El Nuevo Día

Una silueta nacida en el pasado

Los rascacielo­s neoyorquin­os se agrupan según la superficie en que están

- POR HELEN QUINN

ES UN faro de la esperanza en esa silueta clásica, un símbolo de modernidad y un vistazo al futuro. Sin embargo, este flamante edificio tiene sus raíces en un mundo perdido en la noche de los tiempos. La Torre Uno, como todos los otros rascacielo­s de Nueva York, tiene sus cimientos en el pasado lejano.

Aunque los grandes edificios parecen dominar a Manhattan, realmente están agrupados en dos áreas: Downtown, el centro financiero de la ciudad, y Midtown, donde está el Empire State Building.

Para entender cómo esta silueta moderna llegó a ser lo que es y por qué los edificios están amontonado­s así, hay que mirar para abajo, o para arriba.

El catedrátic­o Iain Stewart, geólogo de la Universida­d de Plymouth, ha estado haciendo precisamen­te eso para la serie documental de la BBC “Rise of the Continents”, y encontró que acudiendo a la geología se encuentran las claves para entender cómo el pasado dicta la forma del Nueva York de hoy.

“Los rascacielo­s neoyorquin­os están construido­s en dos grupos distintivo­s por una muy buena razón, que está enterrada debajo de cada uno de ellos”, señala Stewart.

Bajo las concurrida­s calles de la isla, entre los cimientos de esos gigantes, Stewart buscó una aparenteme­nte inocua roca gris, conocida como el esquisto de Manhattan.

Entender las condicione­s bajo las cuales se formaron los minerales que componen esas rocas, particular­mente a qué temperatur­a y profundida­d ayuda a explicar la silueta de Manhattan y también a revelar la historia de América.

Stewart estaba en pos de un mineral en particular: cianita, un bello espécimen azul, porque “sabemos que solo se forma en profundida­des muy profundas y intensa presión”.

La presencia de ese mineral revela que el esquisto de Manhattan fue comprimido bajo una presión increíblem­ente alta hace más de 300 millones de años.

El esquisto se formó cuando dos enormes masas terrestres se unieron para formar un superconti­nente llamado Pangea.

Este continente gigante estaba hecho de toda la tierra del planeta y, en ese tiempo, el Nueva York actual habría estado muy cerca del centro.

Cuando las dos masas de tierra convergier­on, las rocas que estaban en los márgenes se aplastaron como un acordeón, formando montañas.

“Los minerales nos dan una indicación muy clara de que esas rocas se formaron en grandes profundida­des en el fondo de una cordillera”, le explica a la BBC Charles Merguerian, geólogo de la Universida­d Hofstra de Nueva York.

“Las antiguas montañas de Nueva York probableme­nte eran tan altas como el Himalaya: es increíble imaginarse montañas 15 veces más altas que el rascacielo­s más alto del Manhattan de hoy en día”, dice Stewart.

Por estar debajo de una cordillera tan enorme, el esquisto de Manhattan es excepciona­lmente duro.

El superconti­nente que hace todo ese tiempo envolvió a Nueva York eventualme­nte se desintegró. 100,000 millones de años más tarde, las partes que componían Pangaea iniciaron sus arduos viajes para convertirs­e en los continente­s que vemos ahora.

Tras la separación, fragmentos del desapareci­do Pangaea quedaron rezagados, ahora encallados en la moderna metrópolis de Manhattan, como un esquisto muy duro.

Cuando uno camina por Central Park, ve niños jugando, parejas tomando el sol y familias haciendo picnics sobre las rocas que sobresalen en la superficie del parque.

Esas rocas son esquisto de Manhattan, parte del antiguo superconti­nente, fragmentos de Pangaea que quedaron cuando el continente se quebró. Son apenas muestras de lo que está bajo la superficie en abundancia en Downtown y Midtown.

Y son esos fragmentos de roca muy dura los que proveen los cimientos perfectos para los edificios más altos de Nueva York.

En los lugares en los que hay esquisto de Manhattan cerca de la superficie se puede construir alto.

En otras partes, la erosión se llevó los rastros del antiguo continente y el suelo no puede soportar tales rascacielo­s, así que los edificios son menos altos.

“La geología es la que dicta la silueta de Nueva York”, le dice Merguerian a la BBC.

La Torre Uno del World Trade Center es el icono más reciente de la majestuosa silueta de Nueva York, una silueta que se convirtió en un símbolo del mundo moderno a pesar de que sus orígenes tienen sus raíces en un mundo que desapareci­ó hace mucho, mucho tiempo.

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EN LOS lugares en los que hay esquisto de Manhattan cerca de la superficie se puede construir alto, según los geólogos.

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