chu chazo
ERA, NO LO DUDO, una pieza de ajedrez humana, con talante de rey, múltiple movilidad de dama, fortaleza de torre, sonrisa del alfil, vitalidad de caballo y laboriosidad del peón que no tiene más remedio que ir siempre al frente en la única guerra deportiva que se juega pacíficamente, con la mente como arma y el alma de escudo de protección con su enroque obligado al lado derecho o izquierdo.
En su tablero existencial, sin embargo, no antepuso jamás su gusto personal al llamado social de su patria borincana, la que le enseñó a pensar primeramente en el prójimo; y mejor aún si se trataba de la niñez o la adolescencia, cuando el germen del cerebro crece y no se detiene hasta la adultez salpicada de vejez.
El sábado pasado, como si se tratara de una partida de ‘rapid transit’ de cinco minutos de duración, su vida recibió el jaque mate, moviendo él los trebejos negros que se asocian al luto, dejando huérfano a Puerto Rico de uno de sus deportistas más talentosos y honrados, y que ingeniero en fin supo medir su vida en varios ciclos exitosos, más que todo como directivo del deporte ciencia.
Narciso Rabell Méndez, amigo al que llevo prendado en mi corazón de defensa siciliana, por ser este semiabierto y agresivo, nunca cejó en su empeño de cosechar ajedrecistas desde que presidió la Federación de Puerto Rico, en los setenta y ochenta, décadas de glorias; y ser vicepresidente de la FIDE, de 1970-74, cuando la presidía el holandés Max Euwe, que fue campeón universal en los treinta.
Su vicepresidencia federativa fue la primera ocupada por un puertorriqueño en un marco global, y tuvo la valentía de buscar la presidencia sin resultados favorables, ya que hubiese sido milagroso que llegara a tan alto mando un jibarito de San Sebastián, de cabellos crespos, patillas frondosas y voz raspada de ay bendito que parecía salida del estómago de un ventrílocuo.
Con su batuta, San Juan fue sede en 1974 del Match de Candidatura entre el estadounidense Robert Byrne y el soviético Boris Spassky, que perdió el primero, 1.5-4.5, sucumbiendo el segundo finalmente con el monarca Bobby Fischer; y anteriormente había producido en Mayagüez el Campeonato de Universidades; cerrando en 1986 con el Primer Festival Mundial de la Juventud por la Paz en el Centro de Recepciones del Gobierno, con 32 países participantes.
Sí, Narciso, fuiste único y genuino…