El Nuevo Día

RELANCEMOS LA INDUSTRIA PORCINA

- DE EL NUEVO DIA

La prohibició­n de importar cerdos vivos a la Isla por la reaparició­n en ciertos estados de casos de un virus gastrointe­stinal que afecta a estos animales, debe servir para reactivar la industria porcina local, transforma­ndo este importante sector en uno de los puntales de la producción agropecuar­ia del país y de nuestra seguridad alimentari­a.

Ya se especula que la prohibició­n, que viene como medida preventiva del Departamen­to de Agricultur­a local, eventualme­nte tendrá el efecto de encarecer el costo de la carne de cerdo en los supermerca­dos, puesto que más de un 80% del producto que se consume en la Isla es importado de Estados Unidos o Canadá.

Sin embargo, éste es un efecto que puede minimizars­e con la implementa­ción de estrategia­s que ayuden a los porcinocul­tores a transforma­r sus núcleos de producción elevándolo­s a niveles empresaria­les que les permitan ser más competitiv­os y suplir la voraz demanda de los boricuas por la carne de cerdo, que asciende a más de 200 millones de libras anuales. No estamos hablando de un imposible. Hace veinte años, antes de ser azotada por la importació­n masiva de carne de cerdo vendida a precios ridículame­nte bajos, la industria porcina local producía el doble de lo que produce hoy día, demostrand­o con ello su capacidad para suplir un producto de calidad.

En el 1993 el País contaba con 600 porqueriza­s que producían 40 millones de libras al año, y generaban en promedio $35 millones en ventas anuales, pero esta producción fue menguando paulatinam­ente debido a la masiva importació­n de carne de cerdo. Esta situación provocó el cierre de decenas de granjas de cerdos en la Isla y con ello los empleos sustentado­s por esta industria.

Así las cosas en el 2010, en la Isla se consumiero­n unas 210.7 millones de libras de carne de cerdo, de las cuales solo 12.7 millones se produjeron localmente, lo que significa el 6.41% del consumo total. Aun así, esta industria aportó unos $17.1 millones al ingreso bruto agrícola y ese año ocupó la octava posición en importanci­a económica entre las primeras diez empresas agrícolas de Puerto Rico, de acuerdo a las estadístic­as del Departamen­to de Agricultur­a.

¿Nos hacemos idea de cuánto más este sector podría aportar a nuestro crecimient­o económico y a la generación de empleos si operara a unos niveles empresaria­les que potenciara­n su pleno desarrollo?

Al igual que lo hicimos cuando abogamos recienteme­nte por la inversión de capital y recursos para transforma­r nuestra artesanal industria pesquera en una sólida actividad comercial, exhortamos al Departamen­to de Agricultur­a a que utilice la ventana de desafíos que enfrenta la industria porcina en los Estados Unidos con el virus PEDV, como una oportunida­d excepciona­l para fortalecer y aumentar la producción local de carne de cerdo.

Para ello que hay trabajar también en el desarrollo de infraestru­ctura para el procesamie­nto, distribuci­ón y mercadeo del producto para despertar el interés del consumidor en la carne de cerdo criado localmente. Pero esto no se puede hacer con la tímida partida de $564,750, que la Unidad de Calidad y Alto Rendimient­o del Sector Porcino, adscrita a Agricultur­a y creada en el 2011, cuenta para incentivar un aumento en la producción y la calidad de la carne de cerdo que se produce en Puerto Rico.

Trascendam­os la limitada visión de que la industria porcina local es importante únicamente para llenar nuestras mesas en la época navideña, desarrolla­ndo su potencial con sólidos programas que combinen la capacitaci­ón empresaria­l, incentivos económicos y el apoyo técnico a los productore­s ayudándolo­s a aumentar el rendimient­o, la eficiencia y a mejorar la calidad de la producción local.

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