Cada barrio, UN ESTILO
Ir de compras en Madrid es un paseo, literal y figurativamente. Ya que el tejido urbano de la ciudad está tan densamente poblado de tiendas, bares, restaurantes y establecimientos de todo tipo, es indispensable ir con calma y deteniéndose según lo vaya pidiendo el cuerpo, a sorber un poco de café o tomar un bocadillo con el que reponer fuerzas y seguir camino.
Cada zona de la ciudad ofrece un estilo particular. En el llamado Madrid de los Austrias, cerca de la Plaza Mayor y el Palacio Real, se encuentran muchos de los comercios centenarios. En el Barrio de las Letras hay “librerías de viejo” y muebles vintage, en un ambiente bohemio. En Sol y Gran Vía, firmas internacionales y grandes almacenes como El Corte Inglés y FNAC, el edén para los amantes de la música, los libros y las películas.
En este viaje a la capital española, sin embargo, nos enfocamos en dos vertientes particulares: la de la sofisticación, en Las Rozas Village y el barrio de Salamanca; y la moderna/alternativa, en los barrios contiguos de Chueca. Triball y Malasaña.
OUTLETS A LAS AFUERAS
A las afueras de Madrid, a unos 30 minutos en auto, está situado Las Rozas Village, un centro de outlets de lujo a precios reducidos. Marcas como Adolfo Domínguez, Custo Barcelona, Punto Blanco, Versace, Swatch, Bally, Calvin Klein, Burberry y muchas otras más tienen establecimientos aquí.
“No somos un centro comercial”, dice con énfasis el simpático Toni Gasa, gerente de comunicaciones de Las Rozas. “Somos un destino de compras, un concepto”.
De acuerdo con Gasa, la intención es ofrecer una experiencia de compras en un entorno agradable, que cuenta en sus 17 mil metros de superficie comercial con restaurantes, cafeterías -incluyendo un Starbucks- parques infantiles y servicios como una combinación de chofer y asesor de compras personal. Hasta una guardería para perros tienen.
Además, cuentan con un servicio de autobús de lujo que hace tres viajes cada día desde el centro de Madrid (específicamente desde la Plaza de España) hasta Las Rozas.
El lugar abre siete días a la semana. Y de hecho, solo cierra cuatro días al año: el 1ro. de mayo, el 25 de diciembre y el 1 y 6 de enero.
“Promovemos un estilo de compra inteligente, de artículos atemporales” y no necesariamente atados a la moda del momento, explica Gasa, agregando que Las Rozas ofrece un 60% de descuento todo el año. No obstante, se enfocan en el cliente de alto poder adquisitivo.
Establecido hace 13 años, el centro de outlets tiene un 60% de clientes españoles y un 40% de extranjeros, la mayor parte de ellos provenientes de China. “Y somos miembros de la Organización Mundial del Turismo”, subraya Gasa con orgullo. (www.LasRozasVillage.com).
LA CALLE DEL LUJO
“El comercio es el corazón de la ciudad”, dice con su dulce sonrisa Mar Sardá, una de las “personal shoppers” con más experiencia en Madrid, y quien nos acompañará en nuestro recorrido por la calle Serrano, en el barrio Salamanca, centro de las compras de alta categoría.
Para Sardá, quien parece rememorar las palabras de Toni Gasa, lo esencial es que la experiencia de compras sea agra- dable “y disfrutar las pequeñas historias de cada tienda”'. De eso ella conoce, pues fue pionera en el ramo de las “personal shoppers” en Madrid y fundadora de madridshoppingtour.com.
Comenzamos nuestro paseo en la esquina de las calles Serrano y Recoletos. Allí está localizada la tienda de Adolfo Domínguez, el diseñador que reconceptualizó el vestir masculino en España, al relajar y modernizar las formas. El establecimiento, quizás tal vez por su iluminación suave y sus pisos en madera, rezuma confort y elegancia. El personal es atento y la tacita de café que nos ofrecen en el piso superior -la fina cafetería de la tienda- añade a la sensación casi hogareña que se siente aquí.
Muy cerca de Adolfo Domínguez se encuentran las tiendas “flagship” de Carolina Herrera y Custo Barcelona, así como la histórica Perfumería Álvarez Gómez. Y un poco más adelante, otro “buque insignia” del comercio de lujo, Loewe, marca española que se ha vuelto un referente mundial en artículos en piel. De hecho, dicen contar con la mejor piel de cordero del mundo, que utilizan en bolsos cuyo valor fluctúa entre los 1,400 euros (unos $1,800) la más popular y 25,500 euros ($32,800) la más exclusiva. Prendas de vestir, pañuelos y calzado, todos hechos con la más fina elaboración, completan la oferta de Loewe.
A medio camino entre el lujo y la accesibilidad se encuentra la tienda Aristocrazy, también en la calle Serrano (aunque cuenta con varios otros locales no solo en Madrid sino en varias ciudades del mundo). De hecho, su lema es precisamente el lujo accesible, llevar las joyas a la calle. Como los diseñadores de moda, unen las joyas, las piedras y los metales de alta calidad con las tendencias. Su rango de precios es de 30 a 3,000 euros. Y representan, en efecto, una modernización de un negocio tradicional, pues esta cadena nació de las antiguas Joyerías Suárez, en Bilbao.
ALTERNATIVO Y MODERNO
Los barrios de Chueca y Malasaña no solo son paraísos del consumo, sino que también desempeñaron roles importantes en la historia reciente de Madrid. En Chueca tuvo su origen, en la década de 1980, el movimiento de liberación gay y hoy sigue siendo sede de bares y dis- cotecas que atienden a este sector de la población. En Malasaña, entretanto, comenzó más o menos para la misma época lo que hoy se conoce como “la movida madrileña”, promovida por el alcalde de aquellas fechas, Enrique Tierno Galván, quien quiso darle una nueva vida a la ciudad impulsando que la gente saliera de noche y que el mayor número posible de bares y restaurantes permanecieran abiertos. Este barrio, además, debe su nombre a Manuela Malasaña, heroína del levantamiento contra las tropas de Napoleón.
En Chueca predominan las llamadas “tiendas de autor”, ya sea de moda, de calzado, de decoración o de libros, entre otros intereses, así como los restaurantes de cocina creativa y negocios de vinos. También encontramos allí el agradable Mercado de San Antón, un edificio de tres plantas que ha sido dedicado enteramente al tema gastronómico en tres de sus vertientes: productos frescos en el primer piso, restaurantes boutiques en el segundo (que incluyen una amplísima variedad de sabores, desde cocina griega a japonesa) y restaurante y barra en el simpático balcón del piso superior. Abierto en el centro, como las antiguas casonas españolas, este es un lugar sumamente agradable, como para pasar un largo rato con buenas amistades.
Sin salir del barrio llegamos a la transitada calle Fuencarral, donde básicamente hay de todo, y nos vamos acercando a los límites de los barrios de Triball y Malasaña. De hecho, es difícil definir con exactitud dónde empieza uno y termina el otro. Lo importante es reconocer la rica variedad de moda alternativa que aquí se consigue, las sorprendentes tabernas y restaurantes con las que cuenta y, en general, su vitalidad, que convida al viajero a recorrerlo poco a poco y disfrutando cada momento.