Memorias y su alegría
El ilustrador y gastrónomo José Luis Díaz de Villegas murió ayer a sus 87 años
EL ARTISTA José L. Díaz de Villegas falleció ayer, domingo, de madrugada, según confirmó a El Nuevo Día su hijo y portavoz de la familia, José Luis Díaz de Villegas Freyre.
Díaz de Villegas llevaba enfermo varios meses y paulatinamente empeoró, indicó José Luis. Padecía de cirrosis y diabetes aunque su hijo entiende que su causa de muerte, mientras dormía, pudo haber sido un fallo renal.
La obra por la que fue conocido este creador nacido en La Habana, Cuba el 19 de octubre de 1925 se divide en varios aspectos desde ilustrador, diseñador gráfico y artista plástico con trabajos que se exhibieron en museos y galerías. En este diario trabajó durante 30 años como director gráfico, entre otras posiciones, y muchos siguieron sus columnas de vinos y comida publicadas en este diario hasta principios de este año, que firmaba bajo el seudónimo Paco Villón. Su obra también está contenida en libros como Puerto Rico: La Gran Cocina del Caribe que trabajó con Jochi Melero y su hijo, José Luis.
“Su última columna salió en febrero, sobre el Superbowl, y él hubiera escrito hasta el día que murió si su enfermedad se lo hubiera permitido. Me decía a cada rato, ‘Tengo que hacer la columna, tengo que hacer la ilustración’ pero ya estaba enfermo. La mayoría quisiéramos tener la mitad de capacidad de trabajo y afán que él tuvo”, destacó su hijo sobre su filosofía de trabajo.
El fotógrafo Jochi Melero, con quien trabajó proyectos como un cortometraje en los setenta, manifestó que Díaz de Villegas le deja a quienes lo conocieron la alegría de la capacidad para hacer, la alegría sobre la autenticidad de ser. “José Luis nos entrega continuamente su asombro ante todo lo creado. Con él se respiraba la importancia por lo auténtico y la energía espiritual que de esto emana. Hablando con José, su hijo, esta mañana (ayer) nos acordamos que José Luis siempre ha sido un elemento de cambio continuo en todo, con una con- ciencia que solo responde al amor; su verdadera inteligencia secreta”.
En la introducción de su libro La sutil sátira de Díaz de Villegas, describió a sus dibujos como los hijos que parió “a golpe de línea, color y guaguancó”.
Al reflexionar sobre la obra humorística de Díaz de Villegas, Melero compartió que “sus dibujos son de una línea implacable que va desde el zen al anarquismo en un solo trazo donde nunca hubo un error o una duda”. A su juicio, su trabajo artístico es el testimonio “de alguien que lo vio todo con una pluma en mano que solo opera en angstrom”. Para Melero, el artista era un cúmulo de gustos desde el jazz, la rumba, Vivaldi, guaguancó y Lezama, entre tantos más donde protagonizaba su esposa Graziella que, a su juicio, era “el principio de muchas cosas”.
José Luis recordó que nunca percibió una mentira de su padre al resaltar su transparencia. “Era casi imposible escucharlo hablar mal de alguien y tenía un entusiasmo por la vida que, por lo general, es el que sienten los niños por la vida”, sostuvo de su padre que tenía 87 años. Que descanse en paz, y entre sus dibujos de siempre.