El Nuevo Día

Siete principios

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Alguna técnicas que ayudan:

• PRESENCIA: “Saber que estás disponible para el niño. Esto no significa que estés todo el tiempo sino que más vale la calidad que la cantidad. Hay quienes están todo el día pero no hay sintonía ni conexión entre ellos, los niños necesitan saber que los padres son accesibles”, dice Maribel Corcuera. Pero, añade la psicóloga Mónica Córdova, lo primordial es conectarse desde el goce de estar presente para el ser humano que se está desarrolla­ndo frente a tus ojos. • ESTABLECER RUTINAS: “Es bueno para ellos, porque logran predecir lo que va a pasar. Sirve también para que como padres, logres detectar lo que le está pasando cuando reacciona diferente a una rutina y además, hace que los niños estén más tranquilos. De ahí, las rutinas, los hábitos, las normas y los límites”, apunta Corcuera. Pero es aún más trascenden­tal la filosofía que esté detrás. “Debemos concentrar nuestra atención en considerar lo positivo, mucho antes que surja el problema. Dedicarnos a reforzar lo que están haciendo bien en vez de castigar sus errores e indiscipli­nas. Reflexiona­r en cuáles con los valores y hábitos que queremos ver en nuestros niños, y dedicarnos a incentivar­los una y otra y otra vez”, añade Natalia Córdova. • DAR CONFIANZAS: Va a depender de la edad que tengo. “Cuando son chicos, tú estás ahí donde se habla, comparte en forma constante, para que cuando sean grandes te cuente lo que la pasa. Que las conversaci­ones no sean un interrogat­orio, que sea mutuo, un diálogo”, acota la psicóloga Corcuera.

•ENSEÑAR CON EJEMPLO: “Hay una trampa, que dice que hay que practicar para predicar, pero también ellos tienen que entender que los adultos tienen beneficios, esto en conductas cotidianas, pero en los valores ahí sí cabe el ser un ejemplo vivo, donde la colaboraci­ón y coherencia forman parte de este principio”, añade Maribel Corcuera.

• EXPRESAR SENTIMIENT­OS: “Las emociones se van desarrolla­ndo y aprendiend­o a lo largo de la vida, no nace con emociones claras. Lo que importa es enseñarles reconocien­do las emociones cuando van apareciend­o en forma diaria, diciéndole cuando se ve que tiene pena, alegre o rabioso”, enseñan las especialis­tas. Además, dicen que no hay que negar las emociones frente a los niños, porque desde pequeños saben detectar y leer los registros faciales y corporales de las emociones pero no lo saben explicar. Si no, les creas una desconexió­n entre lo emocional y cognitivo, entre lo que veo y siento.

• SER CONSCIENTE: “Planear lo que quiero en la vida a partir de qué queremos para ellos, para pedírselo después. La conciencia es amplia, de mi mismo, los otros y está relacionad­a con mi desarrollo cognitivo y emocional. Puedes estimularl­o, pero no sobre estimularl­o y hacerlo desde bebés, nombrar las cosas que ven porque no porque sean guaguas no entienden. Pero sobre todo, reconocer la capacidad de los hijos. No todos son hechos lumbreras pero cada uno tiene áreas de desarrollo particular­es que son valiosas”, recomienda­n las psicólogas.

• APRENDER A ESCUCHAR: “Es una habilidad sumamente necesaria y que nos falla no solo con los niños. Es más difícil porque su comunicaci­ón es mucho más no verbal que verbal. Debemos aprender a comunicarn­os adecuadame­nte con ellos. Retomar el dominio de lo corporal. Es importante aprender a escuchar sus gestos, estados de ánimo y emociones, todo lo que es no verbal. Y comunicarn­os no desde el sermón sino desde los espacios físicos de la unión, comprensió­n y contención”, puntualiza Mónica Córdova.

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