Clásicos puertorriqueños de la Navidad
PUBLICADO ORIGINALMENTE en 1954 en una edición bilingüe, este bellísimo cuento navideño tiene historia. Lo escribió Tomás Blanco (la traducción es de Harriet de Onís) para ser leído por la estación radial del gobierno el Día de Reyes. La lectura fue acompañada por una partitura para viola, clavecín y voces compuesta por Jack Delano, que incorporaba también romances tradicionales de los cantados todavía en los campos de la Isla. Irene Delano diseñó luego el libro e hizo las bellísimas serigrafías que lo ilustran.
La narración -muy sencilla- versa sobre tres reyes, uno blanco, otro oscuro y otro de rasgos orientales que se ponen en marcha desde el Occidente, el Sur y el Oriente en pos de una estrella. En este relato los dones de los Reyes están ligados a las idiosincrasias de sus respectivos pueblos. Pero como salen a relucir también los defectos colecti- vos, el Niño, mediante un milagro, los subsana.
El libro fue un éxito de tal naturaleza que el gobernador Luis Muñoz Marín lo usó como regalo de Navidad. Nunca antes se había editado un libro infantil con tal cuidado en la Isla. Con él se inició en Puerto Rico una tradición de libros infantiles excepcionales. La publicación tuvo repercusiones. Maricusa Ornes escenificó el cuento en 1962 con pantomima y con la dirección musical de Jack Delano. El ICP grabó un disco de larga duración con la música. En 1984 Delano mismo convirtió el cuento en una producción teatral para niños, que se representó con la intervención de los Ballets de San Juan, el Coro de Niños de San Juan y la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico. En 1995 la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades auspició un corto de 22 minutos basado en el cuento. (CDH) MUCHOS AÑOS después las integrantes de Taller Una siguieron la pauta sentada por “Los aguinaldos…” y publicaron otro libro de Reyes, entrañable y hermoso. Integra también bellísimas serigrafías originales y un relato sobre tres hombres sencillos: un pescador llamado Melchor, un tallador llamado Gaspar y un cuatrista llamado Baltasar. Los tres reciben un llamado del espíritu que los lleva a ponerse en marcha para buscar el origen del llamado y de la inexplicable alegría interior que sienten.
El cuento es sencillo y delicado: los regalos que los tres hombres le llevan al Niño tienen que ver con su quehacer. Las serigrafías son hermosas. Se trata de una recreación de la historia eterna del Niño Dios adaptada a la realidad de nuestro país.
Sandra Vázquez Santiago e Isamar ColónVega crearon en este libro un clásico de la Navidad que perdurará como parte de nuestro tesoro bibliográfico. (CDH)