PALÉS, METEORÓLOGO: EL PRONÓSTICO DEL
En memoria de Ana Mercedes Palés, la hija del poeta.
En esta hasta temporada de huracanes hasta el momento tranquila (esperemos que no sea tan sólo una “tregua” como la de Mario Benedetti), cabe leer a Luis Palés Matos como un McDowell lírico. En los versos afroantillanos de nuestro poeta - tanto el Tuntún de pasa y grifería, como en la Plena del me
néalo - proliferan las alusiones a este terrible fenómeno atmosférico, mirado a través del filtro guachafitero con el que el vate guayamés solía bajarse el estrés. Relajo que no inhibía una tierna compasión hacia las pequeñas Antillas, blanco milenariamente preferido por las furias de Eolo: Las antillas barloventeras pasan tremendas desazones, espantándose los ciclones con matamoscas de palmeras.
( Preludio en boricua) Las antillitas menores, titís inocentes, bailan sobre el ovillo de un viento que el ancho golfo huracana. ( Canción festiva para ser llo
rada )
Palés tiene diversas maneras de exorcizar el temor colectivo ante el temible azote de viento y agua, que el poeta compara a la furia de animales salvajes:
Al bucanero las tierras vírgenes,
el agua indómita, la mar inédita; los horizontes en donde aúlla la agria jauría de la tormenta. ( Aires bucaneros )
Una tierna e ingeniosa es la de proyectar el miedo al mismísimo huracán, trocándolo en gatito mimoso: En ti ahora, mulata, cruzo el mar de las islas. Eléctricos mininos de ciclones
en tus curvas se alargan y se ovillan,
mientras sobre mi barca va cayendo
la noche de tus ojos, pensativa.
( Mulata Antilla)
Otra es la de convertir al ciclón en rico plato criollo del menú del chef Palés:
La casa luce habilidad maestra creando inusitadas maravillas de cosas naturales y sencillas, para la lengua culturada y diestra. Aquí te va una muestra: palmeras al ciclón de las Antillas,