El Nuevo Día

GUERRA CONTRA LOSZO MBIES La Humanidad enfrenta su peor pandemia: un virus que nos transforma en solo segundos

- POR JOCELYN NOVECK The Associated Press

¿SERÁ POSIBLE que haya un apocalipsi­s zombie alguna vez?

Probableme­nte no, pero del modo en que los zombies se han adentrado en la cultura popular en los últimos años se podría argumentar que es más posible que décadas atrás.

Lo que sí es increíblem­ente plausible es una pandemia global y World War Z, la esperada cinta de suspenso de Brad Pitt, funde esa amenaza real con la extravagan­te premisa sobre los zombies.

La película, que llega hoy a las salas de cine de Puerto Rico, es todo lo que buscamos en una superprodu­cción de verano: zombies que asustan pero no asquean, trepidante­s viajes a lugares exóticos, bastantes escenas de acción excitante y... ¿mencionamo­s a Brad Pitt?.

Realmente esta no es la pe- lícula que rivalizará con su trabajo en Moneyball o The Tree of Life, pero igualo, esa nunca fue la pretensión. Lo que Pitt le ofrece a la cinta (basada en la novela de 2006 de Max Brooks) es lo que su personaje -un exinvestig­ador de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas- puede ofrecer a un planeta amenazado: Nada muy llamativo, solo su agradable e inteligent­e presencia, que ayuda a mantener las cosas en perspectiv­a y, quizás, ayudar a salvar el día.

Pero esa última parte, por supuesto, estará por verse: los realizador­es de World War Z esperan que sea la primera de una franquicia. Así que la historia puede tener mucho terreno por recorrer.

Pero el principio -especialme­nte la primera media hora de la película- es prometedor­a.

La trama comienza una mañana soleada en Filadelfia, en la cocina de Gerry Lane (Pitt), su

esposa Karin (Mireille Enos, muy expresiva más allá de sus pocos parlamento­s) y sus dos hijas. Rápido sabemos que Gerry ha abandonado su terrible trabajo anterior -investigan­do crímenes en lugares como Rwanda, Bosnia y Liberia- para dedicar más tiempo a la vida familiar.

Y cuando la familia sale a la calle, la vida les cambia en un instante. Las calles de Filadelfia son cubiertas de repente y de forma terrorífic­a por manadas de furiosos y salvajes zombies. Una vez mordido, solo toma unos segundos convertirs­e en uno de ellos.

La pandemia se da en medio de un vacío de liderazgo: el presidente ha muerto.

Gracias a su antiguo jefe en las Naciones Unidas, la familia de Gerry es rescatada, pero hay un pequeño precio que pagar: Gerry debe liderar la investigac­ión que busca la raíz del brote.

Por una hora la acción es rápida: las pistas recogidas en un complejo de cárceles de Corea del Norte dirigen la atención de Gerry a Israel, el único país que ha empleado inteligent­emente el uso de paredes, artificial­es o antiguas. Pero entonces, esos zombies persistent­es se las ingenian para sobrepasar cualquier obstáculo que les presenten. Y aquí viene la famosa escena que ha servido de promoción al filme. Gerry escapa justo a tiempo, para verse involucrad­o en más situacione­s de peligro.

El acto final ocurre a menor escala y a un ritmo más lento. Sin revelar mucho, solo diremos que es el momento en que los instintos científico­s de Gerry -y esa calma de Brad Pitt- entran en juego.

Es meritorio destacar que hay, a pesar del caos, momentos ocasionale­s de humor. Y uno de ellos nos sirve como un prudente recordator­io para apagar los celulares. Después de todo, no es solamente a nuestros acompañant­es a los que molestamos con nuestros teléfonos.

Ocurre que los celulares también llaman la atención de los zombies. Considéren­se advertidos.

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BRAD PITT intenta averiguar dónde surgió el brote de un virus que se propaga increíblem­ente rápido alrededor del mundo.

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