y en escuelas por su contenido poético y musical, particularmente en clases de español o educación cristiana”.
De acuerdo con Dufrasne, aparte del énfasis en el sentido original de la época navideña, otros villancicos pueden aludir a la naturaleza o al clima en el día de la Navidad (“que no siempre tiene que ver con la nieve”, como dice). Por ejemplo, recuerda con cariño que conserva una grabación con la voz de su abuelo en la que este cantaba un villancico sobre una fiesta de las aves.
El villancico es un tipo de canción que tiene profunda relevancia en el cancionero puertorriqueño y latinoamericano y, además, da pie a eso que conocemos como parranda, según Enrique Bayoán Ríos, director de la agrupación folclórica Tepeu y profesor del Conservatorio de Música de Puerto Rico.
“Es la base para nosotros celebrar la Navidad”, afirma quien señala que aunque el villancico venga originariamente de España, “de una forma u otra, le cambiamos los acordes y la voz para hacerlo más de
Esa rea (del nac música todos lo esperan
DANNY RIVERA CANTANTE
lidad maravillosa cimiento) se convierte en para la gente celebrar que os días nace una nueva nza en un ser nuevo que llega”
Los villancicos son una especie de carta de deseo a Dios en los que pido conciencia, valores, respeto a la mujer, mejor educación”
RUCCO GANDÍA CANTAUTOR
ENTRE RITMO Y PUEBLOS
Revisar la historia musical de los países demuestra que este tipo de canción se amolda en referencias, instrumentos y claves musicales al pueblo del que venga.
“El villancico se cultiva en todos los países de habla española, y en países como Portugal, Italia, Francia, Grecia y Austria”, indica Dufrasne, productor del programa Música Mundi de Radio Universidad de Puerto Rico y director del conjunto de bomba y plena Paracumbé, quien resalta a un villancico austriaco de la primera mitad del siglo XIX que ha trascendido sonoramente: Noche de paz.
Aunque los trasfondos de país en país sean diferentes, el discurso de los villancicos gravita en torno a la ilusión que caracteriza a esta temporada o, como reflexiona Danny Rivera, la espiritualidad que provoca el nacimiento del Niño Jesús en la conciencia humana.
Ese acontecimiento se convierte, según Rivera, “en un elemento para cantar, componer y aseverarnos en la fe y en la esperanza que todo hecho histórico, partiendo de este, nos debe llevar a la reflexión sobre la confraternidad y que todos somos hermanos”.
“A ese nivel es que llevo el villancico o la nana mística, como le llamo”, agrega sobre la emotividad que le provoca interpretar estos temas.
Dufrasne y Acevedo coinciden en que la tradición española del villancico se propagó por las Américas, especialmente por países latinoamericanos como Venezuela, y que la tradición musical local deriva influencias de esos dos contextos.
En ese acervo local late vigorosa una canción. La Misa de Gallo de la Nochebuena de 1951
incitó la composición del Villancico yaucano y la emoción que don Amaury Veray le dio no se ha escapado de la memoria colectiva. Para Ríos, hay razones de sobra para esa vigencia.
“Entiendo que Veray se adelantó a lo que ocurría en los villancicos del momento. Su aspecto armónico, melódico y rítmico ha hecho que trascienda y que haya sido cantado por miles de personas”, destaca Ríos, quien enfatiza en el lenguaje conmovedor de este tema que también está atado al hablar típico del puertorriqueño. Pero más allá del Villancico yaucano , músicos y compositores han legado un repertorio en Puerto Rico que no debe ignorarse. “Tenemos de José Ignacio Quintón, de autores olvidados y que no hay duda que contribuyeron a la elaboración de temas que se transmitieron oralmente. De tierras lejanas,
Los tres santos reyes, Alegría, alegría, alegría y Pastores a Belén son auténticos creaciones puertorriqueñas y no dudo que hay variantes, canciones semejantes que uno podría identificar en Cuba, República Dominicana y España, que salen de la misma raíz”, destaca Dufrasne.
Como el lenguaje y sus juegos para mantenerse vivo, el villancico ha adoptado cambios para seguir en su evolución. “Antes tenía una estructura de estribillo que se repetía, pero hoy día el villancico, estilísticamente, permite cualquier cosa”, plantea Acevedo al sentenciar que esa elasticidad ayuda a que la tradición continúe.
POESÍA Y FUTURO
Cuando uno se detiene a examinar la letra de villancicos como Peces en el río, Campana sobre campana o De tierras lejanas, es inevitable sentir el protagonismo de la poesía en estas composiciones primordialmente simples.
“Lo que ocurre es que los villancicos muchas veces tratan de cosas sagradas, cosas preciosas, y ya que el tema trata de algo tan especial como el Niño Dios hecho hombre, eso se tiene que decir con imágenes especiales”, expresa Dufrasne, en consonancia a las palabras de Rivera cuando menciona que el contenido poético se siente porque expresa la alegría y el festejo por vivir. “Que hay esperanza, que hay fe, que hay que cantar”, enfatiza.
Si bien los villancicos tienen un gran valor cultural, los entrevistados coinciden en que han notado que este tipo de canción está al margen de las canciones que apelan al jolgorio y al relajo de una época, sin duda, de fiesta.
“Hoy día es más llamativo meterse a fiestas donde abundan las canciones de parranda con panderos y hasta con batucada mientras los villancicos tradicionales de Puerto Rico se mantienen en escuelas, agrupaciones y coros que lo mantienen con vida, pero ya no se escuchan villancicos nuevos. Estoy seguro que algún compositor ha compuesto villancicos, pero no han tenido la trascendencia ni la importancia que merecen”, se lamenta Ríos quien con Tepeu grabó hace unos años la producción discográfica de villancicos y temas alusivos a la época, Siempre Navidad.
El cantautor Rucco Gandía lanzó hace poco el álbum de
Celebrar la Navidad con villancicos va más allá de lo religioso de la letra, trasciende a lo musical, a cómo te hace sentir. El villancico supera todo y va a la unidad de cantarlo en familia, en reuniones, en conciertos”
ENRIQUE BAYOÁN RÍOS DIRECTOR DE LA AGRUPACIÓN FOLCLÓRICA TEPEU Y PROFESOR DEL CONSERVATORIO DE MÚSICA DE PUERTO RICO
canciones navideñas El regalo precisamente con el deseo de contribuir a la permanencia del villancico en el acervo cultural boricua. “Los villancicos son canciones muy hermosas, es un estilo que vale la pena seguir cultivando para el balance de nuestra música típica”, resalta en torno a la base de su disco que se consigue en formato físico y como descarga digital en www.radiopiratapr.com y CD Baby.
Gandía alerta que cada vez se escuchan menos villancicos. Discute que ello se debe, en parte, a “la comercialización crasa de las Navidades” y que la radio no promueve este tipo de canción en comparación a otras. “No tengo nada en contra de la música de vacilón, pero el balance se ha ido perdiendo”, critica quien entiende que se ha ido descuidando el valor literario, espiritual y de comunicación que canciones como los villancicos transmiten a un pueblo.
“La música festiva va con nuestro espíritu como puertorriqueños, pero el villancico es más íntimo y no pasa de moda por el aspecto sagrado de la Navidad. Me gusta pensar que el ser humano tiene una necesidad de llenar el espíritu de mensajes hermosos, que son directos. Ojalá no perdamos eso”, medita Acevedo.
Como remata Rivera, los villancicos son el reflejo del murmullo de un recién nacido que se convierte en cántico. Son canciones que a su juicio, de alguna manera, “tratan de opacar al animal humano que lo que quiere es la guerra, la desesperanza, la división y el odio”. Cantemos, entonces, por la esperanza.