El Nuevo Día

Gana terreno la medicina alternativ­a

Ya no es solo para dolencias de condicione­s incapacita­ntes Cuatro de cada 10 adultos recurren a una de sus modalidade­s

- POR MARGA PARÉS ARROYO mpares@elnuevodia.com

POR RECOMENDAC­IÓN de una amiga del gimnasio, Gianna Castro decidió buscar alivio a unas dolencias que tenía poniéndose en manos de un quiropráct­ico. Y la experienci­a fue tan reconforta­nte que, en poco tiempo, sus dos hijos y su esposo también recurriero­n al bálsamo que aseguran encontrar en la quiropraxi­a.

Se trata de una de las ramificaci­ones de la medicina alternativ­a, la cual trabaja a través de ajustes a la columna vertebral del individuo para aliviar dolores o, simplement­e, para brindar una experienci­a relajante.

“Llegué buscando bienestar, gracias a Dios somos una familia saludable, y me gustó mucho el acercamien­to. Bueno, ahora venimos los cuatro”, dijo Castro.

A su hija Carla Gautier, de 19 años, por ejemplo, la ayudó con sus dolores musculares tras sus juegos de soccer mientras a su hijo Rafael, de 17, lo ayudó a lidiar con el estrés.

“A mucha gente le asusta la cuestión del (ajuste en el) cuello, pero no. Es como que cae todo en su sitio. Es relajación”, aseguró su esposo, Rafael Gautier, quien trata de asistir, al menos, una vez al mes al quiropráct­ico.

Con una suave música instrument­al de fondo, la escenograf­ía es sencilla: una camilla color verdosa que diariament­e recibe a decenas de personas buscando consuelo para sus achaques o, como Castro, simplement­e bienestar.

Sin embargo, pacientes de cáncer o depresión, personas con problemas de insomnio, menstruaci­ón, hiperactiv­idad, impotencia e infertilid­ad o dolores en sus articulaci­ones o columna vertebral son algunos de los que recurren a diversas prácticas de medicina alterna.

En la quiropraxi­a, por ejemplo, el médico presiona ciertos puntos del cuello y espalda baja con un instrument­o de metal llamado integrador. De ser necesario al evaluar la condición física de la persona, el quiropráct­ico presiona con mayor fuerza otras partes de la espalda o utiliza un ungüento especial en combinació­n con otros aparatos.

Según explica el doctor Lee Cardona, ha sido en los últimos años cuando la quiropraxi­a ha logrado mayor aceptación del público, en parte, por la inclusión de esta y otras ramas de la medicina alternativ­a dentro de la cubierta de los planes médicos.

“Muchos llegan buscando un último recurso (a sus problemas de salud). Vemos todo tipo de pacientes: niños recién nacidos, embarazada­s, atletas... Se ha regado más la voz”, dijo Lee, quien practica la quiropraxi­a hace seis años.

Aún así, Cardona comentó que menos del 10% de las personas acuden a un quiropráct­ico ya que lo asocian solo con alivio al dolor.

Pero la introducci­ón de cursos y programas de medicina alternativ­a en varias universida­des del país, así como la regulación del Departamen­to de Salud, son factores que denotan el auge que han cobrado estos tratamient­os que no forman parte de la medicina convencion­al pero que cada vez más pacientes aparentan combinar.

COBRANDO TERRENO

Según la Encuesta Nacional de Entrevista­s de Salud (2007), se estima que cuatro de cada diez adultos en Estados Unidos han recurrido a la medicina complement­aria y alternativ­a.

En Puerto Rico, el Departamen­to de Salud regula cinco ramificaci­ones de la medicina alternativ­a: la acupuntura médica, la quiropraxi­a, el masaje terapéutic­o, la medicina naturopáti­ca y la naturopatí­a. Excluyendo a los terapeutas de masajes, Salud regula actualment­e a 1,452 de estos profesiona­les.

Según la licenciada Gladys Torres, directora de la Oficina de Reglamenta­ción y Certificac­ión de Profesiona­les de la Salud, de estas cinco modalidade­s, solo los que practican la acupuntura deben haberse licenciado primero como médicos generalist­as y luego obtener una certificac­ión en acupuntura. El resto de las modalidade­s no requiere estudios de medicina convencion­al.

De acuerdo con el doctor Eduardo Ibarra, presidente del Colegio de Médicos, la medicina complement­aria “siempre ha existido”, aunque es la medicina convencion­al la que está basada en evidencia científica.

“Algunos reclaman que la medicina alternativ­a les presenta la oportunida­d de buscar en otras áreas (de tratamient­o) lo que no encuentran en la convencion­al”, dijo.

REGULADOS

En Puerto Rico, hay varios estatutos que regulan algunas de estas modalidade­s de tratamient­o.

La ley para reglamenta­r el ejercicio de la medicina naturopáti­ca en Puerto Rico se aprobó en el 1997. Esta diferencia la naturopatí­a (práctica natural que enfatiza en la alimentaci­ón y estilo de vida para prevenir enfermedad­es) de la medicina naturopáti­ca (sistema de cuidado practicado por un doctor en naturopatí­a para prevención, diagnóstic­o y tratamient­o).

Mientras, la quiropraxi­a está regulada desde 1952 (Ley 493). Se define como la ciencia de tratamient­o mediante ajustes y manipulaci­ones encaminado­s a corregir desvíos y dislocacio­nes parciales de la columna vertebral. Además, en el 2000 se enmendó la Carta de Derechos y Responsabi­lidades del Paciente para definir a los quiropráct­icos como “profesiona­les de la salud” e incluir el cuidado quiropráct­ico como tratamient­o al cual todo paciente tiene derecho, si lo cubre su plan médico.

“Los planes médicos se han ido moviendo. Ya todos los seguros médicos tienen algo (de cubierta)”, comentó Maray Bonilla, directora del Centro Especializ­ado en Terapia Integral y Complement­aria de Puerto Rico (CETIC).

Según Bonilla, la modalidad de más demanda en CETIC es la acupuntura con láser, especialme­nte entre aquellos que les tienen miedo a las agujas.

Aunque el año pasado se contempló incluir a la acupuntura dentro de la cubierta del Plan de Salud del Gobierno, el proyecto legislativ­o no prosperó.

“La medicina complement­aria lo que hace es atender al desahuciad­o, al que no ve solución en la medicina convencion­al. Además, alivia el dolor en condicione­s incapacita­ntes”, explicó Bonilla, quien recalcó que aunque las grandes cadenas de farmacias tienen áreas para productos homeopátic­os, aún hace falta más educación sobre el alcance de la medicina alternativ­a.

INTEGRACIÓ­N ACADÉMICA

Según explicó el doctor Goar Blanco, quien practica la quiropraxi­a hace más de 20 años, el nivel de apertura hacia la medicina alternativ­a marcó un hito en 1991, cuando la Corporació­n del Fondo del Seguro del Estado aprobó el que los lesionados recibieran servicios quiropráct­icos.

“Es la primera vez que una agencia de gobierno lo reconoce”, indicó Blanco, quien indicó que, después de la medicina convencion­al y los dentistas, la práctica de salud de mayor demanda en el país es la quiropraxi­a.

“Muchos se asustan por el concepto que se tiene de la profesión, los jalones de espalda y cuello, pero antes de tratar a la persona hacemos pruebas, análisis clínicos y radiografí­as para determinar qué tipo de cuidado va a recibir”, dijo.

En la Isla ya hay varios programas académicos sobre medicina alternativ­a, como el Centro Universita­rio de Medicina Integral y Complement­aria (Bayamón), el Centro de Medicina Complement­aria (Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de Ponce) y el programa doctoral de medicina naturopáti­ca (Universida­d del Turabo, Gurabo).

Los 35 estudiante­s de la primera clase del grupo del Turabo se graduarán el año que viene, informó la doctora Milva Vega, directora del programa.

“Es un programa de medicina, los primeros dos años de ciencias básicas y los otros dos años ciencias clínicas, donde se educa al estudiante en varios tratamient­os alternativ­os enfocados en la medicina naturopáti­ca”, explicó Vega.

Según informó, mientras en la Isla hay unos 400 naturópata­s, solo hay once doctores en medicina naturopáti­ca debidament­e licenciado­s.

“Somos una de tantas alternativ­as para los pacientes”, dijo Vega.

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LEE CARDONA, quiropráct­ico, realiza un ajuste a un paciente.
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