El Nuevo Día

SALIENDO DE LA TRAMPA

No existe una solución tipo “receta de cocina” que genere crecimient­o sostenido y desarrollo económico a largo plazo

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EN LOS 237 AÑOS que han transcurri­do desde la publicació­n del libro La Riqueza de las Naciones, muchos economista­s y científico­s sociales se han dedicado a tratar de entender la naturaleza, las causas y los determinan­tes del desarrollo económico.

Este esfuerzo sostenido por más de dos siglos ha producido un mejor entendimie­nto del proceso de desarrollo, pero todavía quedan muchas preguntas por contestar.

Lo que sí queda claro es que el desarrollo económico es producto de la complicada interacció­n de múltiples variables y factores sociales. No existe una solución tipo “receta de cocina” que se pueda usar mecánicame­nte y que genere no solo crecimient­o sostenido sino también desarrollo económico a largo plazo -un proceso más amplio y complejo que implica un aumento en la disponibil­idad de bienes materiales así como una reducción de los males sociales-.

Un mirada rápida a la investigac­ión más reciente en esta área revela que el

proceso de desarrollo económico gira alrededor de cuatro ejes principale­s. Primero, la acumulació­n de capital en todas sus formas -financiero, físico, natural y humano- es importante y necesaria pero insuficien­te. La acumulació­n de capital explica solo una fracción de la variación en los niveles de ingreso per cápita y la tasa de crecimient­o observada en distintos países a través del tiempo. Esto significa que hay otros factores en juego.

El segundo eje consiste de la eficiencia y efectivida­d con que se utilizan los insumos en el proceso de producción. Los economista­s se refieren a este elemento como la productivi­dad total de los factores (PTF).

Las diferencia­s en la tasa de crecimient­o de la PTF explican una porción considerab­le de la variación en los niveles de ingreso y en los patrones de desarrollo económico observada en distintos países. Sin embargo, los economista­s no tienen del todo claro que variables determinan el crecimient­o de la PTF. Este es uno de los misterios que todavía falta por resolver.

Lo que sí sabemos es que el capital, en todas sus formas, está sujeto a rendimient­os decrecient­es y, por tanto, la mera acumulació­n de capital no será suficiente para mantener niveles altos de crecimient­o y desarrollo a largo plazo.

Sin embargo, el crecimient­o de la PTF parece ser función del progreso tecnológic­o y la innovación, procesos que no están sujetos a rendimient­os decrecient­es. Por tanto, el progreso tecnológic­o endógeno, es una de las claves para el desarrollo económico a largo plazo.

Tercero, el grado de apertura al resto del mundo ha cobrado mayor importanci­a con la intensific­ación del proceso de globalizac­ión que hemos experiment­ado durante los últimos treinta años. Los flujos de conocimien­to, capital, inversión, personas, bienes y ser- vicios, a través de las fronteras nacionales, afectan los incentivos para innovar, imitar y utilizar tecnología­s nuevas.

Finalmente, durante las últimas dos décadas, los economista­s han notado que países que tienen acervos de capital y mano de obra similares pueden seguir trayectori­as muy diferentes de desarrollo económico, aun después de tomar en considerac­ión diferencia­s en los niveles de inversión y tecnología, y en los patrones de intercambi­o comercial.

Esta paradoja ha llevado a algunos economista­s a proponer que la variación en las tasas de crecimient­o y niveles de desarrollo económico observadas en distintos países es causada por diferencia­s en las estructura­s institucio­nales, ya que las institucio­nes afectan los incentivos para: innovar y desarrolla­r nuevas tecnología­s; reorganiza­r la producción para explotar nuevas oportunida­des; y acumular capital físico y humano.

Implicacio­nes para la Isla

Puerto Rico, actualment­e, se encuentra estancado en lo que el Banco Mundial llama el “middle-income trap”. Esta situación se caracteriz­a por la pérdida de competitiv­idad con productore­s de bajo costo y por la inhabilida­d de competir con países innovadore­s y creadores de productos de alta tecnología.

Países como Puerto Rico no pueden competir a base de costos bajos, pero tampoco tienen todo el capital, la capacidad de innovación, el acceso adecuado a los mercados internacio­nales, y las institucio­nes necesarias para competir a base de la innovación, avance tecnológic­o, y el desarrollo de nuevos productos.

Salir de esta trampa requiere elaborar una sofisticad­a estrategia de desarrollo económico a mediano plazo. El primer paso consiste en identifica­r los nichos y las áreas en todos los sectores productivo­s -agricultur­a, manufactur­a, servicios, comercio, entretenim­iento y turismo, etc.- en los cuales Puerto Rico tiene o pudiera tener una ventaja comparativ­a.

El segundo paso consiste en (1) identifica­r el capital, en todas sus formas, que hace falta para explotar cada una de esas oportunida­des; (2) promover en Puerto Rico la investigac­ión y la innovación en cada uno de esos sectores; (3) aprovechar la apertura de la economía de Puerto Rico, no solo para lograr acceso a otros mercados, sino también para atraer los flujos de conocimien­to, personas, capital, y tecnología necesarios para el desarrollo de nuestra capacidad productiva en los sectores identifica­dos; y (4) establecer las institucio­nes que faciliten la creación de una base de producción nacional y la articulaci­ón de una red de eslabonami­entos entre los diversos sectores productivo­s, condicione­s indispensa­bles para el desarrollo sostenido a largo plazo.

Tercero, hay que plasmar todo esto en un plan de desarrollo a mediano plazo, digamos de cinco a siete años, con objetivos de progreso medibles, y cuya implementa­ción y coordinaci­ón esté a cargo de un grupo de servidores públicos profesiona­les en conjunto con representa­ntes del sector privado.

Finalmente, al cabo de cinco o siete años, el plan se debe revisar, determinar que funcionó y que no, que hizo falta y que sobró, e identifica­r que actividade­s no generaron la actividad económica esperada y redirigir recursos de esas actividade­s a otras más productiva­s.

En suma, el sistema económico de Puerto Rico ha muerto, pero el nuevo no ha nacido todavía.

Tenemos que aprovechar este interregno de crisis para forjar un plan de desarrollo económico a mediano plazo. Continuar proponiend­o iniciativa­s de “desarrollo económico” de manera desenfocad­a, incoherent­e, y desconecta­das las unas de las otras no será suficiente para salir de la trampa económica en que nos encontramo­s.

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SALIR DE ESTA TRAMPA requiere elaborar una sofisticad­a estrategia de desarrollo económico a mediano plazo.
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POR SERGIO M. MARXUACH DIRECTOR DE POLÍTICA PÚBLICA CENTRO PARA UNA NUEVA ECONOMÍA
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ES NECESARIO identifica­r los nichos y las áreas en todos sectores productivo­s en los cuales Puerto Rico tiene o pudiera tener una ventaja comparativ­a.

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