El Nuevo Día

¿Dios tiene la culpa?

- HÉCTOR REICHARD EXSECRETAR­IO DE JUSTICIA

En una columna reciente sobre la crisis en Retiro se menciona que una alternativ­a para paliar el caos que vivimos es “hacer las maletas y largarnos para siempre de la isla olvidada por Dios”.

Culpar a Dios por nuestros males no es nuevo: “Dios nos rechazaste y nos tiraste al suelo, estabas enojado” (Salmo 60). Cuando ya no se puede más, y la frustració­n se apodera de uno, cuando los problemas no parecen tener solución tronamos contra Dios.

Pienso que el autor del artículo, un profesiona­l que por años ha señalado que “viene el lobo” y ha dicho qué hacer para que no nos coma, pero que ni el Gobierno (la abuela) ni Caperucita (nosotros) le escuchamos, expresa la frustració­n que vivimos todos los que nos sentimos inmersos en un pantano por la falta de un proyecto de país.

“El insensato dice: Dios no existe, se han corrompido; cometen cosas infames; ya no hay quien haga el bien”. (Salmo 52). “Violencia y discordia veo en la ciudad… y en medio de ella impera la maldad y la opresión”. (Salmo 35)

La pastora Graham, cuando Estados Unidos se preguntaba: "¿Por qué a nosotros?", a raíz del 9/11, en momentos en que muchos le pedían cuentas a Dios por esa tragedia dice: “Dios siempre está y ha estado con nosotros, pero nosotros nos hemos alejado de Dios”. Y ofreció como remedio volver a Dios citando los libros de 2 Crónicas 1,7: “Y simi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, se humilla, orando y buscando mi rostro, y se vuelven de sus malos caminos, yo les oiré desde los cielos, y perdonaré su pecado y sanaré su tierra. Mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la oración que se haga”. Es una promesa de Dios: sanará nuestra tierra si nos volvemos a Él.

¿Es Dios culpable del caos en Retiro, del crimen, del costo de vida, del desempleo y de la corrupción? El problema no es Dios. El problema somos nosotros: vivir del mantengo; la vida de gratificac­ión instantáne­a; el dinero fácil; el reclamo de derechos sin obligacion­es; la avaricia; la vida loca y sobre todo, el vivir como si Dios no existiera. Lo sacamos de nuestros hogares, de las escuelas, de nuestra vida, es lo que nos trae aquí.

Puerto Rico celebra hasta festival el festival de la chiringa. ¿Por qué no el día de pedirle al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, al Dios de justicia, paz y misericord­ia que perdone nuestra rebelión contra Él y que sane nuestra tierra?

Reichard@reichardes­calera.com

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