Vuela bajo el ala de la Jueza Sotomayor
Natalie Trigo se reparte entre el Tribunal Supremo y su compromiso cívico
WASHINGTON – Mientras cursaba su bachillerato en la Universidad de Yale, la puertorriqueña Natalie Trigo supo que quería dedicar sus energías al sector público y a las organizaciones no gubernamentales.
Y está feliz de que tres años luego de completar su bachillerato y afincarse en la capital estadounidense hace ambas cosas.
Trigo es asistente de la jueza boricua del Tribunal Supremo de Estados Unidos, Sonia Sotomayor, donde tiene la extraordinaria oportunidad de participar del trabajo de la primera persona de origen hispano que ocupa el máximo foro judicial estadounidense.
Igualmente, es una de las fundadoras del grupo conPRmetidos, dedicado a buscar iniciativas que permitan encaminar proyectos ciudadanos dirigidos a impulsar un mejor Puerto Rico.
“Llegué a Yale pensando en que quería estudiar Ciencias Políticas, pero consideré que la economía es mucho más útil para todo lo que tiene que ver con política pública”, dijo Trigo, en una entrevista que transcurrió en uno de los banquitos del Capitolio federal, casi justo al frente de la Corte Suprema.
De hecho, su compromiso al trabajo cívico quedó demostrado desde que estudiaba su bachillerato. Mientras terminaba sus estudios de Yale, que la llevaron un semestre a París (Francia) y otro a Pekín (China), Trigo fue, entre otras cosas, intérprete de pacientes hispanos en una clínica de salud en New Haven.
A Washington llegó como asistente voluntaria de la entonces candidata a embajadora de Estados Unidos en El Salvador, la puertorriqueña Mari Carmen Aponte, a quien ayudó a lidiar con las sesiones de entrenamiento e información que requirieron su nombramiento.
Entre una cosa y otra, su resumé llegó a la oficina de la jueza Sotomayor, quien la invitó a trabajar un mes como becaria. Un mes se convirtió en tres, tiempo durante el cual le ofrecieron un puesto permanente que estaba próximo a quedar vacante.
En lo que se concretaba su nombramiento oficial, Trigo trabajó en la oficina del alguacil del Tribunal, como edecán para el público que acude a las sesiones orales de la corte.
Poco después regresó a la oficina de Sotomayor, donde ha tenido tareas generales, desde ayudar con la distribución de los casos a los oficiales jurídicos, ayudar con el calendario de la jueza y ordenar la correspondencia, entre otras cosas.
“Cualquier cosa que ella necesite, yo estoy ahí. Es surreal porque uno trabaja con asuntos tan históricos. Ver desde adentro cómo opera la corte de mayor instancia de una nación como Estados Unidos es un honor y privilegio”, dijo.
A ello se suma la oportunidad de observar el desempeño de Sotomayor y caer bajo su ala protectora.
“Ella es un orgullo para la comunidad hispana, sobre todo la puertorriqueña. Es muy apegada a su personal. Es brillante, pero a la misma vez con los pies sobre la tierra. Es una cosa especial”, contó Trigo, con una sonrisa.
Los pasados 31 meses en el Tribunal Supremo estadounidense le han solidificado su interés por estudiar Leyes.
Este mismo verano espera comenzar a organizar su solicitud de admisión a la Escuela de Derecho de la Universidad Yale, donde tiene como objetivo regresar quizá para el otoño de 2014, aunque también pone en su mira universidades como Stanford (California) y New York University.
En Washington ha podido darle forma al grupo conPRmetidos, el cual formó junto a sus amigos Miguel Columna, Ciara Napoli e Isabel Rullán.
Describe conPRmetidos como un grupo de estudio y promoción de iniciativas ( think and do tank) dirigidas a fomentar el cambio social en Puerto Rico.
Con Miguel Columna, quien trabajaba en la Comisión Federal de Comercio (FTC), cada conversación terminaba en los problemas de la Isla, como la crisis económica y la inseguridad.
“Empezamos a hacer investigaciones sobre el tercer sector en Puerto Rico y descubrimos que solo el 8% de las organizaciones en la Isla cumplen con los requisitos mínimos para solicitar aquí dinero a fundaciones y organizaciones. Queríamos crear una organización innovadora, no inventar la rueda sino promover modelos que ya funcionan bien aquí”, dijo.
Los primeros meses, contó, dedicaron largas horas después de salir del trabajo y del fin de semana a ordenar sus ideas.
Con el dinero recaudado en los eventos en Puerto Rico y Estados Unidos, pusieron en marcha la organización; y, con el apoyo de la entidad Foundation for Puerto Rico, del empresario Jon Borschow, han establecido su propia oficina en la Isla.
Paso a paso, dijo, le dan vida al grupo. “En estos tiempos de crisis fiscal no podemos pretender que el gobierno solucione todos los problemas. Tenemos que devolverle a nuestro país. Estoy contenta aquí, pero Puerto Rico es mi casa”.