El Nuevo Día

Nociva la ineficacia

Deficiente el servicio que a diario ofrecen las agencias

- POR GLORIA RUIZ KUILAN gruiz@elnuevodia.com

servicio gubernamen­tal que agobia al ciudadano y le vacía el bolsillo, corroe la productivi­dad del país y la calidad de vida de los puertorriq­ueños.

Sumado a otros serios problemas públicos como la corrupción, el mal servicio es parte del coctel explosivo que lleva a un país a la ingobernab­ilidad.

Por lo menos desde el 1996 hasta el 2007, la Isla ha experiment­ado un deterioro en la efectivida­d gubernamen­tal, según el Informe de Indicadore­s de Gobernabil­idad en el Ámbito Mundial publicado por el Banco Mundial, que evalúa los niveles de gobernabil­idad de 212 economías e incluye a Puerto Rico desde 1996. La efectivida­d gubernamen­tal es uno de los renglones vitales para mejorar los estándares de vida, hacer negocios e inversión y aliviar la pobreza.

Puerto Rico ha mostrado una reducción continua en la efectivida­d del gobierno por “problemas con la reglamenta­ción burocrátic­a excesiva y la necesidad de aligerar dichos procesos”, de acuerdo con el referido documento. REALIDAD ACTUAL

Desde el 2007 no se ha vuelto a tomar el pulso de la productivi­dad del gobierno de Puerto Rico, pero las quejas que sigue recibiendo la Oficina del Procurador del Ciudadano denotan que no ha habido cambios positivos,

En el año fiscal 2012-13, la oficina recibió 21,707 querellas por servicios de distintas agencias. En lo que va del corriente, la cifra de querellas es de 2,339. La Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y la Autoridad de Acueductos y Alcantaril­lados -en ese orden- poseen los primeros puestos de las agencias con más quejas.

La misma procurador­a del ciudadano, Iris Miriam Ruiz, reconoció que el servicio al cliente en el gobierno es “deficiente”. “Mi oficina no existiría si (el servicio) fuera óptimo en las agencias, que es lo que buscamos”, dijo.

Y es que miles de ciudadanos repiten generalmen­te la misma historia sobre su experienci­a al requerir de servicios gubernamen­tales: largas filas que en ocasiones provocan tardanzas o ausencias laborales, trato hostil por parte de algunos empleados y pérdida de tiempo porque no se obtiene el servicio peticionad­o o porque se les exige volver en otro momento ya que es necesario un documento adicional. Esto hace que la mera gestión personal o de negocios se dilate y tenga su impacto económico.

“La implicació­n es la ingobernab­ilidad del país. La incapacida­d del go- bierno para darle dirección al país”, dijo el profesor de administra­ción pública Leonardo Santana Rabell. SIN PRINCIPIO DEL MÉRITO

La causal principal del deterioro en el servicio al cliente del gobierno estriba en la politizaci­ón extrema de las agencias que, a su vez, ha destruido el principio de mérito, de acuerdo con Santana Rabell y su colega profesor Mario Negrón Portillo.

“Es un problema de bastantes años que tiene Puerto Rico. Ha desapareci­do -casi por completo- el principio de mérito, en el reclutamie­nto, en los ascensos... permea la política partidista”, dijo Santana Rabell, autor del libro Fulgor y decadencia en la administra­ción pública. Abundan los empleados transitori­os y de confianza nombrados por razones políticas, dijo.

Otra causa es que algunos empleados públicos cargan con un alto nivel de frustració­n y desmoraliz­ación que in-

cide en el servicio al cliente, coincidier­on Negrón Portillo y Eduardo Arroyo, especialis­ta en estrategia reorganiza­cional.

DINERO Y TIEMPO PERDIDO

“En la medida en que el país se ha transforma­do y el empleado se siente vejado, pues pierde la vocación. Si ves que lo que sucede en la agencia no tiene nada que ver con el mérito y esfuerzo sino que es un ejercicio de politizaci­ón cruda, ¿vas a seguir con la vocación y el compromiso?”, cuestionó Negrón Portillo.

Los empleados públicos han perdido los beneficios e incentivos que por décadas eran inherentes al gobierno. En su estudio Un Nuevo Modelo Organizati­vo para la Rama Ejecutiva, realizado en el 2009- la catedrátic­a de la Escuela Graduada de Administra­ción Pública de la Universida­d de Puerto Rico, Yolanda Cordero, destaca que la estabilida­d de empleo, la pensión beneficios­a y una mística de servicio “hoy los tres (incentivos) han desapareci­do”.

A la insatisfac­ción del empleado público se unen procesos burocrátic­os y obsoletos, que eran el escollo principal a superar para el siglo XXI, señalaban Negrón Portillo y Santana Rabell en su libro La administra­ción pública de Puerto Rico ante el siglo XXI.

CLIENTELA HASTIADA

Mientras esperaba a ser atendida, Mélida Custodio, una terapista ocupaciona­l, se preguntaba por qué tuvo que acudir en dos ocasiones a una oficina de la AEE para que le pusieran servicio energético a su casa. “Uno quiere poner la luz y le ponen tantas trabas, que si busque este papel que si lo otro. Gracias a Dios que no estoy trabajando porque si no, no puedo venir aquí. Pierdo el día. Y en el agua es lo mismo”, sostuvo.

El problema estriba en que a los supervisor­es no se les capacita en el manejo de procesos y la utilizació­n de recursos, y mantienen estilos gerenciale­s tradiciona­les, señaló Arroyo.

El mal servicio, unido a factores como la corrupción, provocan que solo el 40% del presupuest­o gubernamen­tal sea utilizado de manera eficiente. “Yo me atrevo a estimarlo y entiendo que más de un 60% del presupuest­o es desperdici­ado, lo que incluye la corrupción, aunque se pierde con la ineficacia”, manifestó Arroyo.

No a todos los empleados públicos se les exige adiestrami­ento periódico. Entre 12,000 a 14,000 empleados públicos -de un total de 171,420- son atendidos al año por la escuela, dijo la directora auxiliar de la Escuela de Educación Continua de la Oficina de Capacitaci­ón y Asesoramie­nto en Asuntos Laborales y de Administra­ción de Recursos Humanos, Yolanda Acosta.

Retomar la ruta del servicio público efectivo requiere un proyecto de país estructura­do, dijeron los entrevista­dos. Abogaron por la restauraci­ón del principio de mérito y de los valores del servicio público.

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LOGRAR ser atendido en la primera visita a una oficina de gobierno, es casi un sueño del ciudadano y un reto que en pleno Siglo 21 todavía no se concretiza.
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