EL RELOJ DESPERTADOR
La norma, al menos durante los pasados ocho años de contracción, ha sido vivir apagando fuegos, al menos en lo que a estrategias fiscales y de desarrollo económico respecta.
Por mucho tiempo hemos escuchado advertencias apocalípticas sobre los devastadores efectos que sufriría Puerto Rico ante la continua pérdida de empleo, la erosión en la inversión y la merma en la actividad productiva.
Asimismo, los expertos llevan años alertando sobre el nocivo y abusivo hábito de emitir deuda para actividades que no repercuten en desarrollo de riqueza ni creación de empleos.
Para colmo, las denuncias sobre el despilfarro del fondos públicos, que también han llovido por años, parecen haber caído en oídos sordos una y otra vez. Como resultado, nos encontramos en una coyuntura que aterroriza.
Para ejemplo con un botón basta. Para los escépticos, aquí van dos. Puerto Rico ha retrocedido a la misma tasa de empleo de hace 20 años.
Y como si fuera poco, de camino viene una cantera de impuestos que encarecerá el costo de hacer negocio en la Isla, a modo sufragar un presupuesto que insiste en apoyar un aparato gubernamental que ya no funciona adecuadamente.
Con esto en mente, en portada, nuestra periodista Joanisabel González, entrevista a economistas y expertos quienes alertan sobre el deteriorado estado de nuestra economía y ofrecen posibles soluciones.
Entre los temas que exponen en ruta hacia la recuperación figuran iniciativas de exportación; el enfoque en diversos nichos de la agricultura; la producción de medicamentos genéricos; el turismo; y el uso de bases navales abandonadas para actividades productivas.
Muchas de estas ideas, han sido expuestas anteriormente, incluso por estos mismos entrevistados. Las ideas nunca han faltado. Lo que ha estado ausente ha sido la voluntad para implementar los cambios radicales que Puerto Rico pide a gritos.
Hay quienes dicen que ya el tiempo se acaba. Mirando el panorama, el tiempo se acabó hace rato. Pero el ruido ensordecedor de las luchas de poder no nos permitió escuchar la alarma de ese reloj despertador que sonaba con potencia. Es tiempo de despertar.