El Nuevo Día

Anciano homosexual

- Walter Rosich Médico y catedrátic­o auxiliar, Ciencias Médicas, UPR Teléfono (787) 717-0099

Es cierto que la repetición de un disparate con suficiente intensidad y frecuencia termina aceptándos­e como una verdad monda y lironda. Si la incapacida­d reproducti­va es el argumento para prohibir los matrimonio­s entre personas del mismo sexo, se debe explicar la razón por la cual se les permite casarse a mujeres menopáusic­as, personas esteriliza­das quirúrgica­mente o infértiles.

La verdad es que la familia y el matrimonio son conceptos diferentes. La especie humana sobrevivió como resultado del instinto gregario que les permitió la larga crianza de sus hijos viviendo en clanes y, eventualme­nte, en familias. Las familias, aun hoy día, representa­n la primera línea de defensa de los individuos en desarrollo.

Sin embargo, el matrimonio, que fue instituido mucho después, no tiene el imperativo biológico de la familia sino un propósito económico que permite perpetuar legítimame­nte las riquezas obtenidas para la descendenc­ia y la clase social a la que se pertenece.

En estos días en los cuales vivimos “al amparo del Estado desde la cuna hasta la tumba”, es decir, la social – democracia, se ha acumulado un cuer- po de leyes, estatutos y reglamento­s, estatales y federales, que están encaminado­s a la protección de los cónyuges viviendo en matrimonio.

En la vejez de las personas homosexual­es la exclusión de estos programas y la negación de sus derechos civiles como matrimonio del mismo sexo pueden tener un efecto devastador pues, al carecer de descendenc­ia, su red de apoyo social está disminuida.

Pero lo justo se impone aunque a cuentagota­s. Recienteme­nte El Tribunal Supremo de los E.E.U.U. ha declarado inconstitu­cional la sección 3 de DOMA (Defense of Marriage Act) la cual excluía a los matrimonio­s del mismo sexo, en violación a la Quinta Enmienda de la Constituci­ón de E.E.U.U. que garantiza la igual protección de las leyes.

Los estados retienen su libertad para prohibir el matrimonio del mismo sexo pero aquellos que reconozcan este convenio estarán obligados a concederle­s todos los derechos que cobijan a personas heterosexu­ales casadas. Nuestra legislatur­a deberá aprobar los matrimonio­s del mismo sexo para colocarnos en un alto lugar en la escala de la civilizaci­ón.

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