La convergencia empresarial y la necesidad de un plan de desarrollo económico
Esta semana, el sector empresarial y productivo del país hizo un reclamo público al Gobernador para discutir en detalle, antes de la radicación del Proyecto de Presupuesto ante la Legislatura, los propuestos nuevos impuestos que buscan hacer llegar al fisco unos $1,500 millones. Creo no equivocarme al afirmar que es la primera vez en la historia reciente que prácticamente todos los sectores productivos del país unen voluntades y propósito para atender una crisis económica y fiscal que amenaza con tornarse cada día más profunda.
El tener un espacio en la mesa de discusión no tenía otro objetivo, que atender con urgencia y seriedad las necesidades de nuestro Puerto Rico. Conscientes de que nos toca a todos aportar para poder salir de la crisis, nuestro mayor interés es poder hacerlo de manera responsable, informada y que su efecto sea lo menos adverso a los diferentes sectores productivos.
La mayor preocupación del sector empresarial es que en vez de aumentar el recaudo, con estos nuevos impuestos se incentive aún más la evasión, bien sea por desconocimiento o por lo complicado del sistema que se establezca para poder cumplir con el mismo y se lacere al sector productivo del país con mayores cargas contributivas que no le permitan competir adecuadamente.
En nuestro caso, en el sector de la construcción, los estimados apuntan a que este año la industria difícilmente pueda alcanzar los números del pasado año, que al compararlos con el 2006 reflejan en una merma de más de un 50%. Lidiamos con la realidad de que aún cargamos con los remanentes de la burbuja inmobiliaria y con el efecto de una recesión que entra en su séptimo año. El panorama que describo de nuestra industria no es ajeno a otros sectores que luchan por subsistir ante la crisis.
No obstante, estamos dispuestos a trabajar con estos nuevos tributos, como por ejemplo el concepto de la patente nacional. Este o cualquier otro impuesto deben ser de naturaleza prospectiva. No podemos aceptar nuevos tributos sin permitir la planificación fiscal en las empresas, ya que estos crean graves cargas no esperadas con sus consecuencias obvias, de reducción de negocios, pérdida de empleos y posibles cierres. Cosas que van en dirección opuesta a la política pública de esta administración de promover 50 mil empleos en 18 meses.
La necesidad apremiante de cumplir con un presupuesto balanceado y ganar la credibilidad de las casas evaluadoras del crédito del gobierno de Puerto Rico, deja en un segundo plano la enorme necesidad de formular un proyecto de desarrollo económico a largo plazo y comenzar a invertir en renglones que generen actividad económica. La formulación de un plan con una visión multisectorial y acorde con la realidad de la globalización de los mercados debe comenzar a surgir desde nuestras mismas organizaciones. Cómo queremos definir a Puerto Rico ante el mundo, depende de todos nosotros. Me complace ver que por fin hay un despertar de todos los sectores y una convergencia en propósito. El gobierno debe reconocer que para lograr el éxito y atraer riqueza al Estado, este debe ceder la planificación del futuro socioeconómico del país a una coalición compuesta por el sector empresarial, la academia y la cultura. Tal como lo han hecho otros países como Chile, Irlanda y Finlandia, que se vieron en una situación similar a la nuestra y hoy día experimentan un crecimiento económico saludable.
Estamos conscientes de que no hay una varita mágica que atienda todos los renglones en crisis y evite los impuestos, lo que pedimos es apertura y transparencia en la discusión. De esta manera podemos aportar de forma asertiva, sin infligir un golpe letal al sector productivo y poder preparar nuestras empresas para contribuir responsablemente.