El Nuevo Día

La familia mandaba en la TV

Artistas extrañan el tipo de comedia que una vez prevaleció en la pantalla chica local

- POR MARCOS BILLY GUZMÁN

HAY UNA TENDENCIA a ver el pasado con superiorid­ad. Sea porque podías comprar un litro de leche con centavos o porque piensen que los niños eran más obedientes, el ayer suele ser visto con nostalgia. Los cambios sociales son inevitable­s y el arte no se salva de ellos.

La televisión tampoco es la misma que la de hace varias décadas. Algunos actores puertorriq­ueños extrañan la época en que los boricuas se divertían sin la necesidad de lo explícito y, en cambio, reían con una comedia más familiar.

Pero, ¿el pasado era más sano en la televisión?

Resolviend­o sus problemas con aparente elegancia, las familias de shows como The Brady Bunch o The Waltons se convirtier­on en íconos de la cultura popular tras su emisión en los años 70. Más de década y media después, Married... with Children ya presentaba el hogar de manera disfuncion­al y a veces cándida (el padre se sentaba en el sofá con la mano dentro del pantalón). Actualment­e, espacios premiados como Modern Family expone la diversidad de la familia contemporá­nea con una mirada a un matrimonio homosexual y a otro interracia­l.

Pero muchos expertos consideran que, si bien ha cambiado la percepción de la familia en la pantalla chica, la televisión tiene cada vez menos programas de contenido familiar. Puerto Rico no es la excepción.

“La televisión local está en precario, en peligro de extinción”, lamenta el actor René Monclova cuando reacciona al hecho de que en la Isla hay pocas produccion­es locales y que ya no existen comedias familiares como Los García, que en los años 70 ocupaba las primeras posiciones de audiencia en suelo boricua. ¿A qué responde esta realidad? El artista reconoce que la globalizac­ión, el impacto del internet y el fácil acceso a canales internacio­nales han provocado que la producción local sea limitada. Esto, a su juicio, viene reflejándo­se hace años en la

creación de propuestas televisiva­s locales más directas, gráficas y sexualizad­as.

“Aunque lo mismo decía la generación anterior, antes éramos un pueblo más sano. Ahora, por ejemplo, es inadmisibl­e decirle a un niño que los bebés llegan con la cigüeña. La gente joven está extremadam­ente sexualizad­a y la televisión se ha convertido en un reflejo de eso”, opina al contrastar el material del show El papa de mi papá, la revisión de Los García en la que actuó con Tommy Muñiz durante los años 80.

Como alguien que ha explorado los chistes de doble sentido a través de su personaje “Lolo Bond”, Monclova entiende que el problema no es el sexo, sino la forma en que se presenta en la televisión.

“Carecen de ingenio. Antes se buscaba la manera de decir lo mismo sin ser explícito y ahora hay más cosas que rayan en el mal gusto. No creo en la censura previa. Siempre hace falta gente que rompa los tabúes, pero no se puede ser cafre por ser cafre, porque no hay nada que aportar. Eso habla tristement­e de nuestra sociedad y puede herir a mucha gente innecesari­amente”, expone.

Raymond Arrieta, quien actuó en La pensión de doña Tere durante los años 80, admite haber sido uno de los que “a veces se esmandan”. Comenta que “nos puede pasar a todos los come- diantes, pues prefiero pedir perdón que pedir permiso porque uno no puede ser muy bobo y en Puerto Rico nos gusta lo colora’ o y lo atrevido”. El también animador reconoce que “una palabra mala o un comentario fuerte son maneras fáciles de hacer reír a una persona”. Sin embargo, advierte que “hay que tener cuidado y no abusar de eso”.

En ese sentido, el también locutor extraña “la línea y el cierto punto” que no se cruzaba hace años en la pantalla chica de Puerto Rico.

FALTA DE CONCIENCIA

Como figura que trabajó por 12 años con el comediante y productor Tommy Muñiz en shows como El colegio de la alegría y La criada malcriada, el cineasta Jacobo Morales confiesa que “extraño lo que existía antes”. ¿Por qué?

“Hoy todo responde a la prisa, a la premura, a que todo debe ser leído de primera intención, a grandes rasgos. Pero yo prefiero el afán por la elaboració­n. La picardía en las comedias se hacía, pero con más pulimento. Las produccion­es de hoy están más dirigidas al rating ”, sostiene quien tampoco anhela que nunca se pierda “nuestra picardía caribeña”.

El actor considera que “esa elaboració­n del pasado en la televisión implicaba un mayor compromiso y una más grande conciencia social porque la televisión es un medio muy poderoso”. Retomar ese interés, según Jacobo, requiere de la iniciativa de los productore­s locales para “ir más allá de la diversión”.

No obstante, trata de no pecar bajo la creencia de que “todo en el pasado era mejor”, sobre todo porque es consciente de que cada etapa histórica se refleja en las particular­idades de las expresione­s artísticas.

El momento que vivimos carece de propuestas como Mi familia, Maripily o En casa de

Juanma y Wiwi dentro de la pantalla chica puertorriq­ueña. La actriz y exsenadora Velda González, quien fue protagonis­ta de La criada malcriada, lo lamenta porque piensa que ese tipo de espacio todavía tiene vigencia en la actualidad. “Se pueden producir muchos de los programas que ya se han hecho”, destaca en referencia a cómo El Chavo del 8 ha logrado trascender generacion­es.

“Me acuerdo que en la época de La criada malcriada, los niños iban a almorzar a su casa. No había televisión en todos los cuartos, sino uno en la sala y había más unión familiar y comentario­s sobre lo que se estaba viendo. Los padres podían orientar a sus hijos. Siempre había picardía, pero era impercepti­ble para quien no tiene malicia”, dijo González.

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MI FAMILIA
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