Corazón enfermo
El corazón tiene dos cámaras superiores, aurículas (atrio) y dos inferiores, ventrículos. Cada señal comienza en el lado de las aurículas y viaja al resto del corazón.
Normalmente, el sistema eléctrico envía señales espaciadas regularmente, para indicarle al músculo cardiaco que se contraiga o que palpite. Pero cuando hay fibrilación atrial, las señales eléctricas provenientes de las aurículas son rápidas e irregulares. Algunas no llegan a los ventrículos, por lo que estos continúan bombeando, usualmente de manera irregular y acelerada.
Ese ritmo descoordinado puede reducir la eficacia del corazón para bombear sangre. Y si se acumula en la cámara del corazón puede formar coágulos que pueden desprenderse, llegar al cerebro y causar una apoplejía o derrame. En la mayoría de los casos, la fibrilación atrial se debe a un trastorno cardiaco ya existente. Sin embargo, también puede pasarle a personas que no padecen de ningún problema cardiaco.
Pero no todas las personas tienen el mismo número de crisis de fibrilación atrial, ni se dan en las mismas situaciones. Hay quien tiene varias al mes y quien sufre un solo episodio en su vida. Por eso, en función de su comportamiento y evolución se distinguen dos tipos:
• Paroxística. Aparece y desaparece y tienen una duración variable (de menos de un minuto a días). Pero es posible que una fibrilación auricular paroxística progrese a una permanente.
• Persistente y permanente. Es una arritmia constante, sin que en ningún momento reaparezca el ritmo cardiaco normal. Fuente: NYU Langone Medical Center (www.med.nyu.edu)