El horario de clases
Actualmente, el proceso de enseñanza y aprendizaje realizado en las escuelas públicas de Puerto Rico sufre constantes interrupciones que lo afectan severamente. La dejadez de pasadas administraciones, incluso la presente, del Departamento de Educación para solucionar esta situación altamente dañina al aprovechamiento académico estudiantil, ha permitido que las interrupciones sean hoy la norma en el diario vivir escolar.
Cualquier tipo de interrupción, incluyendo fenómenos naturales, que causa cambios en el horario diario de clases, afecta la capacidad del estudiante para aprender el contenido que es enseñado. La interrupción del horario de clases a causa de tormentas o terremotos es esencial pues se busca salvar vidas. Pero la decisión de permitir interrupciones sin base que afectan la progresión del contenido enseñado a diario es vergonzosa.
Demasiados directores escolares sacrifican el horario de clases para acomodar todo tipo de actividad que puede ser realizada en otro momento del día o semana, tales como reuniones de maestros, entrega de notas, baños dañados, recorte de grama, trabajos de construcción o mantenimiento, entre otros. Es inaceptable ver cómo en los días de Halloween, de la Amistad y de la Puertorriqueñidad, entre otras fechas, las clases no se ofrecen porque supuestamente los estudiantes no entran a los salones. Si no entran a los salones es porque director y maestros no han dado a respetar el horario de clases, aun sabiendo que el aprovechamiento académico de sus estudiantes ha demostrado ser por años deficiente. No podemos ignorar el craso ausentismo de maestros que también interrumpe el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Señor Rafael Román, secretario de Educación, el problema está expuesto y a la vista de todos. Le exhorto que inicie firmes esfuerzos dirigidos a producir cambios abarcadores en el sistema educativo para evitar que la mayoría de población adulta puertorriqueña sea pronto una población graduada analfabeta.