Nadie lo creyó “capaz” de hacer lo que hizo
El policía asesino dio señas de que estaba perturbado, pero no lo tomaron en serio
GUAYANILLA – Llamó seis veces a su suegro preguntando por la mujer de la que estaba separado hace más de un año. Estuvo hora y media hablando por teléfono y llorando junto a su cuñada. Llamó a su madre para decirle una extrañas palabras que bien pudieron haber parecido una despedida.
Era obvio, al parecer, que Pedro Juan López Maldonado, el policía que el domingo en la noche mató a su esposa y a un joven que la acompañaba, para después suicidarse, atravesaba una profunda crisis ese día.
Pero nadie lo creyó capaz de acometer el fatal desenlace y ninguno de los allegados a él o a su esposa, Yaritza Luciano Bonilla, dijo que llamó a la víctima para advertirle que el hombre estaba en mal estado y que se cuidara.
“Lo noté triste y deprimido, pero no lo creí capaz”, dijo Eduardo Luciano, padre de la víctima, a quien López llamó seis veces el domingo preguntando donde estaba su esposa.
“No le guardo rencor”, expresó.
MUCHAS OPORTUNIDADES
Antes del domingo, en otras instancias, al parecer otras personas tampoco creyeron a López Maldonado capaz de atentar contra la mujer con la que procreó una niña de siete años y un varón de 14 meses.
Luciano Bonilla, quien es enfermera, acudió al tribunal en agosto del año pasado a solicitar una orden de protección contra López Maldonado, de quien ya estaba separada, alegando “patrón de acecho y maltrato psicológico”.
Pero 10 días más tarde, retiró el pedido aun cuando le aterrorizaba que su compañero cargaba su arma de reglamento. “Mi nena decía que si (la Policía) le pedía una recomendación a ella, le decía que no le devolvieran el arma de fuego”, expresó Luciano, entrevistado en su casa en Guayanilla.
El agente había estado desarmado los últimos cuatro meses del año pasado porque no era el primer incidente entre la pareja. Tras el retiro de la petición de orden de protección, la Policía determinó no regresarle a López Maldonado el arma de reglamento al agente, quien tenía 13 años de servicio. Lo refirieron a tratamiento psicológico, informó el teniente Abel Pérez Olivera, director de la División de Violencia Doméstica, área de Ponce. Nunca hubo una querella por violencia doméstica en este matrimonio, indicó el teniente.
LA POLICÍA LO REARMÓ
El agente, quien laboraba en la Unidad Marítima en Ponce, volvió a recibir su arma de reglamento en diciembre pasado. “La División de Psicología (de la Policía) determinó que estaba preparado para recibir el arma”, dijo el teniente Pérez Olivera.
Yolanda Maldonado, madre del policía, no salía ayer de su asombro.
Narró que en la tarde de domingo, poco después de las 5:00 p.m., su hijo la llamó por teléfono para decirle: “Mami, te quiero mucho, mucho, y que yo era la mejor madre del mundo”.
Doña Yolanda dijo que esas expresiones le preocuparon un poco, pero no pensó en que fuera capaz de cometer un crimen. Indicó que habían acordado que el lunes la llevaría a las tiendas para comprar el pantalón del día de juegos de la niña.
Lisandra Luciano, hermana mayor de la occisa y quien es pastora de una iglesia pentecostal, también recibió una llamada de él a las 8:11 p.m. de la noche del domingo.
LLAMADA “EN CRISIS”
Hablaron durante hora y media. Lisandra explicó que la llamada fue para pedirle consejo, algo que hacía con frecuencia. Hablaba con él extensamente hasta que lo notaba más tranquilo.
“Él estaba llorando”, describió. “Era una llamada usual, de una crisis. Un hombre que quiere recuperar su matrimonio”, dijo.
Si el estimado de Lisandra es correcto, menos de media hora después de terminar de hablar con ella estaba en el estacionamiento del parque Rafael Milán Padró, en Sabana Grande, matando a tiros a Yaritza y al enfermero Omar Ayala Valle, de 28 años, que la acompañaba y residía en dicho pueblo.
La mujer llegó al parque en el carro de Ayala Valle tras haber ido con este al cine, según la Policía. Él la esperaba.