Amores que inspiran
El cariño que Claudia Renta Ortiz siente por su hermano es su motor
HACE UN AÑO, Claudia Renta Ortiz, de 9 años, apenas sabía nadar. Es decir, si se tiraba al agua, no se ahogaba, pero tampoco era que fuera una gran nadadora.
Pero Claudia sorprendió a toda su familia. Su patada natural le valió un puesto en el equipo del Club de Natación de Caguas. “¡Yo soy pechista!”, afirma ahora Claudia, con desparpajo y orgullo.
Hace dos semanas compitió en el Campeonato Nacional de Natación celebrado en la piscina municipal Sonia Álvarez, de Caguas. Allí volvió a sorprender a los suyos al conquistar 11 medallas de oro. Una de éstas, en su estilo favorito: pecho.
En esta travesía a nado su mayor inspiración ha sido su hermano Alejandro. “Cada vez que me tiro a nadar no lo hago por mí, sino por él”, afirma.
Alejandro tiene 7 años. En 2006 nació prematuro con un problema respiratorio. Pero para sorpresa de sus padres, Gloricela Ortiz y Abisangel Renta, el panorama fue mucho más complicado. El bebé nació con una masa de venas en el pulmón izquierdo que le impedía respirar bien. Se le extirpó la masa y el bebé mejoró.
Pero después de una traqueotomía, su corazón dejó de bombear sangre. Cuarenta y cinco minutos sin oxígeno casi le arrebatan la vida. Sobrevivió, pero su sistema neurológico quedó marcado para siempre y apenas habla o se mueve. “Cuando entré a la Unidad de Cuidado Intensivo yo supe lo que iba a pasar y que Alejandro no iba a ser la misma persona”, recuerda Abisangel, quien reconoce que le tomó tiempo aceptar la condición de su hijo.
Desde entonces, la vida de esta familia cambió para siempre. Y aunque no fue fácil, lograron acostumbrarse y superar la situación.
“Mi hermano cuando nació tuvo muchos problemas, pero él me enseñó a tener fe, esperanza y a luchar por lo que quiero”, manifiesta Claudia, una niña delgada de pelo lacio rojizo.
Mientras Alejandro se encon- traba en intensivo, Gloricela y Abisangel decidieron ayudar, con lo poco que tenían, emocional y económicamente, a otros padres con niños que tenían la misma condición de Alejandro.
Eso los inspiró para crear en 2011 la Fundación Alejandro, Guerreros de Vida, con el propósito de ayudar a personas de bajos recursos económicos con equipo médico, artículos de primera necesidad, alimentación y medicinas.
Desde entonces, Claudia ha asumido el liderazgo de llevar actividades de recaudación de fondos y hacer servicio comunitario. “Como yo soy niña, yo sé lo que quieren los niños y le doy ideas a mis papás para que hagan las actividades”, comenta con soltura.
Aunque muchas de las actividades de la fundación van dirigidas a hospitales, Claudia, como no pude ir a ninguna, por su edad, se involucra en otras ta- reas. Una de esas tareas es visitar a los pacientes encamados en los hogares. Ella es la encargada de orar, cantar y leer los cuentos. Su cuento favorito es “La ranita saltarina”.
La natación, además de servir como terapia a la familia, también le ha servido de inspiración a Claudia, ya que una de sus metas es lograr que los pacientes inmovilizados reciban terapia dentro del agua.
Claudia es una niña soñadora que cuando grande quiere ser cantante, actriz, astronauta, científica y llegar a las Olimpiadas. Pero cuando tropieza con la realidad sufre mucho. Sin embargo, su mensaje es contundente.
“Me siento incómoda cuando miran extraño a mi hermano. Ser un niño especial no significa ser un extraño y Alejandro se merece el mismo respeto que todos los niños porque él es un niño normal como tú y yo”, explica.