ES RESPONSABILIDAD DE LA CASA BLANCA
La Administración del presidente Barack Obama tiene que poner coto ya a la racha de burlas y maniobras de la Marina y otras agencias federales, aliadas en el propósito de evadir su responsabilidad de limpiar a Vieques de la contaminación resultante de sei
La Casa Blanca debe intervenir en esto con el grado de sensibilidad y el nivel de decoro que no ha exhibido hasta hoy, porque es inaceptable que a casi diez años desde que la Armada cedió los terrenos, la Agencia federal para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (ATSDR, por sus siglas en inglés) haya vuelto a mostrar el peor rostro de ese aparato burocrático al emitir un informe ambiental acomodaticio, irrespetuoso, insensible y diseñado como encubrimiento, y legitimación, del patrón de daños e incumplimiento de la Marina de Guerra con la Isla Nena.
El pasado martes, en el más reciente de una serie de cuatro informes sin asidero científico, la ATSDR responsabiliza a los viequenses por los estragos de la contaminación con mercurio que padecen. Insiste en que su revisión de “datos nuevos y disponibles previamente” no encontró relación entre las actividades militares y la salud de esa población.
Arguye que algunos residentes podrían estar expuestos a niveles peligrosos de mercurio “si comen pescado frecuentemente por encima de las cantidades recomendadas”. Según la supuesta investigación, la mayoría de los peces de arrecifes que rodean a Vieques contienen cantidades bajas o moderadas de mercurio que “corresponden probablemente a los niveles ambientales de la región y no a las actividades militares pasadas”. Una aseveración en la que no se explican las bases para tal conclusión.
Sobre la incidencia de cáncer entre la población de Vieques, indica que “las limitaciones en los datos... hace que estos hallazgos sean imprecisos y difíciles de interpretar”. Mas no incluye recomendaciones para obtener datos concretos.
Al contrario del esfuerzo encubridor de los intereses federales, científicos puertorriqueños y estadounidenses han documentado que los antiguos terrenos militares y sus inmediaciones cultivan un coctel venenoso dejado por la Ar- mada, al cual está expuesta toda la comunidad por efectos de la evaporación, el viento, las escorrentías y las corrientes submarinas. Tan reciente como en febrero, insistimos en la urgencia de que se atienda la grave situación del complejo de lagunas conocido como Anones y Gatos, en el área del antiguo polígono de tiro, que contienen espesos sedimentos compuestos de una letal combinación de plomo, napalm, mercurio, arsénico y uranio reducido que, desde hace años, desembocan en el mar.
En su informe, la ATSDR llega a una serie de recomendaciones de monitoreo hasta de lo que comen los viequenses que, en comparación con la seriedad y el foco de los estudios que sí debiera estarse haciendo, resultan sencillamente ridículas y ofensivas, sin seriedad ni rigor. En este caso de Vieques, sólo la Agencia de Protección Ambiental ha sacado la cara con cierto rigor, al exigir a la Armada que agilice la toma de muestras de suelo en la laguna Anones, como parte de un proceso de limpieza que debe priorizar en la restauración ecológica y en la reducción de riesgos a la salud.
Las autoridades tienen que dar con la fuente de la contaminación con mercurio en la vida marina y con las causas de la anómala incidencia de cáncer en la Isla Nena. Se trata de vidas y derechos humanos. Del derecho a una vida saludable, de pleno disfrute de los recursos naturales y de trabajos dignos. Es hora de reconocerlos y de que se les respete por medio de acciones urgentes y contundentes.
Es hora de que el gobierno de Estados Unidos cumpla con Vieques, como se espera de todo gobierno que se jacta de democrático, transparente y defensor de derechos.
Es hora de que el gobierno de Puerto Rico así lo exija, en los tribunales si es preciso, si entiende que su valentía y su voluntad ministerial están a la altura del derecho de Vieques y sus habitantes a vivir seguros y en paz; y a ser tratados con pleno respeto a su inteligencia y a su dignidad.