Más garras contra el acoso
Dan paso a proyecto que aplica a escuelas y universidades
EN UN salón de clase llueven los comentarios despectivos de unos estudiantes hacia otra. A la joven le dicen que es antisocial, aseguran que huele mal y se burlan porque ella no usaba prendas de valor ni ropa de marca.
Pero la escena no se desarrolló en una escuela, sino que fue la realidad que enfrentó Soraida (nombre ficticio) durante su primer año de estudios en una universidad privada.
“Conste que fue un grupo de adultos. Nunca dije nada a nadie y luché hasta completar mi grado asociado, (pero) llegué a pensar que era cosa mía, que yo imaginaba esa conducta. Finalmente comprendí que eran celos”, relató la mujer, quien ya se graduó con honores.
Al igual que sucede en las escuelas entre niños y adolescentes, los jóvenes y adultos que asisten a instituciones de educación superior también pueden enfrentar el acoso escolar o bullying.
“El que diga que el bullying no existe en la universidad es porque no ha ido a la universidad”, dijo el sicólogo social comunitario, Carlos Rubén Carrasquillo.
Ayer, el Senado aprobó un proyecto de ley que busca frenar el bullying y ordenaría a todas las escuelas públicas, colegios privados e instituciones de educación superior a establecer un protocolo para prevenir y atender el acoso.
La medida define el hostigamiento e intimidación, o bullying, como “cualquier acción realizada intencionalmente, ya sea psicológico, físico, cibernético o social, que tenga el efecto de atemorizar a los estudiantes e interfiera con estos, sus oportunidades escolares y su desempeño, tanto en el salón de clases como en su entorno social”.
Carrasquillo, un investigador de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Humacao y miembro de la Asociación de Psicología, señaló que uno de los escenarios más comunes se da contra los estudiantes de nuevo ingreso durante los primeros días de clase.
“Se ha dado un aumento en gestos de agresividad que van más allá de gritarle ‘prepa’ a los estudiantes de primer año. Se les pide que bailen en público, se les echan cubos de agua encima, sobre todo varones a muchachas y se le pega la ropa. En ocasiones es una violencia sexista y con eso se traumatiza al estudiante de nuevo ingreso, que se siente burlado y humillado”, señaló el sicólogo.
Carrasquillo, quien ha evaluado casos de acoso en la UPR, destacó que las situaciones más comunes se dan cuando un individuo o grupo de estudiantes enfrenta burlas o aislamiento por su forma de vestir, la música que escucha o sus pasatiempos.
“Existe mucha burla de grupos por estilos de vida. Por ejemplo, hay estudiantes que juegan (con cartas) Yu-Gi-Oh y les dicen que son nenes y nenas de escuela superior y que no deberían estar en la universidad. También existe la burla hacia los que entienden que son ‘cacos’, los estereotipan y le dicen que deben ser narcotraficantes”, relató el sicólogo social comunitario.
El bullying a nivel universitario apenas se ha estudiado en la Isla, indicaron las sicólogas clínicas Maribel González y Joy Lynn Suárez, directoras de Parenting Resources, Inc.
“El tipo de bully que merodea las universidades es uno intelectual, ya no es tan físico ni tan emocional como uno más joven”, expresó Isis, quien experimentó el acoso durante su maestría.
El proyecto del Senado 500 dispone que las escuelas públicas y privadas de- ben establecer un protocolo de manejo de casos de bullying, el cual debe incluir talleres sobre lo que es el acoso. Quedará en manos del Consejo de Educación velar que las instituciones privadas y universitarias cumplan con la ley, así como recopilar estadísticas sobre los casos que se reporten cada año.
Ya el Departamento de Educación cuenta con una carta circular que establece el protocolo a seguir para prevenir el acoso escolar, investigar cada querella y ofrecer ayudas tanto a la víctima como al acosador, indicó la directora del Programa de Trabajo Social, Marilú Cintrón Casado.