CRISIS DE RAÍCES PROFUNDAS
El monumental hoyo en las finanzas del país responde a múltiples decisiones erróneas tomadas a lo largo de décadas
La punzada mortal fue la eliminación de la sección 936
LA POLÍTICA económica de Puerto Rico de los últimos 20 años se podría comparar con la de una familia que hipoteca hasta la casita del perro para mantener un estilo de vida costoso, a pesar de la merma en sus ingresos y la resistencia de los bancos a concederle préstamos para pagar sus extravaganzas.
Esa negativa bancaria se debe, en parte, a que por años la familia ha pagado sus hipotecas con tarjetas de crédito, y nunca sale de las deudas.
Esa familia, como el país, ha usado sus ingresos -tanto los propios como los prestados- para complacer, aunque de manera irresponsable, los apetitos de un hogar cuyo jefe carecía de conciencia sobre el abismo fiscal en que se hundían.
Con esa conducta irresponsable condenaron a la pobreza hasta a los nietos. Metáfora aparte o dicho de otra manera, para el año 2041 el gobierno de Puerto Rico espera estar pagando alrededor de $900 millones sólo por el servicio de la deuda que tenemos hoy día.
La deuda pública del País tiene dos padres: los gobiernos de los partidos Popular Democrático (PPD) y Nuevo Progresista (PNP). Según un desglose de la deuda emitida por cada administración. cada uno, casi en igual proporción, ayudó al desbarajuste fiscal que desde hace casi ocho años sustentan los “pronósticos reservados”, y la “recesión” de la que hablan los economistas.
También el desbarajuste explica el malestar un tanto generalizado de los miembros de la “familia puertorriqueña” que ya no ve las majestuosas obras públicas de cada cuatro años y en cambio se exponen a recibir de sus gobiernos facturas altas de electricidad y agua potable y aumentos en las contribuciones.
SE ACABÓ EL “FIAO”
La explicación simple para este descontento es que se acabó el “fiao” y el salario no da para la vida de plástico. “Ahora tenemos que pagar todo (la deuda y los gastos actuales) del salario”, dijo Carlos Rivas, director de la Oficina de Gerencia y Presupuesto.
“El problema es que la deuda se manejó con criterios partidistas y los partidos se manejaron con criterios populistas”, explicó el economista José Alameda.