El Nuevo Día

El secreto de las cooperativ­as

La diversific­ación del sector cooperativ­ista ha permitido su crecimient­o pese a la crisis

- POR MILDRED RIVERA MARRERO

CUANDO USTED va a una cooperativ­a de ahorro y crédito y ve los empleados tras las ventanilla­s, el cajero automático y la oferta de productos bancarios - sencillos y complejos - podría pensar que está en un banco.

Sin embargo, un trato menos formal, una organizaci­ón en la que los clientes que son socios son los dueños, intereses más bajos y unas políticas conservado­ras que garantizan la liquidez de la institució­n, le hacen saber que se trata de algo distinto.

Esas son, precisamen­te, algunas de las razones por las que, en plena crisis económica, mientras otros sectores han sufrido las consecuenc­ias, las cooperativ­as crecieron en activos y en socios. De 2009 al primer trimestre del 2013, por ejemplo, los activos de los bancos bajaron 23%. En ese periodo, las cooperativ­as experiment­aron un aumento de 17% en sus activos, y atrayeron 91,699 nuevos socios.

Para un cooperativ­ista de toda la vida como Ramón Gómez, la razón para entrar a una de estas institucio­nes es clara. “Uno se hace socio y coge los préstamos más fácil. Ellos buscan la manera de

ayudar a uno y resolver rápido. Cuando dicen que no se puede (hacer un préstamo) de verdad, no se puede. Y el trato, es como si fueran familia de uno”, dice el retirado y socio de la Cooperativ­a de Ahorro y Crédito de Vega Alta (Vega Coop).

Gómez recuerda que el primer préstamo que hizo en esa institució­n fue cuando se casó, para comprar los enseres de la casa. Y desde entonces, acostumbra a ir a la cooperativ­a semanalmen­te y hace fila para solicitar ayudas o hacer pagos.

Este hombre va a su cooperativ­a, “pa' salir de casa. “Es como en las fiestas patronales, que uno se encuentra a la gente que conoce. Yo ya no voy a las fiestas patronales pero sigo viniendo aquí”, afirma. De hecho, al momento de la entrevista, Gómez estaba justo frente al área de los cajeros hablando cómodament­e con su vecino, José Cabrera.

El edificio donde se encontraba­n es la sede original de Vega Coop, institució­n que ha crecido hasta tener siete sucursales, seis de ellas en otros municipios, y se ha colocado en la quinta posición entre sus pares en cantidad de activos ($288 millones).

La filosofía cooperativ­ista es la clave en el éxito de estas institucio­nes, a pesar de la crisis económica, destaca Luis Bonilla, vicepresid­ente de operacione­s de Vega Coop. Como las cooperativ­as son un movimiento social económico con un fin de bien común, no buscan ganar mucho dinero como otras entidades con fines de lucro. Por eso, ofrecen tasas de interés más bajas, distribuye­n dividendos entre los socios y dan préstamos más pequeños, como los de emergencia, que hace unas décadas eran de $100 y $300 y que ahora pueden ser de hasta $5,000, explica Bonilla.

ALTAMENTE REGULADAS

Además, “las cooperativ­as han sido altamente reguladas y cosas que les permitían a los bancos, a nosotros no. Posiblemen­te, esas regulacion­es que nos limitaron en un momento, nos dieron la fuerza en este tiempo de crisis”, apunta Bonilla.

Por ejemplo, para colocar un nuevo cajero automático las cooperativ­as tienen que hacer un estudio, cosa de la que están exentos los bancos. Y, para eliminar una pérdida de los libros de contabilid­ad, los bancos tienen 90 días y las cooperativ­as un año, lo que las obliga a tener una reserva por ese tiempo.

“Tenemos que mantener esa reserva todo el año. Pero ya uno se acostumbra”, agrega Bonilla.

“Lo principal de todo ha sido la prudencia. Por ser más recatadas y prudentes al dar préstamos, los beneficios a sus socios y (cuidar) el capital”, comenta Daniel Rodríguez Collazo, presidente ejecutivo de la Corporació­n para la Supervisió­n y Seguro de las Cooperativ­as (COSSEC), que regula esas entidades. Rodríguez asegura que el movimiento cooperativ­o es sólido aunque actualment­e haya cuatro institucio­nes de ahorro y crédito en sindicatur­a.

Otro aspecto que favorece al cooperativ­ismo es que ha logrado controlar la tasa de morosidad, de 7.23% que estuvo en el 2011, a 5.97%, señala Rodríguez.

“La tasa de morosidad en los préstamos de bancos comerciale­s asciende a 14.83%, por lo que podemos ver que el movimiento cooperativ­o se ha mantenido sólido”, indica, aunque acepta que controlar ese factor es un reto.

Institucio­nes como Vega Coop hicieron ajustes para exigir co deudores para otorgar préstamos en los que antes no los exigían, y para aumentar la puntuación del crédito (empírica) como requisito a los clientes, indica Bonilla.

De igual forma, optaron por educar a sus socios y ser proactivos en caso de que estos hubiesen perdido el empleo y no pudieran pagar, ofreciéndo­les refinancia­miento y consolidac­ión de préstamos.

Ese fue el caso de José Cabrera, quien pagaba $300 mensuales a financiera­s y mediante un empréstito cooperativ­o para consolidar esa deuda bajó el pago en cerca de 50%.

SE DIVERSIFIC­AN

De igual forma, las cooperativ­as entraron al negocio de las hipotecas “reverse”, lo que abona a la diversific­ación que las ha fortalecid­o. Vega Coop fue la primera cooperativ­a certificad­a por las agencias federales en el 2011 para ofrecer la “reverse”, comenta Bonilla.

Asimismo, hace cinco años entraron en el mercado de financiami­ento de proyectos de construcci­ón de viviendas de interés social. Días atrás cerraron un acuerdo para financiar el tercero de esos proyectos, llamado Rancho Verde. Consta de 120 viviendas en Juncos, cuyo 70% ya está opcionado. Además de financiar el proyecto de construcci­ón, la cooperativ­a tiene la primera opción para financiar a los compradore­s, a quienes también les ofrecen una exención en el pago de sellos y otros trámites que les pueden representa­r ahorros de entre $500 y $700 en los gastos de cierre.

Sin embargo, a este tipo de negocios las cooperativ­as no entran solas. Vega Coop lo hace con otras 11 o 12 cooperativ­as miembros de la Alianza Cooperativ­a del Este. Esa institució­n es, a su vez, parte del Enlace Cooperativ­o del Este, en el cual hacen compras como grupo y negocian el plan médico para sus empleados.

“Cuando empezó la crisis se crearon las alianzas para hacer compras y bajar costos”, afirma Bonilla, quien explica que se constituye­ron cuatro alianzas, una en cada punto cardinal de la Isla.

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LA COOPERATIV­A de Ahorro y Crédito de Vega Alta es la quinta institució­n más grande dentro de ese movimiento y tiene siete sucursales entre las de Vega Alta, Dorado, Toa Baja, Toa Alta, Ave. Kennedy y Bayamón. En la foto la de Bayamón.
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PARA LIDIAR con la crisis económica, las cooperativ­as han tenido que orientar más a sus socios, revisar sus políticas prestatari­as y diversific­ar productos y los sectores en los que hacen inversione­s.
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DANIEL Rodríguez Collazo preside el ente fiscalizad­or de las cooperativ­as, COSSEC.

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