Capital del placer
En lo que se refiere a compras de lujo, los hoteles más finos y la mejor gastronomía, Madrid no tiene nada que envidiarle a ninguna otra ciudad
Madrid se siente acogedora y viva, como siempre. Sus bares, cafés y restaurantes están llenos de gente animada que conversa y ríe, consume una caña (cerveza) o un aperitivo, lo pasa bien. Sus avenidas no se vacían. Muchos caminan de prisa; otros parece que están de paseo. Casi todos dan la impresión de que saben hacia dónde van.
La crisis que golpea a las economías del mundo entero es innegable. Pero si existe una ciudad bien preparada para enfrentarla, esa es la capital española, con una incomparable infraestructura turística y una clara vocación de apertura, que se manifiesta en la constante renovación de sus ofrecimientos al visitante, incluida la puesta al día de sus portales cibernéticos www.spain.info y esmadrid.com.
Es imposible abarcar toda la ciudad en una sola visita. Más bien, conviene seleccionar una (o varias) de las perspectivas desde las cuales puede ser abordada -la cultural, la familiar, la ecológica, la hedonista-. Y si es este último plan el que hemos elegido, pues elegimos bien, porque Madrid ciertamente es una capital del placer.
Comencemos, por ejemplo, con un buen desayuno en el restaurante o en la terraza de hoteles como el Gran Meliá Fénix o el Ritz. De ahí pasaremos al Museo Reina Sofía -a muy corta distancia a pie del Ritz- para ver la magnífica exposición de obras de Salvador Dalí que allí se presenta. Para almorzar iremos a Estado Puro, situado también muy cerca, a descubrir cómo el chef Paco Roncero ha transformado, con un aire muy chic, el arte del tapeo. Por la tarde nos iremos de compras por la calle Serrano, o por los barrios de Chueca, Malasaña y Triball. Y para la cena, una visita a La Cesta de los Recoletos, uno de los restaurantes de moda en la ciudad.
Todo el día, y toda la noche, hay algo para hacer y disfrutar en esta vibrante capital.