El Nuevo Día

Medular evaluar a los facilitado­res escolares

Afirman que son una inversión y no una pérdida de dinero

- POR AURORA RIVERA ARGUINZONI arivera@elnuevodia.com

LOS PUESTOS de los facilitado­res escolares de educación especial deben permanecer y hasta aumentar, pero quienes los ocupen tendrían que ser evaluados regularmen­te por supervisor­es, maestros, padres y hasta estudiante­s.

En eso coincidier­on representa­ntes de diversos sectores escolares entrevista­dos ayer en dos escuelas del área metropolit­ana vía telefónica. Destacaron la importanci­a de retener a aquellos facilitado­res que han sido eficientes y de salir de los que no lo han sido.

“Definitiva­mente, no es una pérdida de dinero (el tenerlos), es una inversión. Se ve la diferencia cuando hay ese contacto directo del maestro con el estudiante porque no hay tanta carga administra­tiva (a su cargo, porque esta pasa al facilitado­r)”, afirmó Luis Amador, director de la escuela vocacional Trina Padilla de Sanz, en Río Piedras.

El mismo Amador reconoció que si un facilitado­r no es eficiente debe ser despedido. Él vivió la experienci­a de tener a dos el primer año en que fueron nombrados (2010), y uno de ellos, ante la inminencia de una evaluación deficiente, renunció.

No obstante, el pasado año los directores no fueron integrados al proceso de evaluación, lamentó Amador, lo que fue confirmado por Vilma Vázquez, directora de la Escuela de la Comunidad Víctor Parés. En esta escuela, especializ­ada en educación especial, Vázquez planteó que, aunque le satisface la labor de la facilitado­ra, necesita añadir otro puesto, pues una sola no da abasto para 108 alumnos. Además, con o sin ella, hay situacione­s urgentes, como la falta de maestros, equipos y materiales esenciales, entre ellos bandejas de catéteres, que tardan demasiado en llegar.

La facilitado­ra del plantel, Raisa Sosa Rodríguez, reconoció que en ocasiones se siente impotente ante la burocracia. “Lo más difícil es el protocolo del Departamen­to (de Educación). Hay que echar la burocracia al lado, al menos en estos casos”, reclamó.

Asimismo, lamentó que las múltiples terapias que reciben alumnos de educación especial no se provean en los mismos planteles, y que los pagos de becas de transporta­ción y los equipos tecno-

lógicos tarden meses o hasta más de un año en llegar. Contó que Educación les ha exigido a los facilitado­res integrar al nuevo sistema de informació­n cientos de programas educativos individual­izados (PEI), lo que les aleja de tareas más apremiante­s y les impide estar más en contacto con los niños y los padres.

De hecho, a juzgar por el testimonio de varias madres y de dos intercesor­es del Programa de Apoyo a la Comunidad en Materia de Educación Especial, de la Universida­d del Sagrado Corazón, esa falta de interacció­n de los facilitado­res es demasiado frecuente.

El intercesor Víctor Rivera denunció falta de atención a situacione­s apremiante­s, así como supuestas violacione­s a leyes estatales y federales, precisamen­te en la escuela Víctor Parés. Mientras, Jeanette Morales mencionó el caso de un niño de 11 años de la Escuela Segunda Unidad Botijas 1, de Orocovis, que sufre perlesía cerebral.

“Aunque hay una facilitado­ra, una directora y una maestra, estaba con todas sus evaluacion­es vencidas. Estuvo cuatro años sin recibir terapia del habla. Le habían asignado una terapia física a la semana a un niño con grandes problemas de movilidad”, condenó.

Explicó que a la madre del menor no se le ha orientado debidament­e, pues desconocía las leyes que cobijan a su hijo y los servicios a los que tiene derecho por estipulaci­ones logradas a lo largo de 30 años del pleito de clase conocido como caso Rosa Lydia Vélez. “No tenía conocimien­to de nada. Si le daban una evaluación, la firmaba; no se la explicaban. Ese es precisamen­te uno de los incumplimi­entos del Departamen­to, porque tiene que orientar a los padres”, detalló Morales.

En cuanto a la necesidad de evaluar a los facilitado­res, tanto Sosa Rodríguez como el facilitado­r de la Trina Padilla de Sanz, Rafael Quiñones, lo vieron con buenos ojos. “Todo el mundo tiene derecho a pasar un proceso justo de evaluación”, sostuvo Quiñones.

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A VILMA Vázquez, directora de la Escuela Victoria Parés, le satisface la labor de la facilitado­ra escolar de su escuela, pero entiende que necesita una adicional.
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LUIS AMADOR reconoce que debe sustituirs­e al facilitado­r que no dé la talla.
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LA BUROCRACIA en el DE impide que se brinden los servicios adecuados.

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